Alberto de Bélgica ha reaparecido en un acto público tres meses después de la operación a la que fue sometido, y lo hacía en aparente buen estado de forma pese a los problemas lógicos de movilidad que sufre por su avanzada edad. Vestido de traje y apoyado en su bastón, el que fuera monarca de los belgas se dejaba ver en compañía de su mujer, la reina Paola, a quien agarraba del brazo durante la entrada al evento. A ellos se les unía la princesa Astrid, en una cita que acogía este viernes por la tarde el Teatro de la Ópera Real de Valonia en Lieja y donde recibían una calurosa bienvenida en forma de ramos de flores por parte de los organizadores. El Rey, de 88 años, y su esposa, de 84, asistían con su hija al concierto que conmemoraba los estrechos lazos de amistad de su nación con Italia, una gala impulsada por la embajada y el Instituo de Cultura del país transalpino.
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Alberto de Bélgica recibe el alta hospitalaria tras ser operado
El recital, que contaba a su vez con el alto patrocinio de la reina Paola, abría con la interpretación de los dos himnos nacionales. Seguidamente, se pudieron escuchar canciones populares y clásicas italianas como el Ave Maria, Va l'Alpin o Il testamento del Capitán, entre otras, y se contó con la participación especial del Coro de Cazadores Alpinos de Campiglione-Fenile. El acontecimiento se producía apenas unos días después de la escapada secreta que hizo la madre de Felipe de Bélgica a su tierra natal en compañía de su marido. Al parecer, la pareja viajó hasta la región de Lacio, concretamente a los terrenos que pertenecieron al príncipe Antonio Ruffo de Calabria, el hermano de ella. Cabe recordar que fue en Roma donde Alberto II y su esposa se conocieron en 1958 con motivo de una recepción que tenía lugar por la entronización del Papa Juan XXIII.
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En esta ocasion, el matrimonio pasaba allí unos días de descanso y aprovechaba su estancia para pasear por el parque natural de la Selva de Paliano, que fue reabierto hace dos años gracias al empeño de la sobrinas de la reina Paola, según contaba Il Messaggero. El pasado marzo, Alberto de Bélgica permaneció una semana ingresado después de acudir a una revisión rutinaria en un centro médico ubicado al sur de Bruselas. Allí tuvo que pasar finalmente por el quirófano y, tras darle el alta, desde Palacio se apostó por el hermetismo. Tan solo se comunicó que había regresado a casa y ya se encontraba bien, sin dar detalles concretos de la patología que le había obligado a quedarse allí en observación y recibir el correspondiente tratamiento. Durante su estancia en el hospital habría recibido la visita de sus familiares, entre ellas la de los reyes Felipe y Matilde.
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