El 9 octubre de 2020, Felipe de Bélgica y Delphine Boël (ahora apellidada Sajonia-Coburgo) se veían las caras por primera vez. Ambos mantenían un cálido encuentro, posaban sonrientes el uno al lado del otro y publicaban un comunicado conjunto. La noticia llegaba apenas dos semanas después de que un juez le concediera a ella el título de princesa tras más de un lustro de batalla judicial reclamando su lugar como hija de Alberto II. Han pasado un año y casi cuatro meses desde aquello, momento en el que la hermana del actual monarca de los belgas ha querido recordar cómo fue esa fecha tan especial en la que pudo conocer a su hermano. Confiesa la lógica emoción y los nervios que sintió, aunque todo "fue fantástico y muy divertido" ya que "me sorprendió positivamente" el talante del soberano y cómo la acogió durante una grata experiencia que difícilmente olvidará.
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"Él es el rey, por supuesto, por lo que no podía estar completamente relajado, pero parecía sentirse así conmigo y creo que fue muy sincero", ha detallado la protagonista en la miniserie documental Delphine: mi historia de tres capítulos emitidos por el canal VTM. También ha hablado de cómo posteriormente fue invitada por su padre y la esposa de este, la reina Paola, a una reunión donde "la energía fue realmente buena" ya que "somos muy similares", expresaba. Por último, aunque la relación entre ellos no se ha recuperado del todo, al parecer va por buen camino: "Es un final feliz para esta historia", sentenciaba la Princesa al respecto. Rememorando nuevamente cómo fue ese encuentro entre Felipe de Bélgica y Delphine en el Castillo de Laeken, aseguraban entonces que tuvieron una "extensa conversación sobre nuestras propias vidas e intereses comunes".
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Además, aclaraban que este vínculo seguiría "desarrollándose en un contexto familiar", dejando claro que su intención era normalizar la relación entre ellos más allá de la decisión de los tribunales y que esta se haría en el ámbito privado. Tres días antes, la Princesa había dado una rueda de prensa acompañada de sus abogados en la que se mostraba serena y satisfecha por su victoria, aunque no podía evitar las lágrimas. Insistió en que no estaba en su voluntad obtener ningún dinero ni privilegio, sino que tan solo quería que se reconociera su situación. Durante su intervención, se derrumbó al ser preguntada por su marido y el apoyo que éste le había brindado durante ese complicado proceso, que comenzó en 2013 cuando Delphine, ayudada por su madre -que aseguraba haber mantenido una relación con el entonces rey durante varios años- reclamó una prueba de ADN a Felipe y Astrid de Bélgica.
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