Viernes 30 de mayo de 1975. El infante Felipe tenía un gran día por delante: hacía su Primera Comunión. Amaneció soleado y primaveral para mayor esplendor de la ya de por sí señalada ocasión. El acontecimiento reunió en la capilla del palacio de la Zarzuela a los seres queridos del pequeño gran protagonista. Le acompañaban sus padres, los príncipes Juan Carlos y Sofía; sus hermanas, las infantas Elena y Cristina; su abuela, la Condesa de Barcelona, y sus tías, las infantas Pilar y Margarita, que acudieron a la ceremonia acompañadas de sus esposos y sus hijos.
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El Infante vistió completamente de blanco –pantalón sobre la rodilla, camisa de manga corta, medias y zapatos blancos-, y llevaba al cuello una cruz –podría ser la misma que décadas después lleva la infanta Leonor el día de su presentación ante la Virgen de Atocha- y una medalla con cadena de oro. Sus hermanas, que vistieron también con dos trajes blancos bordados con nido de abeja en azul y dos sencillas cintas del mismo color, fueron las encargadas de portar los cirios blancos que habían de permanecer encendidos durante toda la eucaristía.
El padre Aguilar, un sacerdote dominico, emocionó a todos los presentes con sus cariñosas palabras. El pequeño infante Felipe, con los nervios naturales de una de las primeras veces más importantes de su vida, recibía la Primera Comunión ante las miradas de orgullo de los suyos. A lo cerca, en los primeros bancos, las de la familia y a lo lejos, en las filas sucesivas, las de su profesora, la directora de su colegio, y todo el personal que está al servicio de los Príncipes de España, encabezado por el Jefe de la Casa, el Marqués de Mondéjar.
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Sin diferencias
Sin hacer distinción alguna entre los hermanos, don Juan Carlos y doña Sofía habían decidido que las tres ceremonias tuvieran misma fecha y lugar. Eligieron el día 30 de mayo de los años 1972, 1973 y 1975, para la celebración de las Primeras Comuniones de sus tres hijos en la pequeña capilla del palacio de la Zarzuela y que las tres se desarrollaran en un ambiente de estricta intimidad familiar. Asimismo, los reyes Juan Carlos y Sofía eligieron como imagen para el recordatorio de las comuniones la Última Cena de Jesús acompañado por sus doce discípulos. Una sencilla estampa en la que grabaron la corona real en relieve de oro sobre los nombres de los Infantes.
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La Primera Comunión de la infanta Elena
Tres años antes que don Felipe, la infanta Elena había recibido el sagrado sacramento. Llevaba el pelo recogido con un lazo blanco, su vestido de organza y un cirio entre las manos. La Duquesa de Lugo, nacida el 20 de diciembre de 1963, llevaba sobre su pecho una cruz con cadena de oro y ocupó en todo momento un lugar preferente entre doña Sofía y don Juan Carlos ante el altar de la capilla de la Zarzuela. A la comunión de la Infanta asistieron, además de sus padres y sus hermanos, su abuela paterna, la Condesa de Barcelona; sus tías, las infantas Pilar y Margarita, y sus primos Simoneta y Juan.
Primera Comunión de la infanta Cristina
La infanta Cristina llevó el día de su Primera Ccomunión un traje muy parecido al que usara su hermana un año antes. También, una cruz idéntica, y el mismo peinado: la melena suelta con un pequeño lazo que le recogía el pelo para dejar su frente al descubierto. Para el gran día de la Infanta, doña Elena estrenaba un vestido de flores muy primaveral y el infante Felipe volvía a ponerse corbata y zapatos de hebilla para asistir a tan solemne ceremonia. Además de sus padres y sus hermanos, asistieron a la celebración, su abuela paterna, la Condesa de Barcelona; el Duque de Badajoz, su hija Simoneta –la infanta Pilar acababa de dar a luz a su cuarto hijo- y los Duques de Soria. La infanta Elena y el príncipe Felipe llevaron los velones que el mismo don Juan Carlos se encargó de encender.