Cumplió con sus obligaciones como consorte de la Reina y a su disposición estaban también la colección de residencias reales, sin embargo, el refugio de Henrik de Dinamarca, de hecho se escapaba para allí siempre que podía, era en Cahors, la comuna francesa en la que se estableció siendo un niño, cuando su familia dejó Vietnam.
El Príncipe regresaría a estudiar a Hanoi con 16 años y recibiría una educación cosmopolita, sin embargo en cuanto pudo regresó a Cahors. En 1974, la Reina y su marido compraron el Chateau de Cayx, al que sometieron a una profunda renovación y en cuyos viñedos, 21 hectáreas en total, plantaron uvas moradas, principalmente de la variedad malbec. En estos viñedos disfrutó de los suyos, escribió poesía y puso en marcha una producción de vino con la que se ha brindado en infinidad de ocasiones en el Palacio de Amalienborg, por ejemplo, durante la boda de Federico y Mary.