Tan inesperada cómo fue la abdicación de Margarita II, está siendo la irrupción de la nueva reina, Mary de Dinamarca, en el joyero danés, sujeto a una normativa compleja que le deja un acceso limitado, ya que el grueso de las piezas que conocemos pertenecen a la familia y no a la corona. Sin embargo, la mujer de Federico X ha vuelto a sorprender, en su viaje de Estado a Finlandia, con una peculiar diadema de oro combinada con un brazalete, pendientes y broche que cuentan una historia peculiar con muchos matices. Aunque algunos se han referido a estas joyas como un "conjunto", no lo son, ha sido ella la que ha decidido combinarlas así y no solo las ha rescatado de un olvido de 140 años, es que además ha mezclado las joyas de una reina con las de una amante. La reina danesa, que nació en Australia y a la que le dejaron claro que todo era prestado, cuando le hicieron firmar un segundo acuerdo en caso de divorcio, estando embarazada de su primer hijo, proyecta cada día una imagen más poderosa y libre. Lo mejor de todo es que su reinado no ha hecho más que empezar y ya es la "pieza" que más brilla.
La Casa Real danesa sabía que la expectación sería máxima y compartió el origen de las joyas horas antes de su aparición en Helsinki
Estrenar dos tiaras con carácter histórico y que no hayan sido llevadas por la reina anterior es sus 52 años de ejercicio, no es fácil, pero una reina con origen plebeyo y un joyero relativamente reducida lo ha hecho dos veces en cuestión de tres meses. Si el pasado diciembre no sorprendió con la reconversión de unos diamantes que convirtió en una tiara bastante moderna y funcional, ahora ha doblado la apuesta. La propia Casa Real danesa sabía que la expectación sería máxima y compartió el origen de las joyas horas antes de su aparición en Helsinki evitando así que se fundieran los teléfonos de la institución a base de llamadas que preguntaran por la procedencia de las joyas y tirando del hilo los detalles son asombrosos.
Margarita II nos hizo creer que solo había dos posibilidades: joyas del Estado o joyas de la familia, pero la reina Mary ha descubierto una tercera vía
Mary de Dinamarca estrenó una tiara de oro con gemas antiguas que perteneció a una consorte anterior, la reina Carolina Amalia, mujer de Chrisitan VIII y la institución calcula que la pieza se hizo alrededor de 1820. ¿Qué nos cuenta esta joya? Para empezar, que pertenece a la colección museística del Castillo de Rosenborg, que es el lugar donde se guardan las joyas de la Corona danesa, pero no está catalogada como tal, ya que de ser así, no podría salir del país y Mary no habría podido viajar con ella a Finlandia. Este detalle es importante, porque la reina Mary ha abierto con esta maniobra una nueva posibilidad que hasta ahora se desconocía.
Sobre el joyero de su suegra, Margarita II, una reina por derecho propio, siempre hemos sabido que había dos posibilidades: por un lado, estaban las joyas de la Corona de Dinamarca, que no son muchas, pertenecen al Estado y solo puede usar una reina dentro de las fronteras danesas; y, por otro lado, estaba el grueso de la colección familiar que pertenece a un fideicomiso y que es una cuestión privada, allí están las piezas que Margarita recibió como regalo a lo largo de una vida de reina o que heredó de sus padres y que es libre de prestar o no, a excepción de algún conjunto, como de perlas, que por tradición familiar solo llevan las reinas.
Hay que recordar que la reina Margarita siempre ha sido generosa con sus hermanas, la reina Ana María de Grecia y la princesa Benedicta de Dinamarca, y también con sus sobrinas, griegas y danesas, ya que todas son descendientes del matrimonio formado por los reyes Federico IX e Ingrid de Dinamarca, que a su vez era princesa de Suecia y llegó ya provista de un buen joyero. No obstante, en lo que respecta a sus nueras, la reina Margarita salió muy escarmentada del primer divorcio de su hijo, el príncipe Joaquín, ya que fue entonces cuando la reina Margarita por sentencia judicial perdió la tiara que le había regalado su abuela paterna (otra reina) con motivo de su 18 cumpleaños.
Hasta aquí las dos opciones que había: joyas de Estado o joyas familiares, sin embargo, la reina Mary de Dinamarca ha comenzado a explorar las posibilidades que ofrecen todos los tesoros expuestos en el Castillo de Rosenborg, lugar abierto al público como museo y que durante siglos guardó tesoros preciados de los reyes y reinas daneses con distinto tratamiento y propiedad. Así fue como dio con estas "nuevas" joyas, algunas catalogadas en la sección de "Objetos" de la Sala I del Castillo, a las que nadie había prestado atención en un siglo y medio, quizá por tener acceso a joyas más espectaculares como las que tiene la familia.
Las nuevas joyas de la reina Mary al detalle
La reina Mary eligió una tiara de aire medieval que perteneció a otra consorte, la reina Carolina Amalia (1796-1881). La tiara fue creada alrededor de 1820 para la mujer de Christian VIII, que reinó entre 1839 a 1848. Las 11 gemas engastadas fueron recolectadas por el esposo durante un viaje de la pareja a Italia, donde visitaron Roma y las antiguas excavaciones de Pompeya. Las joyas reflejan el gusto clasicista de la época y estaban pensadas para el uso diario, más que para un gran acontecimiento o una cena de gala.
Las gemas fueron recolectadas en Italia, el diseño refleja el gusto clasicista de la época y fue creada para un uso diario
El brazalete está realizado en oro y decorada con piedras semipreciosas de la zona del Vesubio
Para completar el conjunto escogió un espectacular brazalete con piedras del Vesubio que perteneció a una princesa con la que comparte nombre, Guillermina María de Dinamarca y Noruega (1808-1891), que fue la primera mujer del que más tarde sería el rey Federico VII. El brazalete fue adquirido por su marido durante un viaje en 1828, poco antes de su boda, y está realizada en oro y decorada con piedras semipreciosas de la zona del Vesubio, se presentó en una caja con la romántica inscripción escrita en francés que decía: “Es desde lo alto del ardiente Vesubio que mi corazón vuela hacia ti. 24 de abril de 1828”. Después del divorcio en 1837, la princesa conservó el brazalete, pero más tarde pasó a formar parte de la Colección Real. En contra de todo calculo, la reina danesa completó la puesta con los pendientes y las joyas de la condesa Danner (1815-1874), que no fue otra que la amante de ese mismo rey, una mujer sin una gota de sangre real, pero con la que terminó casándose ante el disgusto y la oposición de los círculos monárquicos que le hicieron saber que no era bien recibida.
La condesa Danner no fue valorada en vida por no tener sangre real, pero su figura ha sido valorada por la historia
No es la primera vez que la reina Mary lleva una joya de la condesa Danner, ni tampoco que reivindica su figura, ya que en noviembre del año pasado usó el broche para inaugurar una escultura en su memoria. La condesa no fue valorada en vida, pero como hija de madre soltera, criada en la pobreza y despreciada por la clase alta, invirtió la herencia que le dejó el rey Federico VII tras su muerte en crear un hogar de acogida para madres solteras y la Dinamarca de ahora sí valora su figura. También hay que señalar que estos pendientes de oro engastados con citrinos, amatistas, perlas y diamantes, que fue un regalo de cumpleaños de su marido en 1860, no es la única joya suya que hay en el Castillo de Rosenborg, así que podría ser cuestión de tiempo verlas de nuevo.