El tiempo también corre para Elisabeth de Bélgica , la mayor de la generación de las futuras reinas. La pandemia, quizá lo ha retrasado todo. Tras su debut de largo a los 18 años (2019) a Elisabeth de Bélgica solo le falta coronarse con la primera diadema. Y, de alguna forma, lo tendrá más fácil que sus compañeras herederas. El cofre belga, aún siendo muy valioso, es de los más pequeños de las Casas Reales de Europa.
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Aunque, y al igual que la princesa de Asturias o Ingrid de Noruega, tampoco podrá agarrarse a la tradición buscando inspiración. Su posición -será por herencia directa, la primera soberana belga de la historia moderna- es muy distinta a la de sus antecesoras. Las últimas cuatro reinas de los belgas, Astrid, Fabiola, Paola y Matilde, han sido consortes y no princesas belgas de cuna, así que cuando abrieron por vez primera el joyero real era para buscar su tiara nupcial.
La incógnita de cuál será la primera diadema se presenta difícil. La hija de los reyes y Matilde tampoco puede volver sobre los pasos de su tía, la princesa Astrid, quien para el día de su boda con el archiduque Lorenzo, eligió una sencilla corona de flores. Ni siquiera en el antecedente remoto de la princesa Josefina Carlota, hija y hermana de reyes (la mayor) y Princesa de los Belgas hasta su matrimonio con el Gran Duque Juan de Luxemburgo, en 1953. Su juventud más temprana transcurrió en los difíciles tiempos de la guerra y la posguerra.
Tiara Ducal
Sumando estética (apropiada para su edad), y valor sentimental nos inclinamos por tres diademas que se pueden utilizar también como collar: las tiaras Laurel, Wolfers, y el bandeau de la reina Astrid, sin olvidar la Ducal de diamantes, que el Gobierno español regaló a Fabiola cuando se casó con Balduino (diciembre de 1960). Una corona de siete florones -habría pertenecido a la Casa de Medinaceli-, que puede usarse con rubíes, esmeraldas y aguamarinas, y lleva desaparecida 20 años. Desde 2001, cuando la reina Fabiola la llevó por última vez (versión sencilla y con aguamarinas) no conociéndose su destino, desde entonces.
La Guirnalda de Brabante
La diadema de diamantes más usada por Matilde de los belgas , como princesa y ahora como reina, está decorada con hojas de laurel y bayas, se hace también collar y lleva el sello de la firma inglesa Hennel & Sons. Se diseñó en el período de entreguerras y fue el obsequio de los aristócratas belgas a la actual soberana con motivo de su matrimonio (1999) con el entonces príncipe Felipe. Conocida como ‘Guirnalda de Brabante’, Matilde la llevaría por primera vez durante la visita a Bélgica de los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía, en el año 2000.
La tiara ‘Wolfers’
Matilde de los belgas heredó esta diadema de su tía política, esposa del rey Balduino y la estrenó en 2015, un año después de su muerte. La reina Fabiola la recibió en 1960 como regalo de bodas de los representantes de la industria del diamante de Amberes. La ‘Wolfers’, con más de 200 diamantes incrustados, fue una de las joyas favoritas de Fabiola, y la llevó repetidamente a lo largo del reinado de su esposo. A veces, también, como collar.
Bandeau de la reina Elisabeth
La tiara de diamantes de la reina Elisabeth de Baviera, sobrina de la emperatriz Sissi, y esposa del rey Alberto I, fue realizada en los años 20, en forma de bandeau para poder llevarla sobre la frente.
Elisabeth se la regalaría a la reina Astrid, en 1935, con motivo del nacimiento de su hijo, Alberto II, heredándola posteriormente Fabiola, Paola y ahora, Matilde, quien la distinguió como su tiara nupcial (en la versión más sencilla), por lo que su hija, la princesa Elisabeth, podría reservarla igualmente para su boda.
La tiara Imperio de las reinas
Y, queda una última, aunque por la importancia histórica de la pieza y la espectacularidad de su diseño, su elección parece improbable y difícilmente se coronará con ella la Duquesa de Bravante. Ni con la versión más sencilla, sólo con la base de bandeau, ni con la versión completa de los once picos con once diamantes, que ha coronado por tradición a las reinas de los belgas.
La tiara Imperio de diamantes, conocida también como la tiara de las nueve provincias, fue el regalo que recibió la reina Astrid con motivo de su boda con Leopoldo III de Bélgica, en 1926.
Al igual que la ducal, puede usarse de muchas maneras diferentes: como collar, como pulsera, en versión sencilla o completa, con picos y sin arcos o con los picos como gargantilla.