Nicolás de Grecia y Chrysi Vardinogiannis llevan doce días casados tras un breve noviazgo de siete meses. Los novios contrajeron matrimonio en la iglesia más antigua de Atenas ante la Familia Real helena, la reina Sofía, la princesa Irene, la infanta Cristina y representantes de la Casa Real danesa. Fue una boda diferente porque para los dos eran segundas nupcias, pero no faltaron todos los elementos de las bodas reales. La novia lució la tiara del Corsario de su suegra y unos espectaculares pendientes nuevos de los que hasta ahora nada se sabía.
Chrysi eligió un look de novia hecho a medida para ella por Costarellos, el sello nupcial de referencia para las princesas griegas compuesto por intrincados detalles bordados, una auténtica obra de alta costura que marcaba la silueta e inspirado en las columnas jónicas. Además de velo, Chrysi llevó la tiara Corsario, la misma que lució Tatiana Blatnik en su boda con el príncipe Nicolás, de perlas y diamantes que han llevado todas las nueras de la reina Ana María.
También llamaron mucho la atención los pendientes, de lo más favorecedores. Se trata de dos piezas de la joyería griega Serkos, situada en Atenas. Son unas piezas personalizadas de diamantes realizados en exclusiva para el gran día. “Nuestro más sincero agradecimiento a Chrysi Vardinogiannis y a Nicolás de Grecia por elegir Serkos para ser parte de esta extraordinaria celebración del amor. Fue un verdadero privilegio crear piezas tan significativas para una pareja tan maravillosa. Les deseamos a ambos una vida llena de amor, alegría y elegancia atemporal”, ha escrito la firma joyera junto a una imagen inédita de la novia. Lo que no está claro es si estas joyas que estrenó Chrysi en su boda fueron un regalo de su ya marido o una compra que hizo ella o algún otro familiar.
Serkos es una firma que comenzó su andadura en 1971. La primera generación de la compañía comenzó a dedicarse a la fabricación de joyas y rápidamente se hizo un nombre en Atenas. Su fama trascendió la ciudad y atrajo a personalidades de todo el país y del extranjero que acudían a comprar sus regalos más brillantes.
Aunque este enlace fue más reducido, al tratarse de segundas nupcias para ambos, tuvo todo el encanto y el romanticismo de las bodas reales griegas. A diferencia del primer enlace del príncipe Nicolás, que tuvo lugar en la isla helena de Spetses y en el que hubo un despliegue impresionante de monarcas y herederos, incluidos los entonces príncipes de Asturias, el pasado 7 de febrero entre los invitados se encontraban, sobre todo, familiares y amigos íntimos de la pareja. Tras la ceremonia religiosa, los recién casados y sus seres queridos se trasladaron al puerto ateniense de El Pireo, al Castor Place, un histórico almacén de piedra construido en 1900.