No ha sido un camino fácil el de Delphine Böel, ahora princesa Delphine. La escultora estuvo décadas reclamando ante los tribunales y medios de comunicación el ser hija ilegítima del rey Alberto II de Bélgica, padre del actual soberano. Sin embargo, tras la prueba de ADN, los tribunales le dieron la razón el pasado otoño y la reconocieron como princesa y Alteza Real. El culmen de este proceso, al menos de cara al país, le ha llegado este miércoles 21 de julio, cuando ha celebrado por primera vez la Fiesta Nacional como miembro de la Casa Real y formando parte de los actos oficiales. Llegados a este punto, al final de su batalla, Delphine podía haber optado por una aparición discreta y al gusto de todos, pero ha venido a demostrar que lo suyo no son las vías fáciles y ha hecho diana en uno de los capítulos más complicados y aún sin resolver de la historia del país del que ahora es princesa.
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A los actos de la mañana, el Te Deum en la Catedral de Bruselas solo han asistido, como es tradición, los Reyes y sus cuatro hijos, así que ha habido que esperar hasta el desfile militar, que comenzó a las 14 de la tarde hora local, para ver la esperada aparición de la nueva princesa belga. Delphine ocupó su sitio en la tribuna real de la Place des Palais, acompañada por su marido Jim O’Hare. La Princesa ha compartido carpa con su hermano el principe Laurent y su hermana la princesa Astrid junto a su marido, el príncipe Lorenz. Al lado, en la carpa VIP, notablemente más alta y con todos los símbolos de la institución, estaban los Reyes, sus hijos y altos cargos del Gobierno.
Todos buscaban un símbolo oculto en la primera puesta en escena de la princesa Delphine en la Fiesta Nacional y no tardó en llegar. La nueva hija del rey Alberto eligió un vestido de la firma Erratum, de la que es habitual, es una marca inspirada en África, fabricada en Bélgica y que literalmente reinvindica la identidad belga mixta. El nombre, tomado del latín, significa "subsanar los errores del pasado" y propone una nueva lectura a la relación entre Bélgica y África. Desde luego, la Princesa no ha hecho una elección simple, ya que ha llevado a la Fiesta Nacional el recuerdo de un pasado atroz y del que ahora forma parte, ya que como hija del rey Alberto, entre sus antepasados está la polémica figura del rey Leopoldo II, que gestionó el Estado Libre del Congo como una propiedad privada desde 1885 hasta 1908, durante la que se estima que murió el cincuenta por ciento de la población, entre 8 y 10 millones de congoleños.
El pasado verano fue el propio rey Felipe el que recordó este tema con motivo de los 60 años de independencia del Congo y envió una carta sin precedentes al Primer Ministro de la República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi, en la que reconoció que se cometieron "actos de violencia y de crueldad" durante los años que el Congo estuvo en manos belgas. En ese sentido, aunque Delphine no ha sido la primera de la Casa Real en sacar a colación este tema, su elección es contundente y puede ser toda una declaración de intenciones. Para otros, el mensaje está en el propio nombre de la firma, ya que eso de subsanar los errores del pasado también se puede aplicar a la relación con su padre.
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Aunque todos los ojos han estado centrados en la nueva Delphine Sajonia-Coburgo, antes Delphine Böel, lo cierto es que el día ha tenido otras anécdotas: como la ausencia del princesa Claire, mujer del polémico príncipe Laurent o el debut de la princesa heredera, Elisabeth, en el desfile militar. A pesar del tono festivo, este 21 de julio ha sido el más atípico y sobrio de la historia reciente, ya que a las restricciones impuestas por la pandemia se ha sumado las recientes inundaciones que han asolado al país.
A pesar de esta imagen de armonía, para Delphine los últimos años han puesto a prueba su resistencia. La princesa, que siempre advirtió que no buscaba ningún tipo de beneficio ni privilegio, rompió a llorar el pasado septiembre cuando recordó el largo camino judicial que emprendió en el año 2013 y que ha pasado tensos capítulos. Hay que recordar que Alberto II estuvo años reusando hacerse la prueba de ADN, incluso cuando ya la había solicitado un tribunal y finalmente fue la Corte de Apelación la que le impuso una multa de 5.000 euros diarios por todo el tiempo que se prolongara esta situación. Tras reconocerse su paternidad, la Casa Real infundió normalidad a este proceso y compartieron imágenes de Delphine tanto con el rey Alberto como con el rey Felipe. De forma paralela, los reyes Alberto y Paola cambiaron sus capitulaciones matrimoniales de forma que Delphine solo pueda heredar lo que le corresponda como hija de Alberto pero no tocar la parte que pertenezca a la reina Paola. Eso sin olvidar que al ser una hija nacida fuera del matrimonio, ni ella ni sus hijos formarán parte de la línea de sucesión.