La realeza está emparentada en mayor o menor grado. Por eso las grandes visitas de Estado como la que los Reyes emprenderán esta semana a Reino Unido son también visitas de familia. Y ésta por muchos motivos lo será. Felipe VI es descendiente por ambas ramas -paterna y materna- de la reina Victoria. Sus padres son tataranietos de la llamada Reina de Europa al igual que sus anfitriones, Isabel de Inglaterra y el Duque de Edimburgo; el rey Juan Carlos lo es por su abuela la reina Victoria Eugenia -madrina de bautismo del rey Felipe- y la reina Sofía lo es por su bisabuelo el káiser Guillermo II.
El parentesco se ha constatado en el trato. Así el tío materno del rey Felipe, Constantino de Grecia, que ha vivido en Londres hasta 2013, mantiene una muy estrecha relación de amistad con el príncipe Carlos. No en vano, el hermano de la reina Sofía es padrino de bautismo del príncipe Guillermo. Esa familiaridad también llevó a la Familia Real española a compartir vacaciones y posado veraniego con la familia del Príncipe de Gales allá en agosto de 1987 en Palma, así como a ser invitada en acontecimientos reales de carácter más personal como el 60º cumpleaños de Carlos de Inglaterra y la inolvidable boda de los Duques de Cambridge.
Vínculos históricos
A veces los lazos familiares se remontan a tiempos inmemoriales, más de ocho siglos en el caso que nos ocupa, antes incluso de que la dinastía Borbón se estableciera en España y la Hannover lo hiciera en Gran Bretaña. Ambas Cortes Reales se relacionan por matrimonio por primera vez en 1170, cuando Leonor de Inglaterra, hija de Enrique II, se casó con Alfonso VIII de Castilla. A lo largo de la historia, cuatro princesas inglesas han ocupado el trono en España y otras cuatro españolas se han ceñido la corona inglesa.
Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y tía de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, tuvo el peligroso privilegio de convertirse en la primera esposa de Enrique VIII de Inglaterra. Después de 24 años matrimonio maldecido por los nacimientos de niños muertos y las muertes tempranas de varios hijos, el monarca desesperado quiso anular su matrimonio y cuando el Papa se negó a dar su consentimiento se separó de Roma y fundó la Iglesia anglicana.
Victoria de Inglaterra es el eslabón perdido de la realeza de hoy. Marcó una época, la era victoriana, caracterizada por la Revolución industrial y la consolidación de Reino Unido como primera potencia del siglo XIX; extendió sus dominios y llegó a ser conocida como la Abuela de Europa por las uniones matrimoniales de sus hijos y nietos con otros monarcas. Su reinado de 63 años, 7 meses y 2 días (de 1837 a 1901) es el segundo más largo de la historia del Reino Unido (sólo superado por el de su tataranieta Isabel II).
Otra Victoria volvería a unir más recientemente a ambas Familias Reales: Victoria Eugenia de Battenberg, Ena, Princesa real de Gran Bretaña e Irlanda, nieta preferida de la reina Victoria I e hija de la princesa Beatriz de Gran Bretaña y del príncipe alemán Enrique de Battenberg, que se convirtió en esposa de Alfonso XIII, madre de don Juan, abuela del rey Juan Carlos y bisabuela del rey Felipe. Una vida y una biografía apasionante, a la que el destino le deparó duras pruebas como reina, como esposa y como madre.