Así fue la romántica boda de Alfonso XII y María de las Mercedes de Orléans

El romance contó con la oposición de la reina Isabel II quien cuentan entró en cólera al conocer que su primogénito quería contraer con la hija de su hermana

Por Hola.com

EL 23 de enero de 1878 a las doce de la mañana contraían matrimonio el rey Alfonso XII con doña María de las Mercedes de Orleáns y Borbón en la real Basílica de Atocha. Fue la boda más romántica del siglo, el bello colofón de una apasionada historia de amor. Los jóvenes se conocieron cuando ella era un bebé y él apenas llegaba a los dos años de edad. María de las Mercedes nació y fue bautizada en El Palacio Real debido al deseo de Isabel II de apadrinarla. A su bautizo precisamente asistió el que se convertiría en su esposo, Alfonso. Sin embargo, fue en su época de estudiante en Viane cuando monarca español quedó prendado de María de las Mercedes. ‘Cuando la vi, me di cuenta de que la quería desde antes de haberla conocido. Desde el primer instante comprendí el porqué de mi existencia’ comentó el joven monarca a un compañero de estudios.

La Reina montó en cólera
Dicen que fue en el transcurso de una reunión familiar cuando contra a todo pronóstico surgió el flechazo entre los primos carnales, Alfonso y Mercedes. Cuentan también que la reina Isabel II montó en cólera al conocer que su amado Alfonso quería casarse con la hija de su hermana y del Duque de Montpensier, que tanto había instigado para destronarla. Sin embargo nada frenó al joven monarca español en su empeño. Ni la oposición de su madre, la reina Isabel II, que no quería que una hija del Duque de Montpensier, llegara a ser Reina de España, y que decía: “No tengo nada contra la infanta, pero Montpensier no transigiré nunca”, ni la oposición del Gobierno, que buscaba una princesa europea, consiguieron disuadir a Alfonso XII.

El debate en las Cortes
El asunto se debatió en las Cortes hasta que uno de los ministros salió en defensa de los enamorados diciendo: “La infanta doña Mercedes está fuera de toda discusión: los ángeles no se discuten”. Se cumple entonces la profecía de una gitana que leyó la mano de la adolescente Mercedes unos meses antes de que los primos se encontraban y se anuncia el enlace. La noticia de un matrimonio por amor tan inusual en aquella época en las cortes europeas encandiló a los españoles. La joven que por aquel entonces tenía sólo diecisiete años además de ser princesa, era española y guapa. Quizás por ello el pueblo de Madrid cariñosamente la apodó ‘Carita de cielo’.

Fue un enlace de grandes festejos, no en vano la pareja se casaba por amor y su historia, llena de romanticismo, enterneció a los españoles que gustaban de oír las historias de palacio. “Quieren hoy con más delirio/ a su Rey los españoles/ pues por amor va a casarse/ como se casan los pobres”, rezaba una coplilla de la época. El triste final de María de las Mercedes, que murió a los dieciocho años de edad, hizo más todavía que aquella real y verídica historia de amor permaneciera en el corazón de la calle.

Los preparativos para la boda
La mayoría de las Diputaciones Provinciales decretaron alguna construcción para la provincia con motivo del enlace real: carreteras, hospitales, iglesias, escuelas... Madrid, por su parte, se vistió de gala y durante semanas se realizaron diversas obras para que la capital luciera en todo su esplendor. Del mismo modo se concedieron algunos indultos con motivo del enlace real. El mismo día, y para que el pan no faltara en ninguna familia, por pobre que fuera, éste se incluyó como limosna en el programa de actos públicos.

El mismo día de la boda se organizaron toda una serie de festejos: a las dos de la tarde se celebró un desfile de las tropas de la guarnición en la plaza de Oriente; a las ocho de la noche, hubo funciones de convite organizado por el Ayuntamiento en los teatros Español, Zarzuela, Apolo, Comedia, Novedades, Alhambra, Variedades, Martín e Infantil; se encendieron cientos de lámparas para iluminar la capital... Un corresponsal francés, impresionado con la belleza de las luces, calculó en "diez mil francos" el gasto que podían generar.

En la Puerta del Sol, las dos farolas centrales eran de luz eléctrica y según algunos diarios daban un esplendor como el de la luna llena en las noches de verano. La fuente de Neptuno, en su base, aparecía rodeada de mecheros de gas encerrados en globos de cristales de colores. El tridente estaba también dibujado con luces de gas. La fuente de Cibeles, por su parte, también estaba rodeada de un círculo de globos de cristales de colores y largos mecheros surtidores brotaban del fondo del agua.

El ajuar de la novia fue enteramente confeccionado en España, y no podía ser de otra forma al tratarse de una futura Reina de España. El vestido fue costeado por Alfonso XII y costó treinta y dos mil quinientas cuarenta y seis pesetas. Los zapatos que le acompañaron fueron planos para que no pareciera más alta que el Rey. Por lo demás, la novia portaba ricas joyas; destacaban por su hermosura, las perlas y los diamantes.

El discurso del rey
Alfonso XII dirigió a la Comisión del Congreso de los Diputados un discurso con motivo de su enlace, en el que entre otras cosas decía: “Señores diputados, el enlace que voy a contraer, inspirado al propio tiempo que por los más puros afectos del corazón por el conocimiento de las altas prendas que adornan a la que ha de compartir conmigo el Trono de San Fernando y de la Católica Isabel, del mismo modo que motiva vuestros entusiastas plácemes, alcanza sin duda los del país, a quien legítimamente representáis, y merece la unánime felicitación de las potencias amigas...”

Madrid, engalanado
El día de la boda, con Madrid totalmente engalanado, el Rey salió del Palacio Real a las diez y media con toda la comitiva, tomando la calle Mayor, la Puerta del Sol, la carrera de San Jerónimo, el paseo del Botánico y paseo de Atocha hasta la Basílica de Atocha. El cortejo de la novia salió del Palacio de Aranjuez y llegó en tren a la estación de Atocha desde donde se trasladó a la basílica. La desposada había salido a las nueve de la mañana de Aranjuez y su tren había parado en los principales pueblos de la Comunidad de Madrid, en ese entonces: Ciempozuelos, Pinto, Getafe... para que los vecinos de estas localidades pudieran ver a la novia. La contrayente tardó en llegar a Madrid una hora y siete minutos.

La ceremonia tuvo lugar en la Real Basílica de Atocha, iluminada para la ocasión con más de mil cirios y fue oficiada por el cardenal Benavides. Don Francisco de Borbón, padre del monarca, ejerció como padrino y la madrina fue la infanta Isabel -en principio iba a ser doña Cristina, abuela del Rey, pero tuvo que ser sustituida en el último momento, debido a una indisposición-.

Ya casados, Alfonso XII y doña María de las Mercedes regresaron al Palacio Real después de hacer un espléndido recorrido por el paseo de Atocha, el Botánico, el paseo del Prado, la calle de Alcalá, la Puerta del Sol, la calle Mayor y el Arco de la Armería. La lujosa carroza en la que iban los novios llevaba en el techo la corona real y estaba tirada por ocho caballos españoles.

Los invitados
Al enlace real acudieron las infantas doña María del Pilar,doña María de la Paz y doña María Eulalia; los infantes duques de Montpensier con sus hijos, la infanta doña Cristina, viuda del infante don Sebastián; los embajadores y enviados extraordinarios, el Cuerpo Diplomático acreditado en Madrid, ministros y altos dignatarios de la Corte, capitanes generales del Ejército, caballeros del Toisón...

Los regalos
Muchos de los regalos de boda que el pueblo quiso hacer a los novios se reunieron en las oficinas del periódico La Correspondencia. Hubo presentes de todo tipo, desde un aparato ortopédico hasta libros sobre estudios topográficos.

Para cubrir el lecho de los Reyes en su noche nupcial se utilizó una joya de la tapicería española: se trataba de un tapiz bordado en oro que fue confeccionado en la Real Fábrica de Tapices de Madrid, levantada en el reinado de Carlos III expresamente restaurada con motivo del enlace de Alfonso XII.