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La fascinante historia de Raine Spencer, madrastra de Diana de Gales

La mansión donde compartió confidencias con la princesa de Gales (y que heredó de su padre, el Conde Spencer, en 1992), acaba de venderse por trece millones de euros


18 de octubre de 2024 - 15:53 CEST

La actualidad siempre nos obliga a mirar atrás. En este caso, la venta de una casa de cuatrocientos treinta metros en el exclusivo barrio londinense de Mayfair, por la nada desdeñable cantidad de trece millones de euros, nos remite a su propietaria, Raine Spencer (McCorquodale, de soltera), quien jugó un papel determinante en la vida de Diana de Gales. Primero, como implacable madrastra –Raine se casó en segundas nupcias con John Spencer, VIII conde de Spencer–; y, años más tarde, tras un giro de ciento ochenta grados en la relación de ambas, como confidente de la Reina de Corazones… o, al menos, eso contaba Raine Spencer, una institución en el Reino Unido e hija de una de las escritoras de novela romántica más leída del mundo, Barbara Cartland, con su obra traducida a treinta y seis idiomas.

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En 1990, el conde de Spencer adquirió la fastuosa propiedad que acaba de venderse. Tras su muerte, sucedida el 29 de marzo de 1992, la heredó su esposa. Si los muros de esa residencia hablaran, revelarían mil y una jugosas historias. Ubicada en el 24 de Farm Street, en las proximidades de Hyde Park, al parecer se convirtió en un refugio para Diana de Gales en los días más difíciles del final de su matrimonio. Según contó Raine Spencer, en una entrevista que concedió a la revista británica The Gentlewoman: “Diana sufría mucha presión, pero terminamos siendo grandes amigas. Solía sentarse en mi sofá y me contaba sus problemas”. Cuando los príncipes de Gales se separaron definitivamente, en 1996, madrastra e hijastra compartieron confidencias en este inmueble. Se cuenta que, en una de esas visitas, Diana coincidió allí con los Al Fayed. Y qué vueltas da la vida: Diana y Dodi Al Fayed sufrieron su mortal accidente automovilístico en agosto de 1997, en París. Por su parte, Raine Spencer sobrevivió a su hijastra veinte años. Aquella mujer de la alta sociedad británica, contradictoria e indomable, murió tras una breve enfermedad a los ochenta y siete años. Se llevó a la tumba muchos secretos de familia.

Hacía muchos años que se había desprendido de la casa de Mayfair. En 2002, la compraron los galeristas Alan y Mary Hobart y, actualmente, han sido los agentes inmobiliarios Wetherell y Chestertons quienes la han vendido por una jugosa cantidad. Esas largas conversaciones que sostuvieron Raine y Diana en el 24 de Farm Street se quedarán para siempre en ese domicilio, porque aunque sus protagonistas hayan muerto la historia se niega a olvidarlas.

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Raine 'la ácida'

A Diana de Gales y a sus hermanos les marcó profundamente que su madre, Frances Roche, los abandonara en 1966. La explicación oficial fue que había huido con un rico heredero australiano, Peter Shand Kydd. Y aunque esto era cierto, también lo era que su matrimonio con el conde de Spencer, con quien se había casado a los dieciocho años, era muy desdichado. El conde podía llegar a ser muy violento. Frances le prometió a su hija que iría mucho a verla, pero no pudo ser así. Frances protagonizó un escándalo en la estricta sociedad británica y esta no estaba dispuesta a perdonárselo.

Frances fue repudiada por los aristócratas, que vieron en su conducta un deplorable ejemplo. Hasta su madre, la baronesa de Fermoy, testificó a favor de su yerno, el vizconde de Althorp, por lo que el juez se inclinó por darle a él la custodia de los cuatro hijos del matrimonio. Estos vivieron una infancia entre niñeras e internados, y bajo la mirada atenta de su abuela paterna, Cynthia Spencer, quien falleció en 1972.

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En 1973, según las crónicas de la época, John Spencer inició una relación clandestina con Raine de Darmouth, aristócrata y política de renombre, casada desde hacía casi treinta años con el conde de Darmouth. Ella era una mujer de armas tomar: a los veintitrés años se convirtió en el miembro más joven del Consejo de la ciudad de Westminster por el partido Conservador. El padre de Diana y ella se conocieron en un comité de Arquitectura, se enamoraron al instante y dieron todos los pasos necesarios para convertirse en marido y mujer. Ella se divorció de su primer marido, Gerald Legge, y padre de sus cuatro hijos; y él, la llevó a Althorp House para que conociera a sus hijos, quienes no se mostraron nada felices ante la perspectiva de tener una madrastra. La relación entre los Spencer y Raine no pudo empezar de peor manera. Cuando se casaron en 1976, ni Charles ni Diana asistieron a la boda. Su padre no les había invitado. Se rumoreaba que, cuando los recién casados llegaron a la casa tras la ceremonia, Diana explotó y gritó a su madrastra unas palabras que no eran precisamente de bienvenida: “Siempre te odiaremos. Arruinaste nuestra vida familiar”.

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Raine era una mujer de carácter y a lo largo de los años no cambió ni un ápice. El título de 'madrastra malvada' se lo ganó en 1978, cuando el conde de Spencer sufrió un derrame cerebral y, según cuentan, no permitió que sus hijos lo visitaran en el hospital. Durante su vida en Althorp House, dispuso a su antojo de la residencia, ante la mirada incrédula de los niños, que la veían introducir reformas en la casa que había sido el hogar de Frances sin la menor delicadeza. La llamaban 'Acid Rain' y preferían mantener las distancias con ella. Surgieron muchas habladurías sobre hasta qué límite llegó su mala relación. En una de las grabaciones que Diana de Gales hizo para Peter Settelen, su profesor de dicción, lady Di contaba que, en una ocasión, empujó a Raine por las escaleras movida por la ira. Esta rocambolesca historia fue confirmada por Sue Howe, exasistente personal de la condesa. El hermano menor de Diana, Charles Spencer, tampoco se quedaba atrás en su rechazo a la segunda esposa de su padre. Harto de las remodelaciones que esta hacía sin ton ni son en la residencia familiar, comparó el gusto de su madrastra en la decoración de interiores con el de “la recargadísima vulgaridad de un hotel de cinco estrellas de Mónaco”.

La batalla Spencer vs Raine McCorquodale alcanzó su punto álgido durante la boda de Diana con el príncipe Carlos, el 'enlace del siglo'. Frente a 3.500 personas in situ y 750 millones de espectadores en las televisiones de todo el mundo, Diana Spencer entró en la catedral de San Pablo del brazo del conde de Spencer. Padre e hija caminaron hacia el altar, donde el príncipe de Gales esperaba emocionado a la mujer que a punto estaba de convertirse en su esposa. Aquel 29 de julio de 1981, Raine no tuvo ni sitio de honor en el templo ni se la invitó a saludar desde el balcón de Buckingham Palace, junto al resto de la familia, a los miles de ciudadanos congregados en sus jardines.

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Un giro en la historia

Raine aguantó la afrenta estoicamente. Después de todo, ella también había tomado decisiones erróneas. Aunque se esforzó en recordar solo lo bueno, y en reiterar la buena relación que reinó entre ella y Diana en los últimos tiempos, lo cierto es que, por parte de Diana el rencor siempre estaba acechando. Tras la muerte del VIII conde de Spencer, sus hijos pidieron a Raine que abandonara Althorp lo antes posible. Lo hizo, pero con la cabeza muy alta y demostrando que nada ni nadie la quebrarían. Se volvió a casa por tercera vez con otro conde; en este caso, con Jean Francois Pineton de Chambrun. Fue este un matrimonio muy breve, porque dos años después del 'sí quiero', siguieron caminos separados. En esa época, allá por 1996, fue cuando Mohamed Al Fayed la nombró Directora Internacional de Harrod’s.

Es también, en esos días, donde más allá de lo que Raine contara, parece ser cierto que hubo un borrón y cuenta nueva en su relación con Diana. Al menos, hay una fotografía de 1997 en la que se las ve a las dos entrando a Christie’s para asistir la subasta de unos vestidos de la princesa con fines altruistas. Los dos caminaban juntas y muy sonrientes. Sea cual sea la verdad de su reconciliación final, la historia de ambas parece más propia de una novela de Barbara Cartland que de la vida real.

Como anécdota final, la madre de Raine Spencer, autora tan prolífica que dejó escritas 723 novelas románticas, llegó a confesar al diario británico The Daily Telegraph: “Me atrevo a decir que es mi culpa”. Se refería al final del cuento de hadas entre Diana y Carlos de Inglaterra. Lady Diana devoraba sus novelas y quiso que, como en ellas, los príncipes azules fueran eternamente fieles y detallistas. Cuando se topó con la realidad, no pudo soportarla.

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