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La bisnieta del último rey de Italia e hija de del príncipe Emanuele Filiberto, y de la actriz Clotilde Courau rara vez comenta de su historia familiar

Vittoria de Saboya: los planes de la princesa que 'odiaba' hablar de monarquía

"Incluso podía enfadarme si alguien me llamaba princesa. Nunca me consideré así…", advierte la modelo y curadora de arte que estudia interpretación


24 de octubre de 2024 - 7:32 CEST

Nació en Suiza y se crió entre Montecarlo, Francia e Italia. Estudió Ciencias Políticas, Historia del Arte e interpretación entre París, Londres y Nueva York. Con sus trabajos como modelo se pagó las clases de interpretación mientras impulsa su proyecto personal como curadora de arte emergente. En las entrevistas suele hablar más de su madre que de su padre, aunque sigue los pasos de ambos. Princesa de Carignano y marquesa de Ivrea, ella es Vittoria de Saboya, bisnieta del último rey de Italia, nieta de Victor-Emmanuel de Saboya, hija del príncipe Emanuele Filiberto, y de la actriz Clotilde Courau. Heredera de una dinastía polémica, no muestra demasiado interés en hablar de sus orígenes y deja claro que ser princesa está muy lejos de su realidad. 

© Getty Images

"Mi suerte fue que mi padre se casara con una madre como la mía, actriz, trabajadora e independiente. Nunca me veo como una princesa, este rango es honorífico. Además, habiendo sido abolida la monarquía italiana en 1946, ¡no se plantea la cuestión de acceder algún día al trono!" cuenta Vittoria de Saboya en la última entrevista que ha concedido a la publicación francesa Madame Figaro. Unas palabras con las que se distancia de anhelos o pretensiones pasadas. "A veces acompaño a mi padre en viajes oficiales de caridad, pero esto está muy lejos de mi realidad...", cuenta la princesa en una frase corta pero cargada de matices, ya que hace unos meses se desató la polémica a raíz de un comunicado de su padre, el príncipe Emanuele Filiberto, en el que se presentó como el nuevo jefe de la Casa de Saboya y, por lo tanto, heredero al trono italiano, una inesperada decisión que nada tiene que ver con la decisión que había tomado de ceder sus derechos dinásticos en favor de la mayor de sus dos hijas. 

Siempre centrada en su carrera profesional, Vittoria de Saboya no solía hablar de su historia familiar: “Hasta los 18 odiaba hablar de monarquía, incluso podía enfadarme si alguien me llamaba princesa. Nunca me consideré así…”. Y es que esta historia no es fácil. Su abuelo, Victor-Emmanuel de Saboya, que falleció el pasado febrero, fue protagonista de grandes polémicas durante toda su vida y alguna de ellas le llevó a enemistarse con un gran número de casas reales. Sobre toda la dinastía pesó el reclamo histórico del que fuera de forma fugaz el heredero de un imperio y que nunca se conformó con que la historia le recordara como "el hijo del último rey de Italia". Sin olvidar su enfrentamiento con la rama rival, los Aosta, que terminaron a golpes en la boda don Felipe y doña Letizia por una corona real que no existe, o el "accidente" que le costó la vida al joven alemán Dirk Hammer, asunto que trató de forma sobresaliente Beatrice Borromeo en su documental Il Principe, en el que participó tanto Victor-Emmanuel de Saboya (en la que fue la última entrevista de su vida) y el príncipe Emanuele Filiberto, que intentó cerrar unas heridas emocionales que se habían transmitido amargamente de generación en generación.

© Getty Images

Vittoria de Saboya habla de un tiempo nuevo y de lo que le hace ilusión a ella: "Siempre me atrajo el escenario, pero la comparación con mi madre me asustó tanto que preferí tomar un camino muy diferente”. Es curioso, la suya parece una historia que no quiere repetir la historia, sin embargo, de esta pasión no pudo escapar. "En el escenario, de repente me sentí comprendida, viva y liberada. Al salir llamé a mi madre para contárselo y ella me animó a continuar”, recuerda al citado medio, lo que le llevó a ingresar en la Escuela Superior de Arte Dramático de París y ha hacer un curso  Nueva York en el Instituto de Teatro y Cine Lee Strasberg . “Estaba orgullosa, pagué esta pasantía con mi dinero, el dinero que ganaba como modelo y los trabajos ocasionales que podía hacer en pubs o restaurantes. Mi mamá siempre nos enseñó a mi hermana pequeña, Luisa, de 18 años, y a mí, el valor del trabajo”.