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Nieve, esquís y amigos en el Valle de Arán. Como muchos años atrás, el pasado fin de semana, Felipe VI disfrutó de una escapada a su refugio invernal de confianza: la estación de Baqueira Beret. A sus 57 años, este viaje a mediados de febrero es como una tradición para él y también para algunas de las amistades que lo acompañan. Entre los que se encontraba Álvaro Fuster, íntimo del monarca desde hace más de 40 años.
© Europa PressYa el año pasado los vimos juntos deslizándose por las blancas pistas sonrientes, relajados y cómplices, aprovechando las horas de sol para practicar su deporte favorito: el esquí. Una afición que tiene desde que era un niño y sus padres, don Juan Carlos y doña Sofía, lo llevaron a bajar las cumbres nevadas por primera vez. Fue en el Pirineo Catalán donde el rey se inició en este deporte y donde ha seguido yendo durante toda su vida, tanto con sus padres, como con sus hermanas Elena y Cristina, como con la reina Letizia y sus hijas Leonor y Sofía.
© AgenciasUna amistad desde el pupitre
“El amigo de verdad no debe sacar ventaja de su posición. No hay amigos mejores ni peores… Un amigo ‘peor’ no es un amigo”, dice siempre el monarca -que goza de un círculo íntimo de leales como el príncipe Kyril de Bulgaria o Beltrán Gómez-Acebo-. Su relación con Álvaro Fuster viene de largo, desde que estudiaban juntos en el colegio Santa María de los Rosales y se hicieron inseparables. Él es una de esas personas de máxima confianza para el rey. Reservado, pero confiable. Nunca ha comentado nada sobre su amistad para no comprometer a Felipe con sus palabras.
© GtresonlineLos Fuster son su segunda familia, desde que en las funciones de Navidad de la escuela don Felipe se vestía de mago y Álvaro de rey con una corona de cartón. Los monarcas, entonces príncipes de Asturias, acudieron en 2012 a su enlace con Beatriz Mira en Málaga, ocho años después de que Álvaro fuera testigo en su boda con doña Letizia. Un honor que devolvió a Felipe nombrándole padrino de su primer hijo, Álvaro.
Una amistad inquebrantable y muy compatible. Hasta hace no mucho, coincidían en la entrada del Rosales -su ex colegio- para recoger a sus respectivos hijos, y ahora comparten horas y horas de sus fines de semana jugando al pádel -otra de sus grandes pasiones, aparte del deporte blanco-.
Una pasión
Formigal, Astún, Candanchú o Sierra Nevada son algunos de sus lugares favoritos para esquiar. Sin embargo, no le hacen ninguna sombra a Baqueira Beret. Es allí donde la Familia Real tiene una casa en La Pleta en Naut Aran, cedida desde 1984 por los empresarios de la estación. Una estancia con 200 metros cuadros, de tres alturas y con unas vistas privilegiadas, que escogieron durante muchos años don Felipe y doña Letizia como lugar predilecto para comenzar el año nuevo -al igual que hicieron cuando todavía estaban prometidos en 2004 y en su primer año como marido y mujer-.
© Europa Press
© Europa PressEn esta última escapada, no le acompañaba la reina, pero sí su grupo de íntimos con los que disfrutó de todas las comodidades que le ofrece la estación. Tras la primera jornada de sol, telesillas y nieve se acercaron a uno de los espacios exclusivos que tiene allí Moët & Chandon y don Felipe, “muy simpático, cercano y agradable”, como dice José Navarro - cortador de la empresa Los Finos en ese exquisito lugar- se fotografío con todos los trabajadores con una gran sonrisa en su rostro.
Sin duda, un espléndido fin de semana de relajación para el monarca, que además lució un nuevo conjunto: anorak y pantalón color gris y negro, con detalles en rojo, de la marca japonesa Descente; esquís de los Alpes eslovenos Elan; casco de Swans y botas rojas a juego de Nórdica.
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