En los hogares españoles, el único momento que impone silencio en el abarrotado comedor familiar y que consigue prodigiosamente que todas las miradas se claven fijas en el televisor más de diez minutos seguidos durante la cena de Nochebuena es cuando las cadenas retransmiten el mensaje de Navidad del Rey, en el que puntualmente cada 24 de diciembre a las nueve de la noche el monarca hace balance del año y desea unas felices fiestas a todos los ciudadanos. Así fue durante el reinado del rey Juan Carlos y así sigue siendo durante el del rey Felipe, incluso ahora, en estos años de estreno, con renovado interés.
2014: Primer mensaje de Navidad de Felipe VI
La expectación era máxima. Seis meses después de la Proclamación, el Rey daba el primer mensaje de Navidad de su reinado. El análisis del año 2014, como los siguientes, ofrecería entre líneas una glosa de don Felipe como monarca y de su proyecto de monarquía. Por eso, su discurso sobre la cuestión política, económica y social de ese año, primero de todos, aunque asentado sobre pilares juancarlistas, tenía sello y carácter propio. Reflejo de la renovación, era el escenario donde acontecería su primera comparecencia navideña que, aunque resultaba familiar, había cambiado: otra sala del Palacio de la Zarzuela, que proporcionaba un ambiente acogedor y cercano, sustituía esta primera vez al salón de audiencias. Hizo suyos entorno y contenido. Aparte de los tradicionales adornos de la Navidad (el árbol, el belén, la flor de Pascua...) y la bandera nacional, una fotografía junto a la Reina, otra con su esposa e hijas y una tercera imagen significativa con sus padres del día de la abdicación acompañaron en su mensaje a todos los españoles a Felipe VI, de traje gris y corbata azul, a tono con su mirada juiciosa del año.
La ejemplaridad es un valor en alza en la monarquía y en el discurso del rey Felipe. Aquella primera Navidad hizo un llamamiento a conseguir que los ciudadanos recuperasen su confianza en las instituciones: "La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia. (...) Necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva y, en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable". Fue la idea clave de su mensaje, pero en los doce minutos de intervención incidió además en otros puntos candentes para la opinión pública: la lucha contra el paro, "nuestra gran prioridad"; la situación de Cataluña que, como cada Comunidad, cada territorio, cada ciudadano español, ha aportado lo mejor de sí en beneficio de todos, contribuyendo a la estabilidad política de toda España y a su progreso económico: "Es evidente que todos nos necesitamos. Lo que hace de España una nación con una fuerza única, es la suma de nuestras diferencias que debemos comprender y respetar y que siempre nos deben acercar y nunca distanciar", y finalmente la abdicación del rey Juan Carlos y su propia Proclamación en la que "me habéis rodeado de vuestro respeto, afecto y cariño. Sinceramente, me he sentido querido y apreciado y os lo agradezco de corazón. Y tengo que deciros también que he visto ilusión en muchos de vosotros, en vuestras miradas, en vuestras palabras, ante el inicio de una nueva época en nuestra historia".
Dio palabras de esperanza a todos los ciudadanos al terminar: "Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos. No son tareas sencillas. No son retos fáciles. Pero los vamos a superar, sin duda; estoy convencido de ello". Y se despidió diciendo: "Ahí estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor de los españoles. Gracias nuevamente por escucharme esta noche y muchísimas felicidades en nombre de la Reina, de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía. Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas".
2015: Segundo mensaje de Navidad de Felipe VI
La monarquía renovada del rey Felipe es dúctil igual que sus mensajes de Navidad, que se ciñen a las circunstancias de España. El Rey asumía el mando y se presentaba a los ciudadanos en su segunda comparecencia navideña en un nuevo escenario, insólito para la tradición del 24 de diciembre y significativo para el momento anárquico: el histórico Salón del Trono del Palacio Real, que es un símbolo de "la grandeza de España", de "nuestra Historia común". Un monumento, "abierto a todos los españoles", donde la Corona celebra actos de Estado, expresión de la mayor dignidad y solemnidad de la nación. En el centro de la sala, con traje azul marino, camisa blanca con raya fina y corbata de fondo azul con pequeños motivos rosa y carmesí, el Monarca, único referente de autoridad del país, se proclamaba la firmeza, la seguridad y el ancla de España.
Esta vez abrió la emisión televisiva una imagen aérea del exterior del palacio visto desde la Plaza de la Armería, sobre la que ondeaban la bandera nacional y el guión del Rey, y otra del interior que mostraba el Belén Napolitano del Salón de Alabarderos y el árbol de Navidad instalado en el Salón de Columnas. Durante su intervención, de doce minutos largos, Felipe VI llamó al diálogo político y a la unidad de España. Pidió a los partidos políticos que actuasen con sentido del deber, responsabilidad y voluntad de entendimiento y concertación, al servicio del interés general de los españoles. Porque "ahora, lo que nos debe importar a todos, ante todo, es España y el interés general de los españoles". Y garantizó la unidad frente a rupturas de la ley e imposiciones de unos sobre otros con una defensa a ultranza de la Carta Magna. En los meses siguientes, dentro de los cauces democráticos, volvió a demostrarse el primero en promover los acuerdos de gobernabilidad. El primer servidor de los españoles.