Última parada para los Reyes en su viaje de Estado a Japón. Don Felipe y doña Letizia viajaron este jueves, 6 de abril, a la ciudad de Shizuoka, donde acudieron desde Tokio en un tren de alta velocidad, el tren Shinkansen, conocido como 'tren bala'. Acompañados de los emperadores Akihito y Michiko, un gesto de enorme deferencia, visitaron esta ciudad ubicada en la región de Toukai, zona de Japón en la que podría producirse un gran terremoto en cualquier momento -se habla de intensidad 8 y de posibles fallecidos llegando a la cifra de casi 6000-. Japón se ubica en la zona de la llamada "anillo de fuego" y es por ello que la población asume entrenamientos y vive preparada en el día a día para la catástrofe ya que, a pesar de los sistemas de observación, es muy posible que no se pueda prever el movimiento sísmico.
Tal y como cuenta Pilar Rubines, enviada especial de ¡HOLA!, los Reyes y los Emperadores hicieron una primera parada en el Centro de Estudio, Concienciación y Prevención de Catástrofes Naturales provocadas por movimientos sísmicos, donde recibieron todas las explicaciones de lo que sucede cuando se produce un terremoto.
Dentro del programa de la última jornada de su visita de Estado a Japón, don Felipe y doña Letizia fueron recibidos bajo una intensa lluvia por el gobernador de la provincia de Shizuoka, Heita Kawakatsu, y el alcalde Nobuhiro Tanabe, junto a otras autoridades, en el vestíbulo de la estación ferroviaria, donde les aguardaban con las cámaras de sus móviles preparadas casi tres centenares de vecinos de esta ciudad situada a unos 170 kilómetros al suroeste de Tokio.
Recorrieron el area sísmica, en la que pudieron observar mediante maquetas mecanizadas la traslación de energía de un maremoto sobre la costa y de un terremoto sobre un edificio, y el Área de experimentación de efectos sísmicos, donde una empleada del centro hizo una demostración sobre una silla mecanizada del movimiento de un terremoto de intensidad 6 y 7 sobre la escala de Richter.
Para este último día de visita, la Reina eligió un traje verde esmeralda muy sencillo (a juego con la corbata del rey Felipe), que le sentaba como un guante, y lo combinó con un zapato salón de ante del mismo color. Además, lució unos llamativos pendientes espiga de Chanel y en cuanto a su beauty look apostó por un semirrecogido con la raya a un lado y varios mechones torcidos hacia atrás.
A media mañana, los Reyes se trasladaron a su segundo destino, el complejo de Fugetsuro, donde se muestra el reloj original regalado por el rey Felipe III al gobernador Tokugawa Ieyasu en 1611, como muestra de gratitud por el rescate de la tripulación del galeón español San Francisco hundido en Onjuku, al norte de Tokio, en 1609 y que en la actualidad se custodia en el Templo Tunozan Koshogu. El monje del santuario donde se custodia el reloj más antiguo de Japón fue el encargado de hacer la presentación de esta pieza realizada en bronce de enorme valor histórico y económico -podría rondar los cuatro millones de euros-, ya que sólo existen dos en el mundo, uno en Shizuoka y el otro en el Escorial.
El reloj fue fabricado en Madrid por el relojero de Felipe II, Hans Evalo, y funciona perfectamente, aunque siempre está parado para evitar el deterioro de piezas que serían irremplazables. Los emperadores y los reyes mostraron un enorme interés por la pieza, agradeciendo Felipe Vl "que lo haya sacado del templo para mostrárnoslo".
Curiosamente, en esta región de montañas, ríos, lagos... se venera un pájaro llamado Sankocho, que vive en el Monte Fuji y llega siempre en abril a la ciudad. Como los reyes y los emperadores, en este caso. El pájaro de los tres rayos -tal y como es conocido- pía de forma muy significativa y parece decir 'luna, estrella, sol'.
Por último, los soberanos visitaron el complejo sintoísta de Sengen, formado por 26 templos de madera que fueron reconstruidos en el siglo XIX y reciben la consideración de bienes de interés cultural, en cuyo patio principal los Reyes presenciaron un espectáculo de música y danza tradicional japonesa antes de dirigirse al aeropuerto Monte Fuji para emprender su regreso a España.
El templo que visitaron es uno de los preferidos de la emperatriz Michiko, que ha querido compartir con los Reyes este lugar tan especial para ella. Los cuatro presenciaron una danza ceremonial de movimientos solemnes que se llama chigo Mai. Más tarde, despidieron a don Felipe y doña Letizia en una de las puertas principales del templo con besos, apretones de mano y una larga conversación que se extendió hasta el coche.
De hecho, los emperadores se acercaron hasta su automóvil y los Reyes bajaron la ventanilla para seguir charlando. Minutos después, obteníamos una imagen única. Un final perfecto para un histórico viaje: los emperadores camino del templo para rezar seguidos de su séquito. El emotivo punto y final de una visita, que marca un nuevo paso en el camino a la abdicación de Akihito.
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