La química especial de la princesa Leonor y la infanta Sofía
El 50º cumpleaños de Felipe VI y todos los actos especiales que han rodeado su celebración (el making of del Mensaje de Navidad, la comida familiar en la Zarzuela, el trayecto en coche al colegio y la imposición del Toisón de Oro a la Princesa de Asturias) han ofrecido una mirada inédita de la Familia Real. La conclusión tras lo visto en los últimos días ha sido unánime: los españoles pueden sacar pecho y proclamar su orgullo y satisfacción de esta Monarquía renovada… y definitivamente de sus princesas.
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El futuro de España, que se lee en las líneas de esta buena mano de acciones con motivo del señalado aniversario, está escrito con E de esfuerzo, educación, elegancia y encanto. Cualidades y valores de los que las hijas de los Reyes dan evidencias no sólo como buenas princesas en actos oficiales de rigor protocolario, tales como la imposición del Toisón o la Apertura de la XII Legislatura, sino también como buenas hermanas en cada aparición, institucional o familiar.
La especial química entre la princesa Leonor y la infanta Sofía siempre trasciende. Esta semana mismamente, durante la solemne ceremonia, las sonrisas cómplices, los comentarios de ánimo y los besos de felicitación tras la imposición del vellocino han sido las últimas muestras de la fuerza del cariño que se tienen, de ese cariño que no se fuerza. Pero hay infinidad de gestos más desde su infancia más temprana. Primero la Princesa de Asturias ejerció de hermana mayor y dio protección, seguridad y guía a la pequeña.
La primera reverencia de la princesa Leonor al Rey
Casi un centenar de invitados, testigos de la imposición del Toisón de Oro a la Princesa
Luego se hicieron cómplices y compartieron días de sueños y noches de insomnio ante la llegada de los grandes acontecimientos de la vida. Ahora que han crecido aún más y comienzan a ser muy conscientes de las exigencias de la Corona, siempre se buscan la una a la otra y la otra a la una, que en esto del amor no hay precedencia, para conversar y recordarse que están juntas en lo que ha de venir.
Cada una en su papel. La Infanta no compite con la Heredera, a la que la Historia le tiene reservado un destino excepcional, y no busca el foco de atención; en cambio sí se muestra colaboradora y, si la Princesa la necesita, adelanta esos dos pasos siempre por detrás de su hermana que marca la tradición real, para estar a su lado, apoyándola. Son esa clase de hermanas. Esa clase de Princesas. Para sacar pecho.