El conflicto entre las dos ramas de la Casa de Saboya, los Saboya y los Saboya-Aosta, es quizá la disputa histórica de la realeza más conocida de las últimas décadas, sobre todo en nuestro país, por el famoso episodio del "boxeo real" que tuvo lugar durante la boda de los reyes don Felipe y doña Letizia. Entonces, en el año 2004, los protagonistas de la trifulca fueron Víctor Manuel de Saboya y su primo Amadeo de Aosta, pero casi un cuarto de siglo después, esa rivalidad por liderar la dinastía, reclamar los derechos históricos y la sucesión simbólica de un país que es una república desde 1946 continúa gracias a sus hijos: Manuel Filiberto de Saboya y Aimone de Saboya-Aosta. Aunque por un momento hubo algún gesto simbólico de reconciliación, las tensiones entre las dos ramas están por encima de todo: ahora han sido unas declaraciones sobre el tesoro de los Saboya, joyas guardadas desde hace décadas en la bóveda del Banco de Italia, las que han hecho saltar las chispas (otra vez).
'[Las joyas] pertenecían a la Corona... Deberían estar expuestas'
Este martes el Corriere della Sera publicó una entrevista con Aimone de Saboya-Aosta en la que hablaba, entre otras cosas, del papel de la monarquía en la actualidad. El medio italiano le preguntó por la reclamación histórica que mantiene su primo, Manuel Filiberto de Saboya, con el Estado italiano para que le sean devueltas las joyas reales que se conservan en la bóveda de Via Nazionale desde 1946 y su respuesta fue clara: "No tiene sentido, pertenecían a la Corona y en consecuencia la disposición era muy clara: todo confiscado. El mismo hecho de que Umberto II los dejara a disposición del Banco de Italia demuestra que no las consideraba propiedad privada. Deberían estar expuestos. Y tengo un sueño...". Aimone de Saboya-Aosta explica ese "sueño" que tiene que ver con la recuperación de una "sensibilidad histórica" y explica como él ha donado la colección de barcos militares de su padre, el príncipe Amadeo de Saboya que falleció en el año 2021.
Era evidente que esta afirmación no le iba a gustar a su primo Manuel Filiberto de Saboya que, además de pedir recientemente a repatriación de los restos mortales de sus abuelos, Humberto II y María José, últimos reyes de Italia, lleva años tratando de recuperar lo que él califica de joyas de diario compradas con el dinero personal de sus antepasados y que, según cuenta, es un tesoro de un valor incalculable entre las que hay un número escandaloso de diamantes (se cuenta que más de seis mil) y perlas montados en collares, pendientes, tiaras y broches. El príncipe Manuel Filiberto no se ha hecho esperar y horas después de publicarse la entrevista envía un comunicado oficial a través de sus abogados:
'No son joyas de la Corona, sino bienes personales de los herederos de Humberto II, que nunca han sido confiscados por el Estado italiano'
"En nombre y representación de los herederos de S.M. el Rey de Italia Humberto II (Príncipe Manuel Filiberto de Saboya, Princesa María Gabriela de Saboya, Princesa María Pía de Saboya y Princesa María Beatriz de Saboya), y como apoderado en el procedimiento de reclamación de los derechos de propiedad y de reclamación sobre las joyas y bienes muebles depositados en el Banco de Italia por S.M. el Rey de Italia Humberto II, de forma única y exclusiva contra cualquier otro. Los herederos de S.M. el Rey de Italia Humberto II se muestran sorprendidos por las declaraciones de Aimone de Saboya - Aosta, publicadas por Correre della Sera el 24 de marzo de 2025. Cabe recordar que Aimone de Saboya Aosta no es descendiente directo de S.M. el Rey de Italia Humberto II. Las joyas depositadas en el Banco de Italia no son joyas de la Corona, sino bienes personales de los herederos de Humberto II, que nunca han sido confiscados por el Estado italiano. El gobernador del Banco de Italia, posteriormente presidente de la República, Luigi Einaudi, afirma y mantiene que las joyas '...no pertenecen a la propiedad del Estado, sino a la familia real'".
Según Manuel Filiberto de Saboya esas joyas le pertenecen y las reclama como nieto del último rey de Italia, mientras su primo Aimone de Saboya-Aosta, considera que son bienes del Estado. ¿Qué sostiene estos puntos de vista totalmente enfrentados?
Cuando la monarquía italiana fue abolida en 1946, las joyas de la corona del último rey, Humberto II, fueron depositadas en una caja de seguridad en el Banco de Italia. Desde entonces, las joyas han permanecido bajo custodia estatal, y los herederos de la Casa de Saboya han intentado recuperarlas en varias ocasiones. Argumentan que estas joyas son propiedad privada de la familia, mientras que el Estado italiano las considera parte del patrimonio nacional, aunque hasta ahora no las ha expuesto. El "lío" está en una ley poco clara, ya que en las disposiciones transitorias que se escribieron en 1946 como base de la Constitución italiana se estableció que se requisaban "bienes inmuebles y muebles pertenecientes a la familia Saboya" y que "los objetos preciosos que representan las llamadas joyas de la Corona del Reino se confían a la tesorería central para su custodia, para que queden a disposición de quienes tienen derecho a ellas”.
Esta fórmula no es clara y, por tanto, está abierta a interpretaciones
La vaga fórmula con la que fue redactado hace ochenta años ofrece al abogado de Manuel Filiberto de Saboya, Sergio Orlandi, con sede en Roma, la posibilidad de reclamarlos entiendendo que el Estado tiene la custodia, pero la propiedad pertenece a la familia Saboya. Otro punto de vista es que en alguna ocasión ha expresado el Estado italiano, que expresa que este es un tema que se podría discutir analizando la historia y el papel de la monarquía italiana en ella. Por si fuera poco, todo se complicó cuando en el año 2002 se aprobó una reforma constitucional en que permitió el regreso de los miembros masculinos de la Casa de Saboya al país, tras más de 50 años de exilio.
El cambio en la ley fue impulsado por un debate político y social que buscaba cerrar heridas históricas. Víctor Manuel de Saboya y su hijo Manuel Filiberto pudieron regresar a Italia después de jurar lealtad a la República, un gesto simbólico que marcó el fin de su exilio. Sin embargo, este regreso también reavivó las tensiones sobre el papel histórico y simbólico de la monarquía en el país; y, en último caso, sirvió para establecer una nueva vía legal para reclamaciones históricas, ya que si se tocaba la ley de 1946 para permitir su regreso, ¿qué pasa con el asunto de las joyas?
Manuel Filiberto de Saboya tiene claro que va a luchar hasta el final y así lo explicó esta misma semana al portal Netmediacom: "Hemos presentado nuestros escritos y estamos a la espera de la sentencia que debería llegar en breve, con los tiempos que corren en la justicia italiana. Pero, independientemente de que Italia lo acepte o no, mi voluntad es continuar esta batalla. Si no en Italia, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Pienso que al final tendremos éxito porque es lo correcto. Estas joyas son joyas privadas, adquiridas con el dinero personal de miembros de la Casa de Saboya, incautadas después de que mi abuelo solo las hubiera depositado en el Banco de Italia. En aquella época, incluso Einaudi (entonces gobernador del Banco de Italia) dijo: 'No entiendo por qué el Rey las deposita aquí, las joyas son suyas'. Lo que nunca he entendido es por qué nunca se han expuesto ni mostrado.
¿Qué tienen que ver los Saboya-Aosta en todo esto?
Este drama monárquico es tan enrevesado como fascinante, y para comprenderlo hay que aclarar el papel de los Saboya-Aosta, una rama alternativa de la Casa de Saboya. El padre de Aimón era Amadeo, príncipe y duque de Aosta, que era a su vez primo segundo de Humberto II, el último rey de Italia, ya que sus padres eran primos hermanos. Aunque todos formaban parte de la misma familia, pertenecían a una rama distinta, una que no estaba llamada a reinar ni a ostentar los derechos dinásticos, pero ganó protagonismo en el nuevo milenio.
'Cabe recordar que Aimone de Saboya Aosta no es descendiente directo del último rey de Italia Humberto II'
Esto ocurrió cuando Víctor Manuel de Saboya, tras décadas de exilio, pidió al papa Juan Pablo II que interviniera para modificar una disposición constitucional que impedía a los herederos masculinos del último rey regresar a Italia. Esta solicitud, como hemos contado, tuvo éxito, y tanto Víctor Manuel como su hijo, Manuel Filiberto, pudieron regresar al país, apareciendo incluso en programas de televisión como Ballando con le stelle en la RAI.
Sin embargo, el regreso no fue sencillo. Antes, tuvieron que jurar lealtad a la República y aceptar ser simples "ciudadanos comunes". Para la Unión Monárquica Italiana y la Consulta de Senadores del Reino, esto fue visto como una "traición", lo que llevó a que despojaran a Víctor Manuel de su papel de jefe de la Casa Real y nombraran en su lugar a su primo Amadeo de Aosta. Este nombramiento se basó en la percepción de que Amadeo representaba una alternativa legítima dentro de la dinastía, especialmente debido a las controversias que rodeaban a Víctor Manuel, como su matrimonio morganático con Marina Doria, que según algunos deslegitimaba a su hijo Manuel Filiberto en la línea sucesoria. Además, Amadeo (que sí se había casado con una princesa) nunca había abandonado Italia, lo que reforzó su posición como un representante más cercano a las tradiciones de la Casa de Saboya.
'Mi voluntad es continuar esta batalla. Si no en Italia, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos'
Este contexto es clave para entender como las tensiones internas de una familia que han pasado generaciones disputando el liderazgo de una dinastía estalló de manera casi surrealista en la boda de los entonces príncipes de Asturias, donde una disputa entre Víctor Manuel y Amadeo terminó a golpes en el Palacio de la Zarzuela, fue entonces cuando el rey Juan Carlos, amigo de la infancia de ambos, respondió con un contundente "¡Nunca más!".
Por lo que pueda pasar, Aimone de Saboya-Aosta, que se casó con Olga de Grecia (segunda hija de los príncipes Miguel y Marina de Grecia) en el año 2008, le puso de nombre Humberto a su primogénito, mientras que Victor Manuel de Saboya, que falleció el año pasado, se aseguró de de actualizar las reglas para la línea sucesoria antes de morir, ya que solo tenía dos nietas. Así que en el año 2020 eliminó la Ley Sálica como jefe de la Casa Real de los Saboya, puesto que Manuel Filiberto, su único hijo, tuvo dos hijas, Victoria y Luisa. De no haberse hecho la modificación, las hijas del príncipe Filiberto podrían haber sido apartadas precisamente en favor de los Saboya-Aosta. Así, la historia continúa mientras las joyas, que nadie ha visto en años, se supone que están cogiendo polvo en algún lugar del Banco de Italia.