El reino de Dinamarca vive pendiente estos días de sus dos Marías: las princesas Mary y Marie, en sus variantes inglesa y francesa, que están de celebración. Y es que las coincidencias entre ambas no se acaban en el nombre ni en su hazaña de haber conquistado el corazón de un príncipe. La australiana Mary Donaldson, hoy esposa del Heredero al trono danés y madre de cuatro príncipes, y la francesa Marie Cavallier, esposa del segundo hijo de la reina Margarita y madre de otros dos aspirantes al trono danés, comparten, además, cierto parecido físico –ambas son morenas, tienen los ojos castaños y lucen una bonita figura- y casi la misma fecha de cumpleaños. La princesa Mary nació un día tal como ayer (5 de febrero) de 1972 y Marie, un día tal como hoy (6 de febrero) de 1976. Ambas celebraciones serán privadas.
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La princesa Mary: madre y Princesa modelo
Al igual que al príncipe Federico, la princesa Mary cautivó a sus conciudadanos desde el primer momento. Allá, por los albores de 2002, cuando la entonces abogada australiana hizo las maletas y abandonó su tierra natal para instalarse definitivamente en Europa y descubir si los sentimientos que le unían al Príncipe eran lo suficientemente fuertes como para resistir cualquier embate. Lo fueron. Su amor indestructible venció todos los obstáculos y, por otro lado, ella no defraudó. A lo largo de estos años, a golpe de discreción, simpatía, naturalidad, elegancia, y de su buen hacer como Heredera al trono, ha cumplido todas las expectativas con nota alta. Primero, como novia prudente, luego como Princesa solícita y, ahora, como madre amantísima.
Mary de Dinamarca reina en su país. Por su belleza, por su naturalidad, por su enorme capacidad de trabajo... La Princesa heredera no podría haber servido de mejor manera a la Monarquía y ha sido decisiva a la hora de crear la opinión favorable que los daneses tienen de su Familia Real. Ella es el rostro del Reino y como demostración de su buen hacer es que lleva el peso de la agenda real oficial. Ayer entregó en la Casa del Teatro, junto al puerto de Copenhague, el premio honorario de las Asociación danesa contra el cáncer coincidiendo con la celebración del Día Mundial contra esta enfermedad. Es la tercera vez que preside la ceremonia y concede el galardón de esta asociación, de la que ella es protectora, a personas que han hecho una labor especialmente destacable y que puede mejorar el cuidado o la situación de los enfermos de cáncer.
"Tener cáncer es una experiencia radical, es necesario encontrar los recursos mentales y físicos. Hay que pasar por un tratamiento duro y la mayoría experimenta ansiedad y preocupación por lo que pueda ocurrir, por si el tratamiento funciona y por el futuro. Por suerte hay ayuda y apoyo para aquel cuya vida diaria ha cambiado al sufrir la enfermedad", dijo en su discurso. La lucha contra el cáncer es una de las áreas en las que más se ha interesado en estos años la Princesa, que además de participar en diversas galas ha impulsado iniciativas para promover por ejemplo la protección contra el sol en los niños para prevenir el cáncer de piel. Pero llenan su agenda oficial mil y una causas más que prueban que el futuro de la Corona está garantizado.
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La princesa Marie también reina
La princesa Marie, segunda esposa del príncipe Joaquín, deja patente en cada una de sus apariciones que las no herederas también reinan cuando las titulares se lo permiten. Ella, al igual que su cuñada, también ha causado buena impresión en el reino de Dinamarca. Tanto a la Casa Real, como a sus ciudadanos. Desde su llegada a Palacio, el pulso de glamour está garantizado cuando las dos Marías coinciden en un acto oficial. La rival de la futura Reina, y sin embargo buena cuñada, deja en buen lugar el trono de la elegancia danesa. Su parecido con la princesa Mary, muy admirada por los daneses, parece que en un principio le abriera puertas, pero con el tiempo la princesa Marie, que se mudó el verano pasado del castillo de Schackenborg, al sur de Dinamarca, para vivir como toda la familia en Copenhague, se ha ganado el corazón del reino por méritos propios.