El escritor catalán Eduardo Mendoza ha recibido el Premio Cervantes 2016 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Durante la solemne ceremonia, presidida por don Felipe y doña Letizia, el monarca ha calificado al escritor como el "maestro en el manejo del idioma" y "verdadero 'biógrafo'" de Barcelona, una ciudad que ha propiciado "un extraordinario ecosistema cultural" y donde, como en su obra, la convivencia entre castellano y catalán "es algo natural".
Los Reyes llegaban alrededor de las 12.00 horas al Patio de los Filósofos de la Universidad de Alcalá de Henares. Doña Letizia ha elegido un vestido-abrigo print floral de Felipe Varela bordado a mano en cristal y georgette negro, zapatos beis de Magrit y una cartera de mano. Un estilismo que lució el pasado 12 de octubre con motivo del Día de la Fiesta Nacional. Como peinado, la Reina ha optado por un semirrecogido con ondas que dejaba su rostro despejado y permitía apreciar mejor sus pendientes de perlas australianas e hilo de diamantes.
En su discurso, el Monarca ha ensalzado a Mendoza, que ha estado acompañado por sus hijos Ferrán y Alexandre, como un "verdadero artesano del lenguaje", que usa "como una herramienta de precisión" ajustada a los diferentes registros idiomáticos de sus personajes para acercar al lector a diversas realidades, "desde la de los diferentes grupos marginales a la de las clases altas, en diferentes épocas y en diferentes lugares".
Tras recordar que su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, transformó por completo hace más de 40 años el panorama literario de España, ha subrayado que, desde entonces, lectores y críticos reciben con "expectación inusual" cada uno de sus nuevos títulos, que componen una obra marcada por el "mestizaje literario" entre novela histórica, novela negra, parodia, picaresca y crónica periodística.
Doña Letizia y el vestido de la polémica: ¿Casualidad o copia?
Felipe VI ha destacado asimismo cómo en su obra "conviven el castellano y el catalán", una convivencia que "es algo natural en su ciudad, Barcelona", según ha subrayado, antes de alabar la importancia del "ecosistema cultural barcelonés" y recalcar que esta ciudad es "una de las grandes capitales mundiales del libro".
Eduardo Mendoza ha manifestado en su discurso estar "perplejo, atemorizado y descontento" de cómo va el mundo, que vive "tiempos confusos e inciertos". "No me refiero a la política y la economía. Ahí los tiempos siempre son inciertos, porque somos una especie atolondrada y agresiva y quizá mala, si hubiera otra especie con la que nos pudiéramos comparar", ha dicho durante su intervención cargada de humor. "Un cambio radical que afecta al conocimiento a la cultura, a las relaciones humanas, en definitiva, a nuestra manera de estar en el mundo. Pero al decir esto no pretendo ser alarmista. Este cambio está ahí, pero no tiene por qué ser nocivo, ni brusco, ni traumático", ha añadido.
El autor catalán ha reconocido que alguna vez se ha preguntado si don Quijote "estaba loco o si fingía estarlo para transgredir las normas de una sociedad pequeña, zafia y encerrada en sí misma". Así, su conclusión es que el ingenioso hidalgo está "realmente loco, pero sabe que lo está, y también sabe que los demás están cuerdos y, en consecuencia, le dejarán hacer cualquier disparate que le pase por la cabeza".
El escritor, que se ha autodefinido como "Eduardo Mendoza, de profesión, sus labores", en una defensa de la humildad frente a la vanidad, ha admitido haber releído por tercera vez la novela de Miguel de Cervantes tras "la cordial e inesperada llamada del señor Ministro" notificándole la concesión del premio. "Pensé que tenía el deber moral y la excusa perfecta para volver, literalmente, a las andadas. En esta ocasión seguía y sigo estando, en términos generales, satisfecho de la vida. De nada me puedo quejar e incluso ha mejorado mi estado de salud: antes padecía pequeños desarreglos impropios de mi edad y ahora estos desarreglos se han vuelto propios de mi edad", ha confesado.
Por último, en su discurso Mendoza ha agradecido a varias personas su apoyo y cariño, y en especial a dos. "Una es Pere Gimferrer, que me dio la primera oportunidad y es mi editor vitalicio y mi amigo incondicional. La otra es, por supuesto, Carmen Balcells, cuya ausencia empaña la alegría de este acto", ha destacado.
Al solemne acto no ha asistido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pero sí la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y la jefa del Ejecutivo regional madrileño, Cristina Cifuentes.