Máxima de Holanda vuelve a vestirse como toda una reina y repite el vestido de su coronación en Christianborg
Las galas de palacio son esas ocasiones por excelencia en las que las reinas y las princesas parecen verdaderas reinas y princesas de cuento. Anoche Christiansborg se convirtió en escenario de una de esas veladas de máximo esplendor, dignas de las páginas de Andersen, Perrault y los hermanos Grimm, para coronar el primer día de la visita oficial de los Reyes holandeses a Dinamarca. La Familia Real danesa al completo hizo acopio de todo el utillaje regio y vistió sus mejores galas para el magno acontecimiento, que reunió a más de un centenar de invitados, entre ellos la Primera Ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt; otros miembros del gobierno y parlamentarios, así como representantes del mundo de los negocios, la cultura y el deporte.
Ningún detalle se dejó al azar en Palacio. Se encendieron arañas y candelabros; se adornaron las mesas con arreglos florales de claveles y narcisos; se sirvió un exquisito menú compuesto por especialidades danesas, regadas como es tradición por vinos de las bodegas francesas del príncipe Henrik; se amenizó la cena con el acompañamiento musical de la banda de música de la Guardia Real y piezas de Stein, Gade, Johann Strauss, Lumbye y Kelly... Y, por supuesto, las damas reales realzaron el majestuoso despliegue. Mary de Dinamarca brilló por su belleza y buen gusto, al igual que la princesa Marie, que aspiró una vez más al trono de la elegancia. Pero Máxima de Holanda desvió hacia sí todas las miradas cuando irrumpió en los salones palaciegos del brazo del Príncipe consorte danés. Volvió a vestirse como toda una reina con el vestido que lució en la coronación de su marido.
No fue la única referencia a aquel histórico día grabado en la memoria de todos. La investidura de los Reyes de Holanda se convirtió en motivo recurrente de la gala, que se desarrolló en un clima más familiar que cordial. La reina Margarita resaltó los estrechos lazos políticos, comerciales y de amistad que unen a ambos países desde hace más de cuatro siglos y, en un breve aparte dirigido al rey Guillermo, su ahijado, recordó su ascensión al trono hace dos años: "Cuando Su Majestad fue elegido como regente, nuestros corazones se llenaron de alegría y enviamos nuestros deseos más cálidos. Como tu madrina significó algo especial para mí".
El banquete cerraba un día plagado de actividades y daba paso a otra jornada de intenso trabajo. Los reyes Guillermo y Máxima y los príncipes Federico y Mary madrugaron esta mañana para tomar un ferry al sur de Copehague en dirección a Samsø, la isla danesa que se ha convertido en los últimos años en un modelo de desarrollo sostenible. Allí ocuparían la mitad del día visitando una escuela y una planta eléctrica que usa como materia prima el cáñamo, y luego disfrutarían de un almuerzo antes de regresar en barco a la isla de Selandia. Nuevos esperados encuentros antes de escribir el final feliz a la visita oficial.
Ningún detalle se dejó al azar en Palacio. Se encendieron arañas y candelabros; se adornaron las mesas con arreglos florales de claveles y narcisos; se sirvió un exquisito menú compuesto por especialidades danesas, regadas como es tradición por vinos de las bodegas francesas del príncipe Henrik; se amenizó la cena con el acompañamiento musical de la banda de música de la Guardia Real y piezas de Stein, Gade, Johann Strauss, Lumbye y Kelly... Y, por supuesto, las damas reales realzaron el majestuoso despliegue. Mary de Dinamarca brilló por su belleza y buen gusto, al igual que la princesa Marie, que aspiró una vez más al trono de la elegancia. Pero Máxima de Holanda desvió hacia sí todas las miradas cuando irrumpió en los salones palaciegos del brazo del Príncipe consorte danés. Volvió a vestirse como toda una reina con el vestido que lució en la coronación de su marido.
No fue la única referencia a aquel histórico día grabado en la memoria de todos. La investidura de los Reyes de Holanda se convirtió en motivo recurrente de la gala, que se desarrolló en un clima más familiar que cordial. La reina Margarita resaltó los estrechos lazos políticos, comerciales y de amistad que unen a ambos países desde hace más de cuatro siglos y, en un breve aparte dirigido al rey Guillermo, su ahijado, recordó su ascensión al trono hace dos años: "Cuando Su Majestad fue elegido como regente, nuestros corazones se llenaron de alegría y enviamos nuestros deseos más cálidos. Como tu madrina significó algo especial para mí".
El banquete cerraba un día plagado de actividades y daba paso a otra jornada de intenso trabajo. Los reyes Guillermo y Máxima y los príncipes Federico y Mary madrugaron esta mañana para tomar un ferry al sur de Copehague en dirección a Samsø, la isla danesa que se ha convertido en los últimos años en un modelo de desarrollo sostenible. Allí ocuparían la mitad del día visitando una escuela y una planta eléctrica que usa como materia prima el cáñamo, y luego disfrutarían de un almuerzo antes de regresar en barco a la isla de Selandia. Nuevos esperados encuentros antes de escribir el final feliz a la visita oficial.