La princesa Mary ocultó sus ojos con ambas manos; el príncipe Christian se quedó petrificado; la princesa Isabella ahogó un grito con una mano, y los mellizos, los príncipes Vincent y Josephine, se quedaron con la boca abierta. Bajo sus ojos, enmarcados por el emblemático mirador del Hermitage, acababa de producirse un aparatoso accidente.