El de los reyes Felipe y Letizia a los Países Bajos no es el único viaje de Estado de estos días. Muy cerca, en Bruselas, Felipe y Matilde de los Belgas han recibido a Enrique y María Teresa de Luxemburgo, a los que han ofrecido una espectacular cena de gala como guinda al primer día de su visita oficial. A pesar de la espectacularidad, las tiaras y las joyas históricas que caracterizan de este tipo de banquetes, el encuentro entre los Reyes y los Grandes Duques desde su llegada ha estado marcado sobre todo por la familiaridad. No en vano ambos soberanos son primos hermanos.
La cercanía y buena sintonía ha quedado patente en las primeras imágenes en el Palacio de Laeken, donde reside el monarca belga y su familia y escenario de la cena de gala. Matilde, con un vestido azul celeste de lentejuelas ha lucido una de sus joyas más preciadas: la tiara del imperio belga. También llamada tiara de las nueve provincias, se trata de una pieza art déco que fue un regalo del pueblo de Bélgica a la princesa Astrid de Suecia, con motivo de su boda en 1925 con el que se convertiría en Leopoldo III de Bélgica. Consta de una base de brillantes con greca de la que parten once tallos que sujetan 11 grandes diamantes. Por su parte, la Gran Duquesa ha optado por un vestido negro con capa rosa y una tiara de platino y diamantes homenaje a sus anfitriones ya que fue un regalo del Banco Nacional Belga a la princesa Josefina Carlota de Bélgica con motivo de su boda con el entonces gran duque heredero Juan de Luxemburgo.
Josefina Carlota de Bélgica pasó a ser de Luxemburgo tras casarse. La madre del gran duque Enrique era hermana de Alberto II, padre del rey Felipe. El antiguo monarca de los belgas es, además, el padrino de bautismo de su sobrino Enrique, quien lo define en RTL como "un hombre con un gran sentido del humor, divertido y con muchas cualidades". Los estrechos lazos que unen a ambas casas se han visto reflejados en varios detalles que, sin duda, no se darían con otros dignatorios.
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En primer lugar, los Grandes Duques se alojan durante estos días en la residencia familiar de Laeken y no en el Palacio Real, situado en el centro de Bruselas, donde suelen acoger a los jefes de Estado extranjeros. Además, aunque la visita comenzaba oficialmente este martes 16 de abril, ambas parejas se encontraron ya un día antes por una razón de peso: celebrar los cumpleaños de Felipe de los belgas, que cumplía 64, y el de Enrique de Luxemburgo, que solo un día después alcanzaba los 69. Lo hicieron de la manera más tradicional, con una tarta de frambuesas y dos velas que soplaron una cada uno. La Casa Real belga fue el encargado de compartir el llamativo momento alejado de todo protocolo.
Después del cumpleaños doble, llegaba, sí, el arranque oficial de la visita con una bienvenida en el Palacio Real de Bruselas antes de visitar el ayuntamiento en la imponente Grand Place y de reunirse con el primer ministro Alexander de Croo. La mañana del miércoles, Felipe de los belgas y Enrique de Luxemburgo inaugurarán un Foro Económico en el Palacio Egmont de Bruselas mientras que la reina Matilde y la Gran Duquesa María Teresa recorrerán una exposición en el Museo de Bellas Artes de Bruselas. Después de estos actos se trasladarán a la ciudad de Gante, incluyendo una visita a la Catedral de San Bavón. Por la tarde volverán a Bruselas, donde acudirán a un concierto de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo.