Fotogalería: Una boda 'casi' Real en Bélgica

La Iglesia de St. Pierre en Beloeil, en la provincia belga del Henao, acogió el pasado sábado el enlace religioso de Alix de Ligne y del conde Guillermo de Dampierre. Una boda digna de príncipes, no en vano la novia es Princesa de las más antigua nobleza de Bélgica y bisnieta de la recordada Gran Duquesa Josefina Carlota, con la presencia de no pocos importantes miembros de la realeza europea, como Matilde de Bélgica y la Familia Ducal de Luxemburgo casi al completo, en la larga lista de 800 invitados.

La princesa Alix de Ligne, que creció en Bélgica, vive desde hace tres años en Brasil, donde trabaja para la firma de joyería H. Stern, después de haber estudiado diseño de joyas en Amberes y Nueva York y de haber trabajado para la maison de Cartier en París. Su ya marido fichó hace ocho meses, también en el país carioca, para la consultoría McKinsey. Los recién casados vivirán en Río de Janeiro, en el barrio de Leblon, aunque no descartan regresar un día a Bélgica, a donde la princesa Alix permanece muy ligada. De hecho, el 17 de de junio de, 2016, víspera a su matrimonio religioso, la princesa Alix firmó la renuncia a sus derechos dinásticos brasileños.

La novia, la mujer más feliz del mundo al comprobar con un simpático gesto con la mano, que el cielo les ha obsequiado su propio regalo de boda y que ha dejado de chispear tras la ceremonia religiosa.

Los flamantes recién casados posan a la salida de la iglesia St. Pierre flanqueados por sus padres: el príncipe Michel de Ligne y la princesa Eleonora de Orleans y Bragança, los padres de la novia, a su derecha, y el conde Audoin de Dampierre y Roselyne Alvar de Biaudos de Castéja, padres del novio, a su izquierda.

Los novios consintieron a sus invitados más románticos y se besaron a la salida de la iglesia. La pareja se conoció en París en 2010 a través de amigos comunes y el enlace fue anunciado después de seis años de noviazgo, el pasado febrero, en el periódico francés Le Figaro y calificado en la prensa gala como la boda del año.

Alix de Ligne llegó al templo del brazo de su padre, Michel, decimocuarto príncipe de Ligne, que siguiendo la tradición ejerció de padrino de boda. Fue en ese preciso instante cuando la Princesa, a la que no le faltaba detalle que así lo atestiguara (ni una larga lista de invitados de la realeza, ni una tiara coronando el gran día), desveló el gran secreto nupcial: un vestido de novia de color marfil, con escote cuadrado y adorno de pedrería y flecos en la cintura, creación del diseñador belga Gérald Wathelet. El velo, rematado en blondas, pertenece a la familia De Ligne y está datado en 1810

Los pajes, conjuntados, se encargaron de que el velo de la novia luciera en todo su esplendor. El niño luce una camisa blanca con detalles (cuello mao y puños) en color caramelo, a tono con su pantalón de seda, que lleva fajín en la cintura y botonadura bajo la rodilla. La niña lleva un vestido con manga farol de color blanco roto con fajín caramelo y una corona de flores.

El novio, Guillaume Dampierre, llegó a la iglesia del brazo de su madre, Roselyne Alvar de Biaudos de Castéja, que ejerció de madrina e hizo honor a su destacado papel con sublime elegancia con un traje pantalón con pamela a juego de color fucsia.

Los grandes duques María Teresa y Enrique de Luxemburgo llegaron sonrientes, pese a la tensión que la prensa local dice que se vive en la Corte Ducal a escasos días del Día Nacional. Precisamente la Gran Duquesa lució para la boda de la princesa Alix de Ligne y Guillaume Dampierre el mismo traje que estrenó para el Día Nacional del año pasado.

El casi pleno de la Familia Ducal de Luxemburgo incluía por supuesto a los grandes duques herederos Guillermo y Stéphanie, ambos conjuntados en azul y sonrisas. La princesa Stéphanie lució para la ocasión un vestido corto, troquelado en escote y bajo, de tonalidad más intensa que la corbata de su marido.

Claire de Luxemburgo, la mujer del príncipe Félix, fue posiblemente una de las invitadas más elegantes de la boda de Alix de Ligne y Guillaume Dampierre. Lució para la ocasión un traje de color rosa cuarzo, de cuerpo con escote cruzado y de falda plisada, con adornos de seda brillante. 'Glamour' de pies a cabeza: a la pamela con un lazo de adorno en fucsia y a las sandalias de tiras cruzadas en la misma gama nos remitimos.

Los príncipes Louis y Tessy de Luxemburgo, afincados en Londres, tampoco faltaron a la boda del año en Bélgica. La Princesa vistió de primavera la gran ocasión con un vestido blanco y un abrigo de verano con estampado de flores, que coronó con una pamela barroca de color verde azulado a tono con un pequeño (y más sencillo) bolso de mano.

La Familia Ducal de Luxemburgo asistió prácticamente al completo al enlace de la bisnieta de la recordada Gran Duquesa Josefina Carlota. En la imagen, el príncipe Guillermo, hermano del gran duque Enrique de Luxemburgo, y su mujer, la princesa Sybilla, que fue un sol radiante.

Amadeo y Lili de Bélgica revivieron su propia boda en el enlace de Alix de Ligne y Guillaume Dampierre, que se celebraba a escasos días de su segundo aniversario de casados (contrajeron matrimonio el 5 de julio de 2014) y apenas un mes después de haberse convertido en padres de una niña.

Si el sol no brindó color al día, el desfile de elegancia de las invitadas sí lo hizo. Theresa Von Einsiedel, que llegó a la iglesia de St. Pierre junto a su marido, el príncipe François d'Orléans, se decantó por el rosa cuarzo, uno de los colores de esta temporada.

Los novios celebraron su banquete de bodas en el castillo de Beloeil, propiedad de los Príncipes de Ligne desde el siglo XIV. La residencia, una de las grandes joyas de la arquitectura belga, hasta el punto de ser conocido como el Versalles de Bélgica, alberga una amplia colección de objetos de arte del siglo XV y XIX, entre ellos, una enorme biblioteca con 20.000 volúmenes. En la imagen, los invitados esperan la llegada de los flamantes recién casados a lo largo de las 25 hectáreas de jardín, de estilo francés, que alterna agua y naturaleza, sombra y luz.