Las princesas Mary y Marie de Dinamarca escogen sus joyas favoritas para recibir el nuevo año
El príncipe Henrik, que en septiembre se supo que sufre demencia, no asistió a la velada
Es una tradición en la que cada 1 de enero se abren las puertas del Palacio de Amalienborg, para que la Familia Real danesa reciba, con pompa y boato, a diplomáticos, militares y políticos. La Recepción de Año Nuevo en Dinamarca ha congregado una vez más a las más altas personalidades del país, en una celebración en la que Reina y Princesas han brillado y no solo por las espléndidas joyas que lucían. Se trata de la primera recepción del año por lo que el Palacio despliega sus mejores galas, lo mismo que hacen los anfitriones reales. La ocasión lo merece.
No se deja nada al azar y los detalles se cuidan al máximo. Los hijos de la princesa Margarita, los príncipes Federico y Joaquín, fueron los más admirados y estuvieron acompañados por sus esposas, la princesa Mary y la princesa Marie, que de nuevo rivalizaron en belleza y elegancia.Tras haber pasado unos días en Australia con su familia -siempre van en Navidad-, la princesa Mary lució un ligero bronceado que contrastaba con el rojo intenso de su vestido de Soeren le Schmidt. El “acompañante” perfecto para sus joyas preferidas –ya las escogió el año pasado-, también lo eran de la reina Ingrid, abuela de su marido, el príncipe Federico. Se trata de la tiara de rubíes que se realizó en 1804 para uno de los mariscales de Napoleón, que más tarde convertiría en Rey de Suecia con el nombre de Carl XIV Johan. Así fue como la tiara, una corona de hojas de grosella hechas de diamante con frutos de rubí, y el resto del conjunto fue a parar a Suecia, más concretamente a Desiree Clary, la Reina, y llegaron al tesoro real danés a través de Luisa de Suecia, que se casó con Federico VIII de Dinamarca.
En 2010, se reforma la tiara, dejándola un poco más corta y más redondeada, al eliminarle algunas de las hojas superiores y laterales que se utilizan como broches para el pelo. En alguna ocasión los lleva Mary en su peinado. A juego con la tiara los impresionantes pendientes, un conjunto que ha lucido en varias ocasiones como el año pasado en esta misma cita o en los actos previos a su boda con Federico (el 14 de mayo de 2004). El príncipe Federico lucía, como en anteriores ocasiones, el tradicional uniforme militar danés, engalanado con todas las órdenes más importantes del país y el sombrero de plumas negro.
Rivalizando con la princesa Mary, su cuñada Marie escogió el tono marfil para su vestido de Rikke Gudnitz, que tenía un sobrevestido de encaje con las mangas transparentes. Fiel a su estilo y preferencias optó por la tiara floral de diamantes, que perteneció a la princesa Dagmar y luego fue heredada por su sobrino, el rey Federico IX que la entregó a la reina Margarita. Es una pieza que la princesa Marie llevó el día de su boda con el príncipe Joaquín, en 2008, y que en esta ocasión combinó con unos pendientes en forma de abanico invertido. Todos los miembros de la familia llevaban el collar de la Orden del Elefante, la máxima distinción que concede el país.
La reina Margarita asistió con su ya conocida estola de piel, un complemento que se ha convertido en una parte más de la tradición de todos los años. Su atuendo y joyas, incluso los zapatos eran del mismo color, armonizaban en un perfecto verde esmeralda, quizá haciendo un guiño a la connotación de “esperanza” que tiene el tono. Esperanza en un Año Nuevo lleno de alegrías para todos. Llevaba la Monarca la tiara Rosenborg, de oro y plata con esmeraldas realizada en 1840 para las bodas de plata de los reyes Christian VIII y Carolina Amalia de Dinamarca.
Se completa esta con una gargantilla, pendientes y broche (en esta ocasión no parece que llevara este) realizados con 67 esmeraldas y 2.650 diamantes. Es frecuente que la Reina lleve este conjunto en los actos más importantes de su agenda, como este. "No ha sido un año fácil para mi familia y para mí" aseguraba la reina Margarita en su discurso de Fin de Año, pronunciado solo unas horas antes de la recepción y refiriéndose a la enfermedad de su marido el príncipe Henrik -sufre demencia-, que no la acompañó en esta ocasión. "Estamos muy conmovidos por la comprensión y el cariño que han mostrado al príncipe Henrik. Estamos muy agradecidos por ello. Eso nos hace la vida más fácil. La vida tiene altibajos, pero lo más importante es que tenemos gente a la que queremos con nosotros" añadió. Unas palabras llenas de agradecimiento y emoción.