Simeón de Bulgaria, hijo de la princesa Kalina y Kitín Muñoz, acaba de celebrar su mayoría de edad. Un cumpleaños que ha descrito como "maravilloso" y marca la cuenta atrás para un importante cambio de vida.
La familia se instaló en Sofía en 2021, tras vivir 15 años en Marruecos y nueve meses en Madrid, pero ya está preparándose para hacer las maletas de nuevo. El nieto más pequeño de los once que tienen los Reyes Simeón y Margarita, estudia en el British School, y está a punto de terminar bachillerato internacional. Y Kitín, navegante, humanista y explorador, prepara su quinta expedición bajo la bandera del Explorers Club de Nueva York, y tendrá que levantar campamento en otro continente. Si todo va bien, este marino del mundo antiguo se hará al mar en enero de 2026, con una balsa de juncos, para realizar una gran travesía transoceánica, siguiendo su ensayo de arqueología experimental de navegación primitiva.
Espíritu salvaje
Los tres dejarán por un tiempo su casa de Vitosha en Boyana, que está a diez kilómetros de la capital, Sofía, donde nos recibió la familia y frente a un parque natural, que ha sido su paraíso. A Simeón, al igual que a su madre, le gusta adentrarse en los bosques y entrenar, vestido de militar, en este territorio de lobos, zorros y osos pardos que, con sus más de 26.000 hectáreas, es un tesoro de la naturaleza. Realmente, como dice la princesa Kalina, "somos tres exploradores con espíritu salvaje".
Lo mejor de su cumpleaños: "El almuerzo con mi abuelo, el Rey Simeón, y mis padres en el Palacio de Vrana, y la cena con amigos en un restaurante de Sofía", nos dijo el hijo de la princesa Kalina y el explorador Kitín Muñoz
Sus padres destacan de Simeón "su seguridad, la templanza, la bondad, el compañerismo y su don de gentes", y dicen que lo han educado con mucho amor y en sus valores. Solidaridad y generosidad; respeto a los orígenes y a los demás; vivir en armonía con la naturaleza; lealtad; agradecimiento por todo, responsabilidad y esfuerzo para conseguir metas sin miedo al fracaso. Todo ello unido al compañerismo, la disciplina y el sacrificio, principios de vida que siguen acompañando: "Saber que cuando tu cuerpo dice basta, tu mente dice adelante".
Pasión por el deporte
Simeón ha crecido muy protegido, pero con libertad y está hecho a todo. Ha convivido con las tribus saharauis, dormido en jaimas en el desierto, vivido en una playa desierta y escalado cumbres. De ahí también su pasión por el deporte, aunque le viene sobre todo de familia. Hace snowboard, entrenamiento con pesas y es un magnífico skater. Se conoce todos los skateparkse la capital, Sofía, uno de ellos el mayor de los Balcanes. Se le da bien. Tiene habilidad, coordinación y equilibrio.
"He decidido que me uniré a la próxima expedición de mi padre. Estoy feliz de vivir esta aventura en familia, porque mi madre también se ha apuntado porque es salvaje. Una travesía transoceánica en una balsa de juncos con tripulantes indígenas"
También destaca en Kung Fu, deporte que empezó a practicar en Marruecos, y en Taekwondo, dos artes marciales muy diferentes, pero enfocadas ambas en el desarrollo del espíritu, mente y cuerpo. En julio de 2023, participó en el Mundial de Hanmadang, el campeonato de Taekwondo marcial de mayor prestigio del mundo. Allí, desafió el cinturón verde, subió de categoría y le hicieron "embajador global" para difundir el espíritu de este deporte.
Toca el piano y el bajo
El príncipe lleva un estilo de vida saludable —mens sana in corpore sano—, es buen alumno y saca buenas notas. Le gusta muchísimo leer, sobre todo libros de aventuras, la música —en el colegio toca el piano y el bajo— y estudiar idiomas. De momento, habla cinco: español, inglés, francés, árabe y búlgaro. Su abuelo, el Rey Simeón, que viajó desde Madrid para estar a su lado en un día tan especial como el de su 18 cumpleaños, puede dar fe de ello. Si están solos, siempre hablan en búlgaro, aunque "cuando estamos con los primos y tíos, hablamos en español", nos dice el joven príncipe.
Doble celebración
La princesa Kalina y Kitín Muñoz quisieron enmarcar el aniversario de su hijo con una celebración íntima junto al Rey, y un plan familiar en la provincia de Pernik, donde rindieron homenaje a la cultura y herencia del país, participando en el Festival de máscaras Surova. En un pueblo muy pequeño, Elov Dol, al que fueron invitados por el Centro Cultural Nacional Svetlina-1924 y el alcalde, Georgi Svetozarovla; y, también, en la ciudad de Zemen. Allí, Simeón se unió a los survakars con sus imponentes máscaras y los cinturones llenos de campanas, repicando a cada movimiento para alejar a los espíritus malignos y dar la bienvenida al renacimiento de la naturaleza. La princesa Kalina recibió un reconocimiento y el príncipe, una máscara hecha con plumas de ave. Además, por primera vez, le dirigieron unas palabras. Y fueron las del alcalde Mihail Zlatanov.
"Todos estamos emocionados porque hoy celebra su cumpleaños Simeón Sax Coburg Gotha Muñoz. Cumplir 18 años es como recibir una llave para una puerta a un mundo nuevo. Deseamos que aproveche cada oportunidad con confianza, que no se deje vencer por las dificultades y lleve consigo la sabiduría del pasado y el entusiasmo del futuro, porque tiene la fuerza y las raíces de las tierras búlgaras… Todo éxito viene después del trabajo duro y usted tiene todo lo que se necesita para ser grande".
Primeras declaraciones de Simeón
—¿Qué destacarías de tu cumpleaños y cuál de todos los regalos que recibiste fue el más especial?
—El almuerzo con mi abuelo, el Rey Simeón, y mis padres en el Palacio de Vrana, y la cena con amigos en un restaurante de Sofía. Pero también me lo pasé muy bien en el festival. Incluso abracé al oso, siguiendo la tradición. En cuanto a los regalos, me han gustado mucho todos, pero destacaría cuatro. Los gemelos de plata con historia, que me regaló mi abuelo; el detalle de mi madrina, la princesa Irene de Grecia; el icono del monasterio de Rila, que me entregó una amiga, y el obsequio de mis padres, que esperaba desde hace dos años: uno de los mejores cuchillos del mundo. Es como el que tienen ellos. Los hace Eladio Muela para la Fundación de los Boinas Verdes y lleva mi nombre de guerra, que no puedo decir, claro.
—El verano está a la vuelta de la esquina. ¿Ya sabes qué harás?
—El plan más inmediato, cuando acabe el curso, es terminar de sacarme el carné de conducir. Y después, pasaré el verano entre Cantabria, Miraflores de la Sierra (Madrid) y Alicante. El año pasado hice un curso de vela que me gustó muchísimo y este año quiero seguir estudiando navegación a vela, en el Cantábrico. También haré un curso de buceo en Levante con el comandante boina verde Terencio. Y después, volveré por tercera vez al Campamento de Orientación Militar Don Pelayo. Es una experiencia castrense cercana a la realidad, con mandos de Operaciones Especiales. La idea es seguir formándome para entrar en el ejército. Solo estudié en España un año, justo cuando empezó la pandemia, y necesito ponerme al día. Y, por supuesto, prepararme física y psicológicamente para las pruebas de acceso a los Boinas Verdes. Son muy duras. Entran treinta de cada cien.
"De los regalos que me hicieron, destacaría: los gemelos de plata de mi abuelo, el Rey Simeón; el detalle de mi madrina, la princesa Irene de Grecia; y el obsequio de mis padres: uno de los mejores cuchillos del mundo"
—Entonces, lo tienes decidido. Serás militar y vas a vivir en España.
—Sí, lo tengo clarísimo. En el futuro, quiero ser un Boina Verde del Mando de Operaciones Especiales. Mi padre desciende de una dinastía de militares —mi abuelo Luis luchó entre tres guerras— y es embajador del ejército. Y por parte de mi madre, el Zar Fernando I luchó en las guerras balcánicas y en la Primera Guerra Mundial; y el Rey Boris en la Segunda. Es parte de nuestra vida y de la de nuestros antepasados. Y me hace mucha ilusión formarme en España, un país del que me gusta todo y en el que, además de familia, también tengo buenos amigos, aunque no será ahora. La idea es empezar en 2027.
—Y ¿qué harás el próximo curso?
—Hay dos planes sobre la mesa, que me parecen extraordinarios, y quiero hacer los dos. He decidido que me uniré a la expedición de mi padre. Estoy muy agradecido de que no tomara ninguna decisión por mí durante estos años. Tenía que decir «sí» o «no», y he dicho que sí, claro. Estoy feliz de vivir esta aventura con ellos, porque mi madre también se ha apuntado porque es salvaje. Esa es la idea. Una travesía transoceánica en familia. Los dos haciendo realidad su sueño, en una balsa de juncos con tripulantes indígenas. Navegar con una leyenda en una balsa, que es una de las mejores escuelas del mundo. Pero, antes de unirme a mis padres, iré a la provincia de Henan, China, para seguir practicando kung-fu con los mejores, siguiendo una disciplina y una filosofía espartana de vida.
—¿Te irás solo?
—Esa es la idea. He sido aceptado por los monjes Shaolin y viviré con ellos en el templo, que está al pie de la montaña Shaoshi y forma parte de la lista del patrimonio cultural y natural mundial de la UNESCO. Su historia se remonta a unos 1.500 años y ha fascinado al mundo durante siglos. Todos los monjes Shaolin son maestros de kung-fu, la madre de las artes marciales, y quiero aprender de ellos.
El príncipe es buen alumno y saca buenas notas. Le gusta muchísimo leer, sobre todo libros de aventuras, la música —en el colegio toca el piano y el bajo— y estudiar idiomas. De momento, habla cinco