Primero la reina Sofía recibió de manos de la reina Letizia el Premio Joaquín Ruiz Jiménez de UNICEF en reconocimiento a "una vida entera dedicada a poner encima de la mesa algo tan importante como el bienestar a que tienen derecho todos los niños"; después fue propuesta como candidata al Premio Nobel de la Paz por una universidad de Estados Unidos por su compromiso con la investigación del alzhéimer, y ahora ha recibido un nuevo premio en Nueva York por su labor de preservación patrimonial. Sólo cosecha lo sembrado en cuarenta años de servicio.
Su entrega en cada campo ha dado fruto, y todos quieren aplaudírselo. Por eso la entidad World Monuments Fund la distinguió anoche en la capital del mundo con el premio Adriano por su trabajo en preservación y difusión de la herencia cultural de España e Iberoamérica. La reina Sofía, que a su vez celebró el empeño de la organización a lo largo de cincuenta años, destacó en su discurso de agradecimiento la importancia de la conservación patrimonial y artística para la paz, y lamentó los lugares históricos que son destruidos víctimas del fuego cruzado en los conflictos bélicos.
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"Los monumentos nos recuerdan nuestro pasado, son un símbolo de lo conseguido por nuestros antepasados, sus creencias y valores", destacó la reina Sofía. "Nuestro legado común puede ayudarnos a mirar más allá de nuestras diferencias y a reconocer nuestro pasado común", añadió. Igualmente, la soberana subrayó la tradición de conservación del arte y la historia en España, "uno de los principales lugares de turismo cultural en el mundo gracias a su rica diversidad patrimonial".
Doña Sofía, que recordó sus cuarenta años de apoyo a las artes y la historia en España y Latinoamérica, también quiso lanzar el mensaje de que "el legado cultural tiene un importante papel para el desarrollo". En un momento de su intervención también se declaró especialmente emocionada por recibir el premio Adriano y recordar que ese emperador "nació en Hispania y creció en Itálica, lo que hoy es Sevilla".
La reina Sofía hizo un redoble de elegancia en tan especial ocasión. La soberana lució un sofisticado conjunto de dos piezas, chaqueta de color marfil tornasolado con cuello a la caja y falda negra acampanada de seda y tul, que recordaba al cancán. Coronó su puesta de anoche con perlas y bolso clutch con adornos dorados en el guardaba un pequeño abanico típico español de color negro, del que echó mano durante el cóctel. Además de doña Sofía, también fue premiada la Jequesa Mai bint Mohammed Al Khalifa, de gris claro, que ha liderado los esfuerzos de Bahrein para desarrollar la infraestructura necesaria para la conservación del patrimonio y el turismo sostenible.
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La gala tuvo lugar en el histórico restaurante neoyorkino Cipriani, junto a la estación central. En la cena se sirvió cordero de Colorado, aunque también ofrecieron una opción vegetariana por la que optó doña Sofía. Al evento, al que no faltó el octogenario fotógrafo de moda de The New York Times Bill Cunningham, acudieron, entre otros miembros de la sociedad filantrópica neoyorquina, el doctor Valentín Fuster, a quien la reina Sofía le agradeció sus calurosas palabras hacia ella cuando previamente tomó la palabra.
El World Monuments Fund, que preside la historiadora estadounidense Bonnie Burnham, es una organización privada sin ánimo de lucro fundada en 1965 por personas preocupadas por la destrucción de importantes tesoros artísticos en todo el mundo. España tiene la mejor garante.