Como cada 15 de noviembre la Familia Real de Bélgica acude a la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas para celebrar el llamado Día del Rey, una tradición que se remonta a 1866 y en la que por protocolo no están presenten los Reyes, Felipe y Matilde los belgas. Sin embargo, a esta ausencia –marcada por el protocolo, ya que no es no está bien visto que el homenajeado esté presente en una ceremonia celebrada en su honor- se ha sumado otra que ha marcado el día: la del príncipe Laurent de Bélgica.
Hace dos días los medios del país comenzaron a anunciar que el hermano pequeño del Rey –que también fue protagonista el año pasado cuando no saludó a su llegada a la catedral a sus padres y a su hermana- no iba a estar presente en el tradicional Te Deum y así ha sido, aunque su esposa, la princesa Claire, sí que ha estado presente en la misa, junto a los antiguos Reyes, Alberto y Paola, así como la princesa Astrid y su marido, el príncipe Lorenzo.
Esta ausencia ha sido comentada debido a que el Príncipe no aparece en público después de la polémica que tuvo el verano pasado con el Ejecutivo belga, después de acudir a un acto con autoridades extranjeras sin la autorización del Primer Ministro, tal y como está obligado a hacer. Después de que el Gobierno le pidiera explicaciones por su participación en un acto de la Embajada de China en Bélgica, el Príncipe comunicó -a través de su abogado- que iba a estar fuera de la vida pública durante un tiempo.
Hay que recordar que esta jornada -en la que muchos ciudadanos acuden a las puertas de la Catedral para mostrar su cariño a la Famila Real- se conmemora la onomástica del rey Leopoldo, primer Soberano de los belgas, cuyo mandato se extendió desde 1831 hasta 1865. El rey Balduino decidió en 1951 mantener esta fecha como una jornada en la que los belgas pudieran demostrar su respeto y cariño a la Familia Real.