La reina Margarita habló de la primera vez que vio a Mary Donaldson en su libro Margrethe. Una obra de carácter autobiográfico resultado de 50 horas de conversación con la periodista Annelise Bistrup, en los palacios de Amalienborg, Fredensborg y Marselisborg. A ojos del mundo, la princesa que llegó de Australia había tenido que pasar todas las pruebas -sin un solo paso en falso-, y aun así siempre quedó la duda de que no había sido del todo bien recibida por la Soberana. De hecho, no fue hasta 2019 cuando Margarita II, en un gesto insólito, despejó todas las dudas cuando la nombró Regente, un papel reservado tan sólo para la familia real en la línea directa de sucesión al trono. Mary era de verdad una hija para la Reina.
A lo largo del capítulo en el que habló de su nuera, se hace evidente que estaba especialmente sensibilizada con el hecho de que ésta perdiera a su madre - Henrietta Donaldson murió en el transcurso de una operación de corazón en 1997- siendo aún tan joven. “Sentí que, si de alguna manera podía convertirme en una madre para ella, lo haría realmente encantada. Me acordé de mi propia madre, que a los 10 años sufrió lo indecible al perder a la suya... Por eso, para mí, para toda nuestra familia, fue importante que la Princesa supiera que si me necesitaba podía contar conmigo, con nosotros. Sí, porque todos aprobamos la elección y nos esforzamos para que se sintiera realmente bienvenida”.
“Vi a Mary Donaldson por primera vez en el verano de 2003. Una tarde Federico me llamó por teléfono:
–Mamá, ¿por qué no te pasas por aquí a tomar un té?
–¿Quieres que conozca a Mary?
–Sí.
–Me muero de ganas, me encantaría”.
“Me sentía contenta y expectante, y no estaba demasiado preocupada o nerviosa. Su increíble discreción y su apariencia tranquila -a pesar de la insistente curiosidad mostrada por la prensa que seguía cada uno de sus pasos- me decían que debía de ser una muchacha totalmente fuera de lo corriente... No hice preguntas especiales en ningún caso, pero después de aquel té supimos que la relación era definitiva...”
Sobre ese momento, Mary contaría muchos años después: “Una tarde, el príncipe Federico me dijo: “Ah, mañana viene mamá a tomar el té”… ¿Qué? Ya sabes, necesito prepararme para esto. No es simplemente… ¿Qué debo hacer? ¿Qué decir? ¿Qué debo ponerme?“, le preguntó. Su respuesta fue clara: ”Probablemente deberías hacerle una reverencia ”. En ese momento, Mary de Dinamarca, le pidió ayuda: “¿Una reverencia? De acuerdo. ¿Puedes enseñarme cómo? Así que aprendí la reverencia de mi marido. Fue muy gracioso verlo: Así es como te inclinas”.
Sobre los siguientes encuentros con Mary, Margarita II elige el de “ las Navidades que pasamos en Marselisborg . Tuvimos ocasión de tenerla entre nosotros, en el seno de la familia, durante varios días. Estábamos todos y nos comportábamos como solemos hacerlo. La observábamos, pero también Mary tenía que ver a dónde había ido a parar y averiguar si se atrevía a quedarse en una familia semejante. Llevaba un año en Dinamarca y ya sabía cómo éramos” (...) “Debe de ser duro llegar a un nuevo país y tener que ocupar un nuevo puesto... Pero la Princesa está haciendo un gran trabajo, a pesar de que en un principio pensó que su nuevo papel iba a ser muy difícil, y yo soy una suegra orgullosa”.
“Gracias a Mary”, continúa la Reina, “Federico ha madurado, especialmente. Se ha vuelto más abierto. Sonríe con mucha más facilidad y la gente, sobre todo en los últimos años, le recibe con mucho afecto y calor. Pero también nos damos cuenta de lo que representa la pareja... Mary tiene un carisma muy especial que también entusiasma a Federico. Hacen una pareja estupenda”.