Este sábado Palma de Mallorca volvía a recibir al rey Felipe VI, que acudió por sorpresa y sin la reina doña Letizia, a la boda de su ahijada Martina Jáudenes De Diego con el empresario hostelero Luis Abascal, propietario del grupo de restauración 'La, La, La' en Madrid.
La presencia del Monarca estuvo en duda hasta el último momento debido a la agitada situación política de nuestro país, pero, finalmente, don Felipe quiso acompañar en un día tan especial como este a la hija de su gran amigo Eugenio Jáudenes, compañero de regatas cuando era Príncipe, según informa la web Última Hora, y con el cual forjó una estrecha amistad hasta el punto de convertirlo en el padrino de su primogénita.
Luciendo un elegante traje azul combinado con camisa blanca y corbata fucsia, se adentraba en la iglesia de San Nicolás- ubicada en el casco antiguo de la ciudad- poco antes de las 17:00 horas y sólo unos minutos antes de que llegase la novia en un coche de época blanco descapotado.
La novia -asesora patrimonial y modelo ocasional para firmas como Slow Love, de la que Sara Carbonero es socia- lucía un maravilloso vestido bordado de manga larga con escote de pico y abotonadura delantera de Jorge Acuña, que acompañó con una espectacular gargantilla en forma de cruz, un largo velo prendido en un moño bajo y que completado con un sencillo ramo. El novio, muy elegante, optó por un chaqué gris, corbata burdeos y camisa celeste.
Tras la ceremonia, los más de 200 invitados entre los que se encontraban la decoradora Marta Gayá o el exministro de Economía, Rodrigo Rato, y su mujer, la perodista Alicia González, se trasladaron al Castillo de San Carlos, donde les esperaba un cóctel al aire libre que estuvo amenizado por un divertido grupo de trompeta, tuba y otros instrumentos de viento y cuerda. Allí el Monarca no dudó en fotografiarse con algunos de los invitados antes de pasar al salón principal, de techos acristalados, que estaba decorado con un estilo muy campestre.