Este 15 de abril, el rey Felipe de los belgas celebra su 65º cumpleaños, marcando otro hito en su vida y en su reinado. Pero detrás de este monarca, hay una historia llena de curiosidades y giros inesperados que lo llevaron al trono. Él era el favorito de su tío, el rey Balduino, un soberano que fue tremendamente popular en España, primero porque fue el príncipe más guapo de su tiempo, y después, por su matrimonio con la aristócrata española, Fabiola de Mora y Aragón, lo que le llevó a pasar largas temporadas entre Madrid y Granada, llegando incluso a fallecer en 1993 en su finca de Motril. En ese momento, aunque su deseo era que fuera su sobrino, el príncipe Felipe, al que había criado y formado como un hijo y como a un heredero, el que le sucediera en la jefatura del Estado belga, las leyes de sucesión dictaron otra cosa.
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Felipe, que nació en 1960, es el hijo mayor de Alberto II y la reina Paola. Desde joven, fue considerado como el favorito de su tío, el rey Balduino, quien reinó durante más de cuatro décadas. Balduino, que no tuvo hijos con la reina Fabiola, veía en su sobrino Felipe una promesa para la continuidad y estabilidad de la monarquía belga. Hay quienes afirman que Balduino deseaba que Felipe lo sucediera directamente, saltándose así a su hermano Alberto en la línea de sucesión. Con el paso del tiempo, tal y como han contado ellos mismos, los propios reyes Alberto y Paola, y también sus hijos Laurent y Astrid, se supo que el matrimonio había pasado bastantes crisis, altibajos y que no habían sido padres presentes. Un vacío que, en el caso de Felipe, cubrió su tío que nunca pudo ver cumplido el deseo de formar su propia familia.
En 1993, tras la muerte inesperada de Balduino, ese "atajo" que nunca había sido confirmado no se había materializado en ningún marco normativo, así que, según dictaba la ley de sucesión, el trono pasó automáticamente a su hermano menor, Alberto II. A partir de aquí ya hay una parte de leyenda y otra de interpretación, puesto que si algunos apuntaban a que el deseo de Balduino era que el trono pasara directamente a su sobrino, otros decían que Balduino nunca habría modificado una ley por deseo personal ni tampoco habría perjudicado a su hermano en una sucesión que se dio de forma natural, aunque lo cierto es que el que llevaba años siendo su mano derecha no era su hermano, era su sobrino.
En lo que sí coincidieron varios biógrafos es que Felipe de Bélgica, que entonces tenía 33 años y llevaba años desempeñando el papel de príncipe heredero, pudo formar una familia con más tranquilidad y dedicación, al tener el margen de los veinte años que reinó su padre, Alberto II, que terminó abdicando en 2013 aludiendo problemas de salud, pero cuando había estallado toda la presión mediática en torno a su hija ilegítima, Delphine Boël, que finalmente tuvo que ser reconocida y ahora tiene su lugar dentro de la familia real.
Hoy, Felipe lleva casi 12 años como monarca, cumpliendo un papel basado en la unidad de un país conocido por sus divisiones lingüísticas y políticas. Bajo su liderazgo, ha buscado representar a todos los ciudadanos belgas, fomentando el diálogo y la estabilidad en momentos críticos. Este aniversario no solo celebra la vida de Felipe, sino también su singular trayectoria como el hombre que, aunque señalado por su tío como un líder natural, tuvo que esperar pacientemente su momento.