Federico y Mary de Dinamarca, con sus hijos Christian, Isabella y Vincent contuvieron la respiración en las gradas mientras la selección de balonmano danesa disputaba a Noruega el título de campeona mundial. Finalmente la familia Real, al igual que el resto de aficionados que animaban a su equipo en la ciudad de Herning, rompió el júbilo al imponerse Dinamarca por 31-22, haciéndose con la codiciada Copa del Mundo por primera vez. La gran ausente fue la princesa Josephine, que no estuvo en el partido junto a sus padres y sus hermanos.
Los príncipes llegaron al estadio muy sonrientes, donde sufrieron como los que más durante los 60 minutos de partido, en especial Christian e Isabella, los hijos mayores, que a sus 13 y 12 años no podían ocultar su nerviosismo ante el crucial encuentro. La cuenta oficial de Instagram de la familia Real recogió el momento de su llegada con el siguiente mensaje: “La familia del príncipe heredero ha llegado a Herning donde sus Altezas Reales asistirán al partido final del campeonato mundial de balonmano entre Dinamarca y Noruega. Una vez que Dinamarca se proclamó vencedora, la familia se unió a la celebración que hizo vibrar todo el campo. En otra publicación, publicó una imagen de los cinco sonriendo desde el palco donde presenciaron la final, junto a una felicitación al equipo: “Felicidades a la selección masculina”.
El príncipe heredero fue el encargado de colocar las medallas a los campeones, tal y como se puede ver en el vídeo que compartió la Casa Real en Instagram. Visiblemente feliz y emocionado, Federico felicitó a los jugadores y propinó un sentido abrazo a Mikkel Hansen, máximo goleador y estrella del partido. “Esta noche Dinamarca ganó el oro en el partido final de la Copa del Mundo de Balonmano. El príncipe heredero pudo colgar las medallas en el cuello de los felices jugadores”, publicó la Corona danesa en sus redes sociales.
Es conocida la pasión del príncipe Federico por el deporte -celebró su 50 cumpleaños corriendo nada más y nada menos que cinco maratones- por lo que difícilmente podía perderse un acontecimiento tan importante para el orgullo deportivo del país. Dinamarca firmó así un mundial en el que no ha perdido ni un solo partido dejando sin opciones a la selección noruega, que se conformó con la plata, en una final con un claro acento nórdico.