Quedan ya pocos hitos por completar en su primer año en el trono, que Federico X celebrará el próximo mes de enero. Uno de ellos era presidir un banquete de Estado como el que este martes ha acogido el palacio de Christianborg en honor a Halla Tómasdóttir y a su marido, Björn Skúlason, de visita en el país. Para la ocasión, Mary de Dinamarca ha recurrido a una verdadera 'tiara de reina' que luce por segunda vez y a un vestido azul eléctrico, uno de sus colores fetiche, que es una exitosa reinvención de varias piezas de su armario. Con la insignia de la Orden Islandesa del Halcón como deferencia hacia sus invitados, los reyes Federico y Mary han dado comienzo a su primera cena de gala en honor a un jefe de Estado extranjero en la que no han faltado detalles especialmente sentimentales y no solo porque coincide con su 21º aniversario de boda.
Decimos que la tiara de la Reina, que ya lució en su visita de Estado a Noruega, es efectivamente de reina porque se trata de una de las piezas que pertenecen al fideicomiso de la Familia Real, creado por el rey Federico VIII en 1910 con el propósito de que ningún objeto de valor quedara fuera de la casa. Pasan de rey a rey y no es posible venderlas ni hipotecarlas. Esta joya, por tanto, pertenece al conjunto de Perlepoire que la reina Margarita legó a su nuera una vez que su hijo llegó al trono. Era una de sus favoritas y la lució en muchos de sus retratos oficiales y también en la última recepción de Año Nuevo que presidió.
La primera reina en utilizarla fue Luisa de Dinamarca, esposa de Federico VIII, que la cedió a su hijo Christian X y su mujer Alejandrina, abuela de Margarita, que a su vez la recibió de su madre, la reina Ingrid. En el libro El joyero de una reina, la antigua monarca recuerda que la estrenó en su primera fotografía oficial, en febrero de 1972.
Volviendo al palacio de Christianborg, esta noche Mary ha combinado la espectacular e histórica pieza de perlas con un vestido formado por un corpiño de pedrería de Jesper Høvring que ya lució en el 18º cumpleaños de su hijo Christian y una falda de raso con volantes que rescata de su armario tras 19 años. Se trata de una creación de Yves Saint Laurent que lució en los años 2004 y 2005.
Acompañaba a los anfitriones la princesa Benedicta, con un favorecedor vestido entallado azul celeste y la tiara Fringe zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg, una de las grandes joyas de la familia de su marido. Margarita de Dinamarca continúa de baja tras sufrir una caída, aunque esta mañana sí ha estado en Amalienborg para reunirse con la presidenta islandesa y su marido. La visita, fuera de agenda, se trató de un encuentro privado por expreso deseo de la Reina, según explicó la portavoz de la Casa Real.
El banquete ha tenido lugar en el Gran Salón, decorado con 17 tapices modernos de Bjorn Norgaard que representan los momentos más significativos de la historia danesa. La decoración floral muy otoñal e inspirada en los colores de dichos tapices consistía en rosas, crisantemos, hortensias y otras flores grandes que ha ayudado a seleccionar Mary de Dinamarca y han servido de marco perfecto para el viaje gastronómico que han preparado.
Un recorrido gastronómico por la historia
La mandataria islandesa Halla Tómasdóttir -que ha apostado también por la pedrería con un vestido dorado- y su marido, así como la larga lista de invitados que siempre engrosan estas citas, han disfrutado de un menú de tres platos que ha pretendido no solo conquistar paladares sino también ser una oda a Dinamarca y a la Familia Real.
Según detalla el diario Billedbladet, ha comenzado con entrantes compuestos por bacalao del mar del Norte y algas de Isefjord, remolacha en escabeche, col con mayonesa de cítricos y queso ahumado. Con el plato principal ha llegado el primer guiño a la tierra gracias a un ballotine de pollo de Grasten, lugar de veraneo por excelencia de los Reyes y su familia. Acompañabna al pollo unos rebozuelos de Tren Skov, donde la pareja real tiene un pabellón de caza, y tubérculos variados del jardín del palacio de Fredensborg, otra de las residencias reales. De postre, los invitados han disfrutado de una crema bávara y albaricoques encurtidos de la tienda del castillo de Grasten. Todo ello, regado con vinos franceses de Cahors, entre los que se encontraba uno del Chatreau de Cayx, el refugio galo del príncipe Henrik.
Este primer banquete de Estado que Federico y Mary presiden como Reyes es el colofón al primer día de la visita de la pareja presidencial de Islandia, que fue recibida en la terminal de cruceros de Norder Toldbod por sus anfitriones para dirigirse en carruaje a Amalienborg, donde tuvo lugar la bienvenida oficial. Allí Tómasdóttir y su marido se encontraron con Margarita de Dinamarca, para después visitar con los Reyes un centro cultural islandés y la universidad de Copenhague.