Diez imágenes para diez años de amor de Federico y Mary
Sus destinos se unieron en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. A pesar de los miles de kilómetros de distancia que había entre ambos, la llama del amor prendió. Después de que el Príncipe regresara a Dinamarca, la relación se mantuvo a través de llamadas telefónicas, cartas y correos electrónicos. Luego, decididos a acortar distancias y a salvar obstáculos, la abogada australiana llegó sigilosamente a Dinamarca de la mano del Príncipe heredero. Mary lo abandonó todo por amor a Federico: su casa, su familia, sus amigos y su trabajo, y empezó en un país completamente diferente al suyo una nueva existencia. Tuvo que aprender el idioma y tuvo que acostumbrarse al seguimiento de la prensa, a la dureza de los inviernos daneses (tan distinto de las cálidas temperaturas australianas) y a la soledad de Amaliemborg, la residencia oficial de la reina Margarita, donde el príncipe Federico tenía un apartamento. Su historia tuvo final feliz y cumplieron su sueño de compartir una vida en común y formar una familia llena de niños correteando ante la escalinata del Palacio
La pareja se dio el sí, quiero el 14 de mayo de 2004 en la catedral de Nuestra Señora de Copenhague, en una ceremonia muy emotiva. El príncipe Federico dio rienda suelta a sus sentimientos sin importarle los millones de testigos desconocidos. El Príncipe de hierro, como se conoce a este rudo submarinista, hábil piloto, resistente corredor de maratones y aventurero expedicionero de los mares helados de las costas danesas, se transformó en su boda con la princesa Mary en un hombre tierno sin miedo a mostrar sus sentimientos. En el mismo altar de la catedral donde esperaba la llegada de la novia, el Príncipe sacó su pañuelo para enjugarse las lágrimas al ver aparecer a su futura mujer blanca y radiante… Y el mundo sonrió complacido ante el romántico gesto. A la celebración nupcial siguió un banquete por todo lo alto y la declaración de amor de un Príncipe enamorado: "Desde hoy Mary es mía y yo soy suyo. La amo y la protegeré con todo mi corazón". Ya han pasado diez años y cuatro hijos en común (Christian, Isabella y los mellizos Vincent y Josephine) desde aquel discurso apasionado, pero vistas sus continuas muestras de cariño y complicidad parece que fue ayer.