Una nueva era comienza. Dinamarca ha despedido a una Reina muy querida, pero ha ganado dos Reyes que levantan pasiones . Desde el pasado domingo 14 de enero, la responsabilidad de la nación recae en Federico X. Su Majestad ha abrazado el destino que tanto temió cuando era joven.
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Los daneses adoran la Monarquía, confían en su nuevo Rey y ven a Mary como la joya de la corona. Por eso, antes de que saliera el sol, a la vez que empezaba a haber vida en las habitaciones de Amalienborg, cientos de ciudadanos cruzaban calles y puentes para ser testigos de un cambio de trono inesperado. Y quedaban muchas horas por delante, porque no fue hasta pasadas la 13:30 de la tarde cuando la Familia Real puso rumbo al palacio de Christiansborg, marco de la ceremonia.
Casi 300.000 daneses salieron a las calles de Copenhague: despedían a una Reina muy querida y ganaban a dos Reyes que levantan pasiones
Los todavía príncipes herederos recorrieron Copenhague en un Rolls-Royce de 1958, seguidos de otro coche en el que viajaban sus cuatro hijos y, detrás, iba Margarita. Arropada en su viejo abrigo de piel, la Reina desfiló por las calles en el carruaje de las bodas de oro ‘Guldbryllupskareten’, con una mirada de nostalgia y la mano enguantada saludando a Dinamarca.
Cuando asumió el trono, en 1972, vestía de luto porque el Rey Federico IX acababa de morir, pero, en honor a su hijo y al futuro, la Reina eligió un traje en color magenta y dos joyas muy queridas: la herradura que le regaló su padre y usó el día en el que fue proclamada Reina y los pendientes de diamantes y rubíes con los que la sorprendió su marido, el príncipe Enrique —falleció en 2018— por su 50 cumpleaños.
Un hecho extraordinario
A las 14:00 horas, el palacio de Christiansborg, sede oficial de la Corona y de los tres poderes del Estado, acogía un hecho tan corto (cinco minutos) como extraordinario: el ‘Tronskifte’ (cambio de trono). En una sesión extraordinaria del Consejo de Estado, presidida por la primera ministra Mette Frederiksen, Margarita II firmaba la Declaración de Abdicación y daba paso a Federico como nuevo monarcaponiendo fin a 52 años de reinado, que cumplía ese mismo día.
Fue difícil decir adiós y Margarita II, muy emocionada, apenas pudo contener las lágrimas cuando entregó el trono a su hijo Federico
La Reina ocupó por última vez su lugar a la cabecera de la mesa, contuvo las lágrimas —fue difícil decir adiós— y, nada más alzar la pluma, miró a su hijo, quien inclinó la cabeza ante ella. Segundos después, Margarita II le indicaba su puesto en la mesa, mientras su nieto Christian le acercaba el bastón antes de situarse a la derecha de su padre, ocupando el asiento permanente en el Consejo de Estado y asumiendo su papel ya como el nuevo heredero al trono. Un destino que abraza convencido y con la ilusión de “encontrar el camino, aunque este conduzca a un lugar conocido”, como dijo el pasado 15 de octubre, cuando alcanzó la mayoría de edad.
Tras firmar su abdicación, de pie, se despidió con un “Dios salve al Rey”. En la siguiente imagen se la vio abandonando la sala, mientras comenzaba un nuevo capítulo para Dinamarca
Así se escribe la historia. Nadie vio venir la abdicación de Margarita, ni siquiera el ahora Rey, que lo supo tan solo tres días antes de que su madre lo comunicara en su discurso de Año Nuevo.
La soberana pasa página. Una decisión sin precedentes que no se había producido desde Erik III (1146) —es la primera monarca que abdica en 900 años— y que plantea interrogantes. ¿Por qué ahora? Nadie lo sabe. Al igual que la Reina de Inglaterra, esperaba convertirse en la soberana —la supera Christian IV, que fue Rey casi 60 años— que más tiempo ocupó el trono de Dinamarca. De ahí que, en cuanto surgía la pregunta “¿para cuándo el retiro?”, solo necesitaba tres segundos para despejar todas las dudas: “Te quedas mientras vivas”. Finalmente no fue así, pero los daneses no solo lo entendieron, sino que lo celebraron, porque podrá disfrutar de sus últimos años sin el peso de la Corona y ayudando a consolidar el reinado de Federico X. El hijo querido al que quiso ver sentado en la “silla” de mando antes de abandonar la sala. Quería “llevarse” esa imagen —la de la continuidad con el Rey y el heredero— y cuando la tuvo dijo: “Dios salve al Rey” (‘Gud bevare kongen’). Comenzaba una nueva era para Dinamarca.
‘Juego’ de trono
A las 14:30, Federico y Mary ofrecían su primera recepción como Reyes, mientras que Margarita II regresaba a su residencia del palacio de Amalienborg. Era la despedida al son de las campanas, entre un océano de banderas y de ciudadanos con coronas de cartón y plástico, túnicas rojas y sombreros vikingos diciendo adiós a su Reina, aunque es muy probable que la vuelvan a ver sentada en el trono. Tras su abdicación, Margarita II seguirá conservando su título de Reina, el tratamiento de Su Majestad y será una de las elegibles para asumir la jefatura del Estado: cuando los Reyes y el príncipe Christian viajen al extranjero (ya sea en visita oficial o por vacaciones), podrá ser regente, al igual que su hermana Benedicta y su otro hijo, el príncipe Joaquín, aunque ahora viva muy lejos del reino. Así ha quedado establecido.
Más del 80 por ciento de los daneses apoya a la monarquía y Margarita, además de muy querida, es todavía, con permiso de Mary, la figura más popular de la Familia Real. A Dinamarca le gustaba (y gusta) su franqueza, que dijera verdades como puños, lo que pensaba, su valentía, que se “quitara” la corona para hablarles de su vida, que fuera tan genuina y reconociera cuando se equivocaba. Sin olvidar cómo equilibró tradición e innovación, afrontó las sucesivas crisis y llevó a la Monarquía al siglo XXI de forma segura.
Cuando salió al balcón del palacio de Christiansborg para ser proclamado por la primera ministra danesa volvió a llorar, igual que el día de su boda, hace casi 20 años
Proclamado rey en el balcón
En una inusual escena, a la tristeza del adiós a la Reina se unía la ilusión del nuevo reinado que la familia vistió de emociones y color, con el Rey como protagonista de un día histórico. Detrás de escena, se le vio en un vídeo compartido por la Casa Real tomando aire y soplando… Y con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos cuando salió al legendario balcón para ser proclamado por la primera ministra danesa, con 100.000 personas aclamándolo.
Tomando aire y con un nudo en la garganta, Federico se dirigió por primera vez a su pueblo, leyendo un discurso que llevaba guardado en el bolsillo de su pantalón
Eran las tres de la tarde cuando Mette Frederiksen anunció el cambio en el trono desde el palacio de Christiansborg. El marco ceremonial en el que han tenido lugar todas las ceremonias de investidura a excepción de las de los Reyes Federico VIII (1906) y Christian X (1912), por estar el edificio en obras.
‘Un rey que nos importa’
“Hoy es domingo 14 de enero de 2024. Su Majestad la Reina Margarita II ha abdicado. En nombre del reino, quiero expresarle mi más sincero y afectuoso agradecimiento”, dijo Frederiksen. “Gracias por conectarnos con el pasado y prepararnos para el futuro… Cada Reina y cada Rey es un eslabón de una cadena de más de mil años… Saludamos al nuevo jefe de Estado con alegría por su vida y trabajo: es un Rey que conocemos. Un Rey que nos importa. Un Rey en el que confiamos”. Y, después, siguiendo la tradición, exclamó tres veces desde el balcón del palacio de Christiansborg: “Su majestad Margarita II ha abdicado. Larga vida a Su Majestad el Rey Federico X”, seguido de nueve hurras en honor del nuevo monarca, que repitió una marea humana.
“Necesito todo el apoyo que pueda recibir de mi amada esposa, de mi familia, de ustedes y de aquello que es más grande que nosotros. Afronto el futuro con la certeza de que no estoy solo”
Sin cetro ni corona
La tradición continuaba. Federico se convirtió en Su Majestad en una ceremonia sin pompa ni boato. Desde Canuto VI, en 1170, a Christian VIII, en 1840, los Reyes daneses fueron coronados y ungidos porque ascendían al trono por la gracia de Dios, pero, desde que se estableció una Monarquía constitucional, en 1849, el Rey lo es por la gracia del pueblo.
Mary, una Reina de blanco, eligió el taller de moda que la visitó de novia y el mismo color que llevaron la Reina de España, de Inglaterra y de los belgas al llegar al trono
El nuevo ritual se impuso en el siglo XIX y se ha aplicado al detalle y sin cambios. Federico asumió el mando en una ceremonia sencilla en la que, a diferencia de España o de los Países Bajos, ni siquiera se exhibe la regalía: ni coronas de oro con piedras preciosas, ni cetros, ni espadas, ni el trono de colmillo de narval que durante siglos se creyó que era un cuerno de unicornio marino. Todos Los símbolos permanecen en el castillo de Rosenborg, donde se guarda la colección real, con más de 25.000 objetos. Y lo cierto es que, con la emoción y las lágrimas del Rey, nadie echó de menos ni el armiño ni el trono ni la corona real de Christian V, que se coloca en el Castrum Doloris cuando muere un monarca reinante.
El discurso que guardó en un bolsillo
Vestido con el uniforme de gala de la Armada, que fue adaptado a su nuevo rango militar, sacó el discurso de su bolsillo, se puso las gafas de leer y emocionó a los daneses con sus palabras, aunque el lema que ha elegido les ha dado que pensar. “Mi madre, Su Majestad la Reina Margarita II, ha gobernado Dinamarca durante 52 años. Durante medio siglo, ha seguido el espíritu de los tiempos, tomando como punto de partida nuestra herencia común. Siempre será recordada como una monarca extraordinaria”.
Los Reyes protagonizaron una escena romántica nunca vista en una ceremonia de proclamación. Mary le preguntó: “¿Deberíamos hacerlo?”, y se besaron ante un estruendoso aplauso de la multitud
Federico cogía aire a cada momento, mientras su familia —todos abrazados a Mary— seguía sus palabras con el corazón en un puño. “Mi madre, como pocas, supo hacerse una con su reino. Hoy el trono pasa. Mi esperanza es convertirme en un Rey unificador del mañana. Es una tarea que he estado esperando toda mi vida. Es una responsabilidad que asumo con respeto, orgullo y mucha alegría. Me esforzaré por llevarla a cabo con vuestra confianza. Necesitaré todo el apoyo que pueda obtener de mi amada esposa, de mi familia, de ustedes y de aquello que es más grande que nosotros. Afronto el futuro con la certeza de que no estoy solo”.
El príncipe Christian, que celebró su 18 cumpleaños el pasado mes de octubre, y es unos días mayor que la princesa Leonor, se convirtió en el nuevo heredero al trono
Finalmente, antes de guardar el papel, Federico dio continuidad a una tradición que se remonta al siglo XV proclamando el lema de su reinado, que resume los valores que defiende: “Unido, comprometido, por el Reino de Dinamarca”. Nunca dio señales de ser una persona especialmente religiosa, pero llamó la atención que no mencionara directamente a Dios ni a la Iglesia, a diferencia de su madre, cuyo lema fue: “La ayuda de Dios, el amor del pueblo y la fuerza de Dinamarca”, o de su abuelo Federico IX, que clamó un “con Dios por Dinamarca”… Es un Rey diferente, más en sintonía con Federico VII, que reinó con el “eslogan”: “El poder del pueblo, mi fuerza”.
Mary, reina de blanco
Segundos después, Mary aparecía en el balcón, el momento más esperado. Radiante, de blanco, con sus joyas más queridas y una sonrisa de la felicidad. Los Reyes, muy unidos después de la polémica surgida con el viaje a Madrid de Federico y el encuentro con Genoveva Casanova, emocionados de verdad al haber llegado juntos a su destino. Federico, exultante y sin dejar de llevarse la mano al corazón. Y Mary haciendo historia a su lado: de ejecutiva en Australia a Su Majestad.
La princesa Josephine, que acaba de cumplir 13 años, fue una de las grandes protagonistas del histórico día: estaba entusiasmada y buscó refugio en los brazos de sus padres
Marcando el verdadero núcleo de la Familia Real, el heredero se unía también a sus padres, y segundos después, lo hacían sus tres hermanos, Isabella, Vincent y Josephine. Desde allí, junto a sus hijos y con todos los focos puestos en Copenhague, Federico (55 años) y Mary (51) saludaron al mundo como soberanos de Dinamarca, reino que incluye a otros dos países constituyentes: las Islas Feroe y Groenlandia, tras perder Islandia en 1944.
Pero faltaba todavía el beso y, después de entrar y salir dos veces al balcón, llegó el momento de protagonizar una escena romántica nunca vista en una ceremonia de proclamación. Mary le preguntó: “¿Deberíamos hacerlo?”, y se besaron ante un estruendoso aplauso de la multitud.
Federico dijo que la Reina, “mi madre, siempre será recordada como una monarca extraordinaria” y que “mi esperanza es convertirme en un Rey unificador del mañana”
Dos hermanos para dos reyes
En un día de tantas emociones, estuvo junto al Rey su hermano, el príncipe Joaquín, que tiene su residencia en Washington, donde trabaja en el Ministerio de Defensa. Asistió solo, sin la princesa Marie, quien, después de pasar la Navidad en Dinamarca, regresó a Estados Unidos para estar con sus hijos, Henrik (catorce años) y Athena (once). En cuanto a la familia de la Reina, que perdió a su madre siendo muy joven, estuvo representada por su hermana mayor, Jane Alison Stephens, y su marido, Craig Stephens. Es la madrina del príncipe Christian y también viajó al viejo continente el pasado octubre para asistir a su 18 cumpleaños. A sus otros hermanos, Patricia Bailey, de 55 años, y John Donaldson, de 53, Mary los vio recientemente durante el viaje que hizo a Australia y a Nueva Zelanda, en diciembre, aunque no sabía que empezaría el año siendo Reina. En cuanto a su querido padre, John Donaldson, de 82, catedrático de Matemáticas, nacido en Escocia y casado en segundas nupcias con la novelista de misterio Susan Moody, ya no quiere viajar.
Carruaje para sus majestades
A las 15:10, después del saludo de salvas de cañón desde la Batería Sixtus en Holmen, Copenhague, se arriaba el estandarte real en el palacio de Christian IX, donde vive Margarita II, y se izaba en el palacio de Federico VIII, la residencia de los nuevos Reyes. Y 20 minutos después, Federico X y su esposa, la Reina Mary, ponían rumbo a su hogar en el mismo carruaje que había traslado a la Reina. Un landó de 130 años, lacado en negro y con el escudo de armas pintado en ambas puertas, que fue construido a petición de los artesanos de Copenhague, quienes se la regalaron a Christian IX y la Reina Luisa por sus bodas de oro (26 de mayo de 1892).
Los nuevos Reyes regresaron a palacio en el carruaje de las bodas de oro, un landó lacado en negro del que tiraban seis caballos blancos
Carta de Felipe VI y doña Letizia
A la ceremonia de cambio de trono en Dinamarca nunca asisten invitados de otros países, ni siquiera los representantes de las Monarquías vecinas que son familia de sangre, pero las enhorabuenas llegaron desde todos los palacios de Europa. También desde Zarzuela. Junto a una fotografía de familia tomada durante el viaje de Estado que hicieron a Copenhague en noviembre, Felipe VI y doña Letizia les enviaron una carta: “Nuestra felicitación en el inicio de vuestro reinado, con el mayor afecto personal y los mejores deseos para el pueblo de Dinamarca”.
Las Familias Reales europeas despidieron a Margarita II con alabanzas por haber cumplido su papel de manera admirable y felicitaron a los nuevos Reyes deseándoles “todo lo mejor” y abriendo puertas a celebrar la relación que une a sus familias y países en un momento singular para todos ellos.
Felipe VI y doña Letizia felicitaron a Federico X por carta, con “el mayor afecto personal” y “los mejores deseos”, al igual que todos los Reyes de Europa
Tras los cambios en la Corona británica y danesa, las siete Monarquías europeas tienen varones al frente —en todas las del mundo son hombres—, un hecho que no se veía desde hace siglos y que cambiará cuando Victoria de Suecia llegue al trono. Será, por edad, la primera en la ronda de cambio “femenino”, antes de que otras tres mujeres se pongan la corona: Leonor de España, Amalia de los Países Bajos y Elisabeth de Bélgica.
Desde la azotea
Dos horas después (17:00), en una última ceremonia solemne y simbólica del cambio de trono, el comando real de bandera trasladaba con el permiso de Margarita II los estandartes a la casa del monarca reinante, el palacio de Federico VIII, en el complejo de Amalienborg, donde se ubican los dos palacios. Era ya de noche cerrada y la familia tenía una cita privada: ver desde la azotea del palacio el mayor espectáculo de fuegos artificiales en los 180 años de historia de Tívoli. Duraron doce minutos, formaron estrellas, corazones rojos y dibujaron la bandera danesa en el cielo… Finalmente, y cerrando el día, las cámaras fotografiaban a Margarita y la princesa Benedicta llegando a la casa de los Reyes para una cena en la mayor intimidad.
Federico tuvo a su lado a su hermano, el príncipe Joaquín, siendo la gran ausente su mujer, Marie, y Mary contó con el apoyo de su hermana mayor, Jane
Todos juntos en una noche histórica, antes de volver a reunirse a primera hora de la mañana en el Parlamento, donde los Reyes abrían su agenda marcando el cambio de trono.
El presidente del Parlamento y la primera ministra, Mette Frederiksen, ensalzaron la figura de Margarita II (relegada ya a una segunda posición) y dieron la bienvenida a Federico X con varios hurras, y, finalmente, un coro femenino hizo llorar a Mary cuando interpretó Danmark, mit fædreland (Dinamarca, mi patria), escrita por Hans Christian Andersen en 1850, que es toda una declaración de amor hacia su reino. Lo mejor de esta primera mañana, que terminaron en el Ayuntamiento, el abrazo del soberano a su hermano después de un 2023 difícil. Y lo que más se ha destacado, el look de Mary bajo la nieve: traje en color azul real, sombrero de plumas y altísimos tacones de aguja.