El día había amanecido triste, como no podría ser de otro modo, en Fredensborg, tras la muerte el pasado martes por la noche del príncipe Henrik de Dinamarca. Mientras, a 40 km, la ciudad de Copenhague despertaba con las salvas que se disparaban en su honor y en todo el país las banderas en los edificios gubernamentales ondean a media asta, la Familia Real al completo ha abandonado la residencia que el Príncipe eligió para pasar sus últimas horas de vida y seguía los pasos de su féretro hasta al palacio de Amalienborg.
El que ha sido el último viaje de Henrik de Dinamarca entre el palacio de verano y la residencia oficial de la Familia Real en la capital ha comenzado a las diez en punto de la mañana y ha estado formado por un cortejo fúnebre de vehículos en el que estaban los dos hijos del matrimonio con sus esposas, los príncipes Federico, Mary, Joaquín y Marie, y los que fueran la pasión del Príncipe en sus últimos años de vida, sus ocho nietos.
Los príncipes Christian, Isabella, Vincent, Josephine, Nicolás, Félix, Henrik y Atenea, que durante el pasado fin de semana estuvieron visitando a su abuelo en el hospital en el que estaba ingresado (el Rigshospitalet de la capital danesa), salieron de la residencia real tras los pasos de su abuela y después de que el féretro del Príncipe, cubierto por la bandera de Dinamarca con su propio Escudo de Armas.
Al coche fúnebre le ha seguido en primer lugar un vehículo en el que iba la reina Margarita; a ella le seguía el coche del príncipe Federico y su familia; y en segundo lugar el que ocupaba el príncipe Joaquín, su mujer y sus cuatro hijos, dos de ellos de su primer matrimonio con Alexandra, condesa de Frederiksborg, que este miércoles definió al que fuera su suegro como “un hombre alegre que amaba la vida”.
A lo largo de distintos puntos del recorrido, puentes y márgenes de las carreteras los ciudadanos daneses se han ido congregando en señal de respeto para despedirse del marido de la Reina, mientras las iglesias que había a su paso doblaban las campanas. El cortejo llegó a la once en punto a la capital, en donde mucha gente se encontraba también en las calles, asomada a los balcones y ventanas, algunos de ellos de embajadas y edificios oficiales. La prensa danesa calcula que aproximadamente unos 8.000 ramos de flores son los que se encuentran a las puertas del palacio de Amalienborg, unas muestras de cariño que la familia ha estado observando y que ha querido agradecer a través de su portavoz, Lene Balleby: "La Familia Real obviamente ha notado el cariño durante todo el camino".
El viernes a las seis de la tarde el féretro será instalado en Christiansborg y cuyo traslado también será seguido por la Familia Real. Desde el sábado hasta el lunes los daneses, que han depositando flores en todas las residencias reales del país y firmando en los libros de condolencias, podrán despedirse del príncipe danés nacido en Francia, con una vida apasionante y una personalidad propia que ha mantenido hasta el final. No hay que olvidar que es la primera vez que se tiene constancia en al que un miembro de la Familia Real danesa no descansara, por decisión propia, en el mausoleo real.
Los restos mortales del Príncipe, por expreso deseo suyo, serán cremados en una ceremonia íntima y que a su funeral, que tendrá lugar el 20 de febrero a las 11 a.m. en la iglesia del Palacio de Christiansborg asistirán su familia y amigos más cercanos. Sus cenizas se esparcirán a partes iguales: una mitad en el mar danés y la otra mitad será depositada en los jardines privados del Palacio Fredensborg. En la rueda de prensa celebrada en la mañana del martes no se especificó quién estará presente en la ceremonia de cremación, ni si al funeral acudirán miembros de casas reales extranjeras. No se ha decidido aún si posteriormente se celebrara un funeral público.