El último rey de los helenos, Constantino II de Grecia, reinó hasta el golpe militar de 1967 y entonces emprendió un exilio que le llevó a vivir, primero en Roma y luego en Londres. Tres de sus cinco hijos nacieron fuera de Grecia y absolutamente todos sus nietos, así la Familia Real griega se fue convirtiendo en una dinastía que conservaba todas sus tradiciones y su lugar en la realeza europea, pero al margen de lo que supone la jefatura del Estado helena. Eso sin olvidar que hasta diciembre de 2024 no recuperaron su ciudadanía griega, es decir, han sido apátridas durante décadas.
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De formar paralela, hay que decir que los reyes Constantino y Ana María, en exilio, formaron a sus cinco hijos como sí de príncipes de una casa real reinante se tratara, es decir, recibieron una formación académica y protocolaria al más alto nivel, idéntica a la que, por ejemplo, tienen sus primos hermanos, los reyes Felipe VI y Federico de Dinamarca. Estudiaron en las universidades más prestigiosas y se formaron militarmente en la Real Academia de los hombres de Estado, Sandhurst, mientras asumieron que su papel como príncipes griegos era el de servir a su país de otra manera. En este escenario, instalados entre Estados Unidos y el Reino Unido, todos fueron casándose y ninguno con un ciudadano o ciudadana griega, hasta ahora, ya que el príncipe Nicolás es el primero que se casa con una mujer griega.
El primero en casarse fue el príncipe Pablo, el actual jefe de la Casa Real griega, y puso el listón muy alto al introducir en la familia una mujer con la personalidad y posibilidades de Marie Chantall-Miller, nacida en Londres e hija del magnate estadounidense Robert Warren Miller, creador de los Duty Free Shoppers (DFS) y que había proporcionado a sus tres hijas una formación y contactos entre las élites de Londres, Suiza, París y Nueva York. La boda se celebró el 1 de julio de 1995 en la Catedral de Santa Sofía en Londres y fue el máximo exponente del lujo, ya que no solo se casaba un príncipe, también se casaba la hija de un multimillonario. Acudieron miembros de la realeza europea y la propia reina Isabel II organizó en la capital británica una recepción a modo de preboda una semana antes. La novia llevó un vestido de Valentino que pasó a la historia como una obra maestra y con el tiempo nadie duda de qu esta fue una de las bodas del siglo.
La siguiente en casarse fue la hija mayor de los reyes Constantino y Ana María, la princesa Alexia, de nuevo en Londres y tampoco con un griego. Alexia se había enamorado de un arquitecto canario, Carlos Morales, al que conoció durante el tiempo que vivió en Barcelona con su prima, la infanta Cristina, con la que tiene una estrechísima relación. Su boda, el 9 de julio de 1999, contó con la presencia de los máximos exponentes de la realeza: Isabel II de Inglaterra, Noor de Jordania, Margarita de Dinamarca y la Familia real española, con don Juan Carlos y doña Sofía a la cabeza. En ese sentido, hay que tener en cuenta los lazos familiares, ya que tanto la reina Sofía como la reina Margarita de Dinamarca son tías de la novia, por eso su boda contó con una presencia de cabezas coronadas fuera de lo común para una princesa que no es la heredera.
Pasó más de una década hasta que la realeza griega celebró otra boda, pero esta fue especialmente significativa, ya que fue la primera que tuvo lugar en Grecia desde el exilio y desde que se hubieran casado allí los reyes Constantino y Ana María en 1964. La primera boda del príncipe Nicolás, el único que se ha casado dos veces, tampoco fue con una griega, Tatiana Blatnik nació en Venezuela y se crio en Suiza. Su boda se celebró en la isla de Spetses y fue todo un acontecimiento al que acudieron reyes, reinas, príncipes, princesas y hasta emperatrices. A esta boda acudieron los entonces príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia.
Once años después, el príncipe Philippos, el pequeño de la casa, ya que los Reyes de Grecia tuvieron a su primera hija en 1965 y al último en 1986, todavía hizo algo más significativo para su dinastía, no solo se casó en suelo griego, además lo hizo en la Mitropoli, es decir, en la Catedral de Atenas, el lugar en el que se habían casado sus padres y sus tíos, los reyes don Juan Carlos y doña Sofía. La novia, Nina Flohr, empresaria, heredera y miembro de la alta sociedad suiza, criada entre Londres y Nueva York, exactamente igual que el príncipe Philippos, que nació en la capital británica, estudió y desarrolló su carrera profesional en los Estados Unidos.
La boda más esperada, ya que fue anunciada en el 2018 y tuvo que ser pospuesta hasta el 2024, fue la de Teodora de Grecia con el abogado estadounidense Matthew Kumar. También se celebró en Atenas y la Familia Real, sobre todo la reina Ana María y sus hermanos mayores, los príncipes Pablo y Nicolás, se volcaron en que el día fuera espléndido para la princesa Teodora, que se casaba con la sentida ausencia de su padre, el rey Constantino, que falleció en enero de 2023.
Chrysi Vardinoyannis, nacida en Atenas y con raíces cretenses, pertenece a una de las grandes sagas griegas. Tanto su padre, Yiorgos, como su tío Vardis, ya fallecido, son conocidos por haber levantado un imperio familiar, naviero y petrolero, empezando desde cero a base de cursar estudios marítimos de forma civil o militar. Chrysi es madre de dos niños, Yiorgo y Karen Agapi, fruto de su matrimonio con un conocido cantante, Nino Xypolitas, que duró hasta el 2017. Fue el pasado verano cuando Chrysi presentó a Nicolás de Grecia, al cual conoce desde niña, a sus padres como su pareja, formalizando así su noviazgo. El príncipe Nicolás, por su parte, anunció su divorcio de Tatiana Blatnik en abril del año pasado tras más de dos décadas de relación y catorce de matrimonio. Comienza ahora una nueva etapa en la vida del príncipe Nicolás, al que siempre se ha definido como el más griego, al dominar a la perfección la lengua, la historia, la cultura y la idiosincrasia de su país, eso sin olvidar que fue el primero en instalarse a vivir allí y desarrolló una carrera fotográfica vinculada a la promoción de la naturaleza y el patrimonio heleno.