La reciente visita del Papa Francisco a Bélgica se ha convertido en histórica y de lo más trascendental. Los reyes Felipe y Matilde recibieron hace unos días al Santo Padre en el castillo de Laeken y acudieron a una misa al aire libre acompañados por casi toda la Familia Real. En su homilía, el Pontífice anunció que va a comenzar el proceso para beatificar al rey Balduino, tío del actual soberano, quien estaba casado con la aristócrata española Fabiola de Mora y Aragón. Los dos fueron unos fervientes católicos hasta el final de sus días.
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En una eucaristía celebrada en el estadio rey Balduino de Bruselas, a la que acudieron 40.000 personas, y donde fue recibido con grandes ovaciones y vítores, el Papa pidió en su homilía la paz en Oriente Medio, pidió a los obispos del país que condenen los abusos y por sorpresa anunció que cuando regrese a Roma iniciará el proceso de beatificación del difunto monarca. Francisco elogió al recordado monarca por “su coraje de abdicar temporalmente para evitar tener que firmar una ley asesina”.
Para Geert De Kerpel, portavoz de los obispos belgas, el anuncio del Papa ha sido una de las grandes sorpresas de su visita al país. Según informa el medio local Het Laatsete Nieuws, no estaba al tanto y ha subrayado que la beatificación se desarrolla de forma autónoma. Desde hace algún tiempo circulaban por el Vaticano especulaciones de una posible beatificación de Balduino de los belgas. El Papa Francisco visitó el sábado la tumba de Balduino, quien falleció en 1993 en su casa de vacaciones, Villa Astrida, de Motril (Granada) en una visita privada a la que se unieron los reyes Felipe y Matilde. El Santo Padre oró ante la tumba y expresó su esperanza de que “su ejemplo de hombre de fe ilumine a los gobernantes”.
Un Rey que abdicó durante 36 horas
En 1990, el Parlamento belga aprobó una ley que ampliaba los supuestos legales del aborto. Sin embargo, el 30 de marzo de 1990, el rey Balduino pidió al primer ministro Wilfried Martens la búsqueda de una solución institucional al problema moral que le ocasionaba tener que firmar una ley que iba en contra de sus profundas convicciones cristianas afirmando que “su conciencia no le permitía firmar la ley”. Fue un acto sin precedentes en la historia belga. La sanción real era necesaria para que la norma entrase en vigor, como ocurre en la gran parte de las monarquías constitucionales.
Tras varios intentos por convencer al rey Balduino para que otorgase la sanción, se adoptó una solución de compromiso. El 4 de abril delegó en el gabinete el ejercicio de sus facultades, tal y como recoge el artículo 82 de la Constitución belga, que se refiere a “la incapacidad temporal para reinar del representante de la Corona”. Así que el Gobierno de turno asumió temporalmente la regencia y el Consejo de Ministros firmó y sancionó la ley para que pudiera entrar en vigor. Un día después, en votación en el Parlamento belga, se declaró que había cesado la incapacidad temporal del Rey quien reasumió sus funciones como jefe de Estado. En total, abdicó durante 36 horas. Balduino murió sin descendencia y le sucedió en el trono su hermano, Alberto II, padre del actual soberano.