Lleva 24 años preparándose para este momento y ya ha llegado. La princesa danesa que nació en Hobart, la capital de la remota isla de Tasmania, se ha convertido en reina de Dinamarca. Un destino inesperado para la hija de un profesor de matemáticas y una secretaria que emigraron de Escocia a Australia en los años sesenta. Fue al comienzo del nuevo milenio cuando conoció al príncipe heredero, su llegada a la Familia Real danesa no fue nada fácil, sin embargo, en los últimos años ha gozado de una confianza que la hasta ahora soberana depositaba en muy pocos. La princesa Mary ha dejado de serlo, ahora es la nueva reina de Dinamarca, el país recupera una figura que no tenía desde hace medio siglo y se rinde a ella.
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Después de dar su primer discurso como nuevo jefe el Estado, el rey Federico sabía lo que todos estaban esperando: se giro y dio la bienvenida al balcón a la nueva reina. Vestida de blanco y con las impresionantes joyas que su marido heredó de su abuela, la reina Ingrid, la anterior reina consorte, salió al balcón e hizo un esfuerzo por reprimir las lágrimas, sobre todo viendo lo emocionado que estaba su marido, el rey Federico X y encontrándose con una multitud absolutamente rendida a ellos llenando el viejo Copenhague, a pesar de las frías temperaturas y de lo imprevisto de este relevo en la Corona. Los nuevos reyes de Dinamarca se han tomado de las manos, se han besado, se han emocionado e incluso han hecho algo fuera de lo común, salir por segunda vez a saludar ante la insistencia del público. Ya sabiamos que al rey Federico le gusta el rock, y ha dado un bis con Mary a su lado.
En la historia de la Casa Real de Dinamarca, la nueva reina Mary es una excepción: ella es la primera universitaria, la primera que nació fuera de Europa, la primera que no tiene orígenes reales y la única que a día de hoy tiene tanta popularidad -así lo reflejan las últimas encuestas- como la propia reina Margarita. Así es, aunque por muy poco, la reina Mary adelanta en tres puntos a su marido, el nuevo rey. Su popularidad se debe a muchos factores: da entrevistas, habla de su trabajo y de su familia, encaja con audacia preguntas incómodas y se sigue disculpando cuando su danés no suena del todo perfecto. Mary pertenece a esa generación de consortes criadas fuera de los palacios que tenían una exitosa carrera profesional y que renunciaron a ella tras una inesperada historia de amor.
"Al iniciar nuestro camino juntos, separados al mismo tiempo, hubo multitud de pasos inciertos… Soy feliz de que me cautivases y de que los dos nos enamorásemos perdidamente, no con un amor pasajero, sino para toda la vida. Una vida que, contigo, jamás es aburrida", dijo la nueva reina en el año 2018, cuando se celebró una gran fiesta por el 50º cumpleaños del rey Federico. Desde luego aburrida no lo parece, en solo dos semanas la pareja ha tenido que encajar una decisión inesperada: la renuncia de Margarita II al trono en una monarquía que hasta ahora no contemplaba esta opción. Para ellos se abre ahora un tiempo nuevo que como todos los relevos generacionales trae desafíos para la corona, un tiempo de cambios, resignación de papeles y de crear un estilo propio para su reinado.
Un modelo distinto de reina consorte
Dinamarca no contaba con una reina consorte desde enero de 1972 cuando se murió el rey Federico IX (padre de la reina Margarita y abuelo del nuevo rey) y la reina Ingrid pasó de ser reina consorte a reina madre, algo similar a lo que ocurrió en el Reino Unido, ya que ambas mujeres sobrevivieron con diferencia a sus esposos y después de haber apoyado el reinado de estos, les tocó convertirse en un pilar fundamental para sus hijas. Tanto Isabel II de Inglaterra como Margarita II de Dinamarca llegaron al trono siendo muy jóvenes, en un mundo dominado por hombres y cuando sus hijos todavía eran muy pequeños. En este sentido, la reina Ingrid pasó a ser una segunda madre para los príncipes Federico y Joaquín que tenían cuatro y tres años respectivamente cuando Margarita asumió la jefatura del Estado.
La nueva reina es un modelo distinto de reina consorte al que Dinamarca recuerda, ya que, la reina Ingrid era de otros tiempos, de esos en los que las monarquías estaban "obligadas" a encontrar el amor sin salirse de los margenes reales. Ingrid era la hija de un rey: nació en el seno de la Casa de Bernadotte siendo la única hija del rey Gustavo Adolfo de Suecia, abuelo del rey actual, Carlos Gustavo. Así que la reina Ingrid conocía de primera mano cuál era su papel, como princesa, como consorte y como reina madre. Ahora, tras 24 años dentro de la Familia Real , la reina Mary no tiene nada que envidiar. Está claro que esos "margenes reales" han pasado a la historia y que la monarquía moderna triunfa por mujeres como ella.