El próximo 16 de abril la reina Margarita de Dinamarca cumplirá los 85 años, una fecha redonda que en otro tiempo habría sido un motivo para traer botellas de su chateau, invitar a todas las casas reales de Europa y dar una gran fiesta en uno de los palacios de Copenhague, pero ahora las cosas han cambiado. Desde hace un año el jefe del Estado es su hijo, Federico X, y las grandes celebraciones ahora se organizan para las nuevas generaciones: la próxima será por los 18 cumpleaños de la princesa Isabella. Así que este aniversario será para la reina danesa algo discreto y sobre todo privado. Lejos queda el tiempo en el que la realeza aterrizaban en Dinamarca y lucían sus joyas en su honor, como sí sucedió cuando cumplió los 75 años y la reina Letizia acudió al Palacio de Christianborg con la tiara Princesa, una joya que solo ha llevado en público en esa ocasión.
'Entre todos tenemos que conseguir una buena fiesta'
La corte real danesa ha explicado los planes previstos para el cumpleaños de la que fue jefa del Estado hasta el 2024: la banda de la guardia real le tocará el cumpleaños en el Palacio de Fredensborg y ella, acompañada por miembros de la Familia Real que no se han confirmado, asistirán a ese concierto desde la escalera principal del palacio. Los ciudadanos están invitados a presenciar esa celebración y el resto continuará en el interior del palacio a puerta cerrada, un almuerzo ofrecido por los reyes Federico y Mary para la familia y una cena con familiares, amigos y representantes de la Corte. No habrá cena de gala ni joyas ni invitados extranjeros, a juzgar por el comunicado. Son unas celebraciones reflejan lo evidente: la reina Margarita ahora ocupa una segunda fila y su hijo Federico, con un reinado en fase de consolidación, tiene que seguir siendo el protagonista.
Hay que recordar que su última gran fiesta se frustró por la pandemia, estaba programada para abril de 2020, con el fin de “celebrar la vida y la obra de la jefa del Estado de Dinamarca”, e incluían una exposición sobre su figura, dos cenas de gala, una rueda de prensa y un crucero. Sin embargo, nada de esto fue posible, aunque de algún modo hizo historia al dejarse ver en camisón mientras sus empleados le cantaban el cumpleaños feliz. Dos años después, el aumento de contagios también le llevaron a rediseñar las celebraciones de sus cincuenta años en el trono. Finalmente, como ella misma reconoció, descubrió que un cumpleaños discreto y familiar tampoco estaba mal.
Recordamos su última gran fiesta: cuando cumplió los 75 años con toda la realeza
Entonces hay que remontarse hasta abril de 2015, hace diez años, y su 75 cumpleaños, para encontrar la última gran fiesta que se dio en el Palacio de Christianborg en su honor. Todo comenzó con una frase de la soberana: "Entre todos tenemos que conseguir una buena fiesta". Margarita II deseaba que su cumpleaños fuera inolvidable y su país no le falló. Durante una semana llena de homenajes, recibió muestras de cariño que reflejaron la fuerza de la Monarquía danesa. La celebración culminó en una cena de gala espectacular para su 75º cumpleaños, con la asistencia de reinas y princesas europeas luciendo joyas deslumbrantes.
La reina Letizia estrenó en el cumpleaños de Margarita III una tiara que guardaba en su joyero personal desde 2006 y que se ha vuelto a poner en público
A pesar del frío y la amenaza de lluvia en Copenhague, la reina Margarita, hizo su entrada con un impresionante vestido rojo, recorriendo el pasillo flanqueado por los Alabarderos. Sin embargo, la ausencia del príncipe consorte, Henrik de Dinamarca, fue notable. La versión oficial es que estaba enfermo, pero él mismo explicó ante medios de comunicación franceses que estaba disgustado por el papel y el trato que estaba recibiendo de una institución por la que nunca se había sentido valorado. Hay que recordar que Henrik de Dinamarca, que falleció en el año 2018, siempre tuvo el deseo de ser nombrado "rey consorte", una figura que no existe en las monarquías, como si sucede a la inversa en el caso de las mujeres, que sí pueden ser reinas consortes.
Ese era el gran día de Margarita, pero el protagonismo fue para otros, ya que esa fue la primera gran celebración de la realeza para una nueva generación de reyes, los España, Holanda y Bélgica, que habían llegado al trono en los años anteriores y se daban cita, por primera vez, convertidos en jefes de Estado. Para don Felipe y doña Letizia, que habían debutado como pareja precisamente en Copenhague once años antes, el 14 de mayo de 2004, cuando acudieron a la boda de Federico y Mary en las vísperas de la suya propia, ese paso por Dinamarca fue clave, ya que fue su presentación como reyes delante de la realeza.
La sorpresa fue máxima, ya que después de nueve años, la reina Letizia estrenó la tiara de lis, emblema de los Borbones, que guardaba en su joyero personal desde 2006, el año en el que don Felipe se la regaló, una pieza que la reina llevó a Dinamarca hace diez años y que no ha vuelto a lucir en público. La diadema Princesa está realizada en oro blanco con pequeños roleos en media luna y lleva engastados 450 diamantes de talla brillante y cinco pares de perlas australianas, que fueron elegidas entre 3.000 gemas.