Ha pasado algo más de un año desde que un tribunal sentenciase el "final feliz" -como ella misma lo llama- de la historia de Delphine Boël. En este esperado final ha acabado convertida en princesa por derecho propio tras ser reconocida como hija por Alberto II, padre del actual monarca belga. Ahora, Delphine recibe el tratamiento de Alteza Real, aunque ello no conlleva ninguna dotación económica, y se ha ganado su asiento junto a su familia en la tribunal real en el Día Nacional de Bélgica, pero ¿cómo ha cambiado su vida desde que es princesa? ¿cómo es en el terreno personal su relación con su padre y sus hermanos?
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La artista ha respondido a estas y otras preguntas en una entrevista con Paris Match que ha concedido con motivo de la inauguración de una exposición de arte en la localidad belga de Knokke, desde donde ha querido mostrar que su vida no ha cambiado y que sigue ganándose la vida como pintora y escultora. "Tengo libertad para elegir mis actividades y tengo por encima de todo mi profesión. En ese sentido no tengo el mismo papel que mis hermanos y hermanos", ha explicado. Fue exactamente hace un año cuando conoció a su hermano, el rey Felipe, al que asegura apreciar mucho, igual que a la princesa Astrid, conla que asegura haber conectado especialemente: "Me gusta mucho tener contacto con Astrid y siento una enorme simpatía por ella. Es mi hermana, eso se ve".
Delphine cuenta que nunca ha querido forzar la situación, pero la relación con su familia "ha fluido de manera natural y sencilla". Para sus hijos, Josephine y Oscar, también ha sido un año de cambios y de adaptación, pero dice "están felices". Ambos han conocido ya a su abuelo el rey Alberto II en un encuentro que su madre ha definido como muy emocionante. La Princesa destaca que su padre es una persona muy cercana, igual que lo fue con ella cuando junto a su esposa Paola la recibieron a finales de octubre del año pasado. La casa real difundió entonces una fotografía del momento junto a un comunicado con mucha carga personal: "Cada uno de nosotros ha podido expresar con serenidad y empatía sus sentimientos y vivencias. Después de las polémicas, las heridas y el sufrimiento vienen tiempos para el perdón, la curación y la reconciliación. Este es el camino, paciente y a veces difícil, que hemos decidido tomar juntos. Estos primeros pasos allanan el camino que a partir de ahora nos corresponde continuar".
La historia de Delphine salió a la luz en 1999, cuando se publicó una biografía no autorizada de Paola de Bélgica, pero su batalla judicial no comenzó hasta 2013 cuando, ayudada por su madre -que sostenía haber tenido una relación con el entonces rey durante varios años- reclamó una prueba de ADN a Felipe y Astrid de Bélgica. Paralelamente, Jacques Boël, su padrastro, se sometió a una prueba genética para constatar que, efectivamente y tal y como reclamaba la artista, él no era el padre biológico. En enero del pasado año, el padre del Rey de los belgas admitía, a través de un comunicado oficial difundido por su abogado, la paternidad de la artista de 51 años. La primera batalla estaba ganada, pero decidió pelear también por el título y el apellido de su padre. Finalmente, el Tribunal de Apelación de Bruselas dictaminó que la artista belga debía ser tratada como Alteza Real y recibir el título de princesa. Asimismo, sus hijos, Joséphine y Oscar, de 16 y 12 años, también se han convertido en príncipes y recibiendo el mismo tratamiento que su progenitora.