Don Felipe y doña Letizia han presidido el solemne funeral institucional que se ha celebrado en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona en recuerdo de las víctimas de la catástrofe del avión de la compañía Germanwings, que se estrelló en los Alpes franceses el pasado 24 de marzo. Un acto religioso en memoria de las ciento cincuenta personas que perdieron la vida cuando viajaban de Barcelona a Düsseldorf.
Medios nacionales e internacionales se habían apostado desde la mañana en torno a la basílica catalana, a la que a partir de las 16:00 de la tarde comenzaron a llegar los familiares -entrando por la fachada de la Pasión y de forma discreta- y una hora más tarde las autoridades -que entraron por la fachada del Renamiento- para presenciar la eucaristía oficiada por el cardenal-arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.
Más de 1.200 personas -600 son familiares y amigos de 52 víctimas- ocuparon el templo junto a autoridades y algunos de los miembros de los equipos de rescate que trabajaron en torno a la tragedia. Especialmente emotivo fue el momento en el que hicieron su entrada 150 estudiantes del Instituto de Educación Secundaria Giola, de Llinars del Vallès, portando cada uno de ellos una vela blanca entre sus manos, una por cada uno de los fallecidos, depositándolas en la escalinata del altar mayor. Estos estudiantes compartieron clase con los 16 alumnos y los 2 profesores fallecidos del Instituto Joseph-Koenig-Gymnasium de Düsseldorf, que estuvieron de intercambion en Barcelona y regresaban a su casa en el avión siniestrado.
En el funeral también estuvieron presentes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el presidente de la Generalitat, Artur Mas y el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, que se encargaron de recibir a los Reyes a su llegada a la Basílica. Así como los presidentes de las Comunidades Autónomas con algún ciudadano fallecido, embajadores, ministros de Alemania y de Francia, representantes de las compañías aéreas involucradas en la tragedia (Germanwings y Lufthansa), representantes de la Gendarmería francesa y autoridades de los pueblos alpinos cercanos al lugar en el que se estrelló el avión.
Además de los 25 sacerdotes concelebrantes y seminaristas de Barcelona y Sant Feliu de Llobregat, en la ceremonia participó un sacerdote ucraniano -ya que una de las víctimas que vivía en Barcelona, era de origen ucraniano- y se encargó de proclamar el Evangelio y algunos cánticos en griego y es que el funeral fue oficiado en castellano, catalán, francés, alemán, inglés y griego.
La ceremonia también contó con una representación de las comunidades evangélica, judía y musulmana, que ocuparon un lugar en el Presbiterio y que tomaron la palabra después de la comunión. Muy emotivas fueron las palabras de Jorge Burdman, rabino de la comunidad judía en Cataluña, que a duras penas pudo reprimir las lágrimas durante su intervención cuando habló de los jóvenes y del futuro, y se despidió recordando que "Dios no creó una religión. Creo a un hombre y a una mujer. Creó un futuro”.
Durante la ceremonia, Martínez Sistach también recordó a las víctimas del terremoto de Nepal y de los naufragios de embarcaciones con inmigrantes en el Mediterráneo, así como las palabras que el Papa Francisco dedicó a los familiares de los afectados por la tragedia aérea.
Después de la homilia tomaron la palabra familiares y amigos de las víctimas, el director del instituto aleman Joseph-Koenig-Gymnasium y algunas de las personas que trabajaron en las labores de rescate o atendiendo a los familiares, unos profesionales que también estaban apostados en el templo en el caso de que alguno de los familiares necesitara apoyo.
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Los Reyes también quisieron hacer llegar su solidaridad, duelo y sentido homenaje a cada una de los familiares y amigos de los que aquella fatídica mañana perdieron su vida a bordo del vuelo 4U 95245, así que terminada la ceremonia dieron el pésame a cada uno de los presentes, algunos de ellos aferrados a fotografías de las víctimas entre sus brazos.
Fueron momentos duros, cargados de humanidad y de dolor, pero también de esperanza, en donde se pudo ver como doña Letizia intentaba alentar y dar calor a algunos de los familiares que lloraban con desconsuelo. Mientras, don Felipe se detenía también con cada uno de ellos, prestando especial atención a los más jóvenes, como a un muchacho abatido al que a duras penas logró arrancarle un ligero gesto de aliento, tras minutos de conversación, o a un niño al que pareció aconsejarle mimar a su madre.
Este es el segundo funeral que se celebra, el primero tuvo lugar el pasado 17 de abril en la catedral de Colonia (oeste de Alemania), en donde, como en Barcelona, 150 velas blancas se depositaron ante el altar mayor en memoria de los fallecidos, incluido una por el copiloto Andreas Lubitz, quien al parecer según la investigación oficial estrelló deliberadamente el avión contra los Alpes.
La tragedia se produjo el 24 de marzo minutos antes de que don Felipe y doña Letizia aterrizaran en París, en donde tenían programada la primera gran visita de Estado de su reinado. Dada la gravedad de los acontecimientos los soberanos y el presidente de la República, François Hollande, suspendieron el viaje y se trasladaron de inmediato al centro de crisis que puso en marcha el Ministerio de Asuntos Exteriores Francés, desde don Felipe y doña Letizia pudieron seguir el minuto a minuto de las tareas de investigación y rescate.