El pasado 7 de abril se cumplió un año del fallecimiento de Kardam de Bulgaria y para conmemorar esta fecha tan señalada, su viuda, Miriam Ungría acudió al funeral que se celebró en la iglesia ortodoxa de los Santos Andrés y Demetrio de Madrid, donde la vimos llegar en solitario, sin la compañía de sus dos hijos, Boris y Beltrán. Eso sí, fueron muchos los familiares y amigos que quisieron arroparla y mostrarle su cariño incondicional en el recuerdo del Príncipe de Tirnovo, como la infanta Elena, que acudió en representación de la Casa Real.
Tampoco faltaron los hermanos de Kardam, como el príncipe Konstantin junto a su esposa María García de la Rasilla y sus dos hijos, Humberto y Sofía; además del príncipe Kubrat y Teresa de Borbón, prima del Rey Juan Carlos. La familia también estuvo acompañada por Ana de Orleans, quien sabe lo que es vivir la pérdida de la persona más importante de su vida, su compañero, amigo y su gran amor, el infante Carlos de Borbón Dos Sicilias, que falleció el pasado mes de octubre a los 77 años a causa del alzhéimer.
El príncipe Kardam falleció como consecuencia de las secuelas del gravísimo accidente de tráfico que él y su mujer sufrieron en la localidad madrileña de El Molar aquel negro 15 de agosto de 2008, cuando el Jaguar en el que viajaban se salió de la carretera. El coche, que conducía Kardam, chocó contra un árbol de la N-1 y volcó unos metros de la fachada de una vivienda. Debido al brutal impacto,Kardam sufrió un traumatismo craneoencefálico severo y fracturas múltiples en ambas manos. Miriam, por su parte, resultó herida leve con una fractura de codo y diversas contusiones.
- La realeza se vuelca en el funeral por Kardam de Bulgaria
Desde que aquel accidente les cambiara la vida, Miriam Ungría ha sido el sostén de la familia convirtiéndose en un ejemplo de lucha y de superación. Mientras vencía sus propias lesiones –que le costaron operaciones de brazo, de muñeca y muchos meses de rehabilitación-, la esposa de Kardam se apoyó en su fe y en el amor que siente por su marido para arroparle en un largo proceso de recuperación que finalmente no tuvo el final deseado.