"Tu familia y nuestra madre lo eran todo para ti", dijo Pablo de Grecia en la Catedral de Atenas en enero de 2023, mientras se llevaba la mano al corazón y actuaba por primera vez como jefe de la Casa Real helena junto al féretro de su padre, el rey Constantino II. La reina Ana María, al igual que el resto de la familia —la griega, la española y la danesa— estaban destrozados; se despedían de un hombre querido. Más allá de su breve reinado, su faceta institucional y su lucha por los derechos que consideraba que le pertenecían, el último rey de los helenos, como recordó su hijo, vivió por y para su familia: su mujer, sus cinco hijos, sus dos hermanas (la reina Sofía y la princesa Irene) y sus nueve nietos. En estos dos últimos años, en los que el príncipe Pablo ha asumido su relevo, la vida ha continuado y también los reclamos históricos de su dinastía, asunto en el que ha tenido bastante éxito. No obstante, hay un parte emocional, que es posible que sea el gran legado del rey Constantino, que tampoco ha descuidado: la unidad familiar.
Ese día, el del funeral de su padre, Pablo de Grecia pronunció un emotivo discurso que cerró con la frase: "Creaste una familia unida por el amor y el deber a la Patria", para después desearle un sencillo "buen viaje". Comenzó en ese instante una nueva era para la Familia Real griega y también un nuevo reparto de roles. Así vimos como el príncipe Pablo, formado académica, militar y diplomáticamente como cualquier heredero europeo de su generación perteneciente a una casa reinante, dio un paso al frente como nuevo jefe de la Casa Real griega. Así se encargó de cumplir con el recibimiento en la puerta de la Mitropoli de reyes, reinas, príncipes y princesas herederas, así como de otros jefes de Estado y autoridades que se desplazaron hasta Atenas. Lo hizo sin quitar un ojo a su madre, la reina Ana María, especialmente afectada tras la muerte de su compañero de vida, y también con el fime objetivo de que su padre tuviera la despedida digna de un rey y todas las casas reales se volcaron con ellos.
Después llegó el momento de retomar su trabajo, de continuar con las reivindicaciones de su padre -tras una larga batalla obtuvieron la ciudadanía griega en diciembre de 2024- y, sobre todo, de acompañar a la reina Ana María, como habían hecho siempre. Especialmente significativo fue la primera aparición pública después de la muerte del rey Constantino: el nuevo jefe de la Casa Real helena acudió a las celebraciones por la Coronación de Carlos III en Londres con su mujer, la princesa Marie Chantal, y su madre. La reina Ana María volvió a la vida institucional en el lugar en el que se dieron cita hasta cien jefes de Estado en torno al soberano británico.
La reina griega reapareció en el Palacio de Buckingham ya sin luto, haciendo por sonreír y del brazo de su hijo, un príncipe que tiene una enorme capacidad de equilibrar autoridad y afecto. Sus gestos, palabras y maneras demuestran el profundo respeto que siente por su madre, a la que trata en cualquier contexto público con la dignidad de una reina, a la vez que se expresa como hijo mostrando un vínculo cariñoso y genuino.
Como primer hijo varón del rey, el príncipe Pablo asumió una posición única, tal y como marca la jerarquía institucional y familiar. Sin embargo, ha encontrado en sus dos hermanos, los príncipes Nicolás y Philippos, un apoyo y un relevo en un sistema cuyas estructuras se mantienen como en los tiempos en los que reinó Constantino II, es decir, son los varones los que llevan el peso institucional, mientras que las princesas Alexia y Teodora ocupan una segunda posición. Un patrón que heredará la siguiente generación, al menos eso se deduce de las explicaciones que el propio príncipe Pablo ha dado sobre su primer hijo varón, el príncipe Constantino, y su posible formación militar en el Ejército griego, aunque la primogénita sea la princesa Olimpia.
Unidos en lo bueno y en lo malo, la Familia Real griega se volcó por completo con la princesa Teodora en septiembre de 2024, ya que, además de ser la pequeña de la casa, fue la primera que se casó sin la presencia de su padre. Pablo de Grecia ejerció de padrino y veló porque su hermana tuviera en la Catedral de Atenas su gran boda real, mientras que el príncipe Nicolás acompañó a la reina Ana María en todo momento. Lo que no se sabía entonces es que entre los invitados estaba Chrisy Vardinoyannis, la primera griega que entraría en la Familia Real helena por matrimonio, la segunda mujer del príncipe Nicolás y protagonista de la inesperada primera boda real del año.
'Estoy muy feliz por el matrimonio de mi hermano, él está muy feliz'
En cuestión de dos semanas, la Familia Real se volvía a juntar en Grecia para un homenaje familiar con motivo de los dos años del fallecimiento del rey Constantino, tuvo lugar en Tatoi a puerta cerrada y después comieron juntos en un restaurante al norte de Atenas. Fue allí cuando Chrisy Vardinoyannis hizo su primera aparición "oficial" como novia del príncipe Nicolás. Su presencia, en un acto en el que estaba la reina Ana María y también el príncipe Pablo fue la señal inequívoca de que la relación iba muy en serio, es más, desde hacía semanas la prensa griega recogía rumores de boda. El príncipe Nicolás no habló ante los medios ese día, pero sí el príncipe Pablo, que como jefe de la Casa Real helena suele pararse siempre ante los micrófonos, e hizo lo mismo cuando ya se había confirmado que además estaban preparando la inminente primera boda real del año.
"Estoy muy feliz por el matrimonio de mi hermano, él está muy feliz", dijo Pablo de Grecia cumpliendo con la prensa, sin revelar detalles de la boda y confirmando que, como hermano y como superior jerárquico, iba a estar al lado de su hermano en todo momento. En esas mismas declaraciones fue en las que anticipó los planes para su primer hijo varón, el príncipe Constantino: "Mi hijo se unirá al ejército aquí en Grecia. Esto llegará en algún momento, tal como le ocurre a todo griego. Estoy feliz por eso".
Preparando a la siguiente generación
'Mi hijo se unirá al ejército aquí en Grecia. Esto llegará en algún momento, tal como le ocurre a todo griego'
De momento no se sabe más sobre el futuro castrense del príncipe Constantino, que nació en Nueva York, tuvo como padrinos de bautismo al rey Felipe VI y al actual príncipe de Gales, se crio en Londres y se formó en Washington, concretamente en la Universidad de Georgetown, la que eligen reyes y jefes de Estado, desde el rey Felipe VI hasta Bill Clinton, desde Abdalá de Jordania hasta Guillermo de Luxemburgo. Este giro sería un retorno más de los griegos al país, ya que el príncipe Pablo cumplió con sus estudios militares en el Reino Unido, en la Real Academia de Sandhurst, también la elegida por reyes, príncipes, herederos y otros hombres de Estado, como Alfonso XII, Winston Churchill o los propios Guillermo y Harry.
Este acercamiento a las Fuerzas Armadas griegas bien podría estar relacionado con la restitución de su ciudadanía, un reclamo que el rey Constantino emprendió en 1994 y que se vino a resolver el pasado diciembre. Tres décadas después, la Familia Real recuperó la ciudadanía griega mediante un decreto del Ministerio del Interior heleno y tras reconocer la Constitución, renunciar a cualquier tipo de reclamación y elegir un apellido, fue entonces cuando escogieron la forma francesa 'de Grèce' (de Grecia), utilizada por el príncipe Miguel, tío abuelo de la reina Sofía, más escritor que príncipe y que murió el pasado julio. "Era el único que nos resultaba familiar, ya que nuestra familia nunca llevó apellido", explicó un comunicado que emitió la oficina de la Casa Real helena.
'Todo griego capaz de portar armas está obligado a contribuir a la defensa de la Patria según lo dispuesto por la ley'
En este sentido, con la ley en la mano, el asunto no está claro, ya que si bien Grecia es uno de los países europeos que sigue manteniendo un servicio militar obligatorio (con fama de duro y que va desde los 9 a los 12 meses) para todos los varones al cumplir la mayoría de edad, incluyendo a aquellos que han nacido en Grecia como a aquellos que han obtenido la ciudadanía griega por otros medios, como por descendencia o naturalización. También se contemplan una serie de exenciones o reducciones en ciertos casos específicos, como para los expatriados que regresan a Grecia después de un largo período en el extranjero, para aquellos que han cumplido con el servicio militar en otro país o para los ciudadanos griegos que residen permanentemente en el extranjero.
Por otro lado, la relación entre el servicio militar y la nacionalidad y / o ciudadanía se refuerza aún más por el hecho de que el servicio militar es visto como una manera de contribuir a la defensa y seguridad del país. Tal y como dice la Constitución griega en su artículo cuarto: 'Todo griego capaz de portar armas está obligado a contribuir a la defensa de la Patria según lo dispuesto por la ley'. Un compromiso que el último en poder asumir fue el propio rey Constantino, que recibió entrenamiento militar a la vez que estudiaba a finales de los años cincuenta.