Mako de Japón ha cumplido tres años desde que lo dejó todo para casarse con el amor de su vida. Perdió su título de Princesa, su estatus, sus joyas imperiales y hasta a su familia por poder cumplir su sueño. Fue considerada en su momento 'la Meghan Markle nipona', pero a diferencia de ella, la discreción es su máxima. La Princesa no lo ha tenido fácil, pero ahora disfruta del anonimato y de una vida alejada del estricto protocolo nipón en Nueva York, donde reside con su marido, el abogado Kei Komuro.
Pese a tenerlo todo en contra, la antigua princesa ha podido rehacer su vida y pasar al segundo plano mediático después de vivir una gran tensión y estrés antes de su boda, que hasta le pasó factura a su salud mental. Nada más casarse con su novio, un compañero de universidad, la pareja se instaló en la Gran Manzana.
Juntos y en Estados Unidos comenzaron una vida bien diferente a la que ella tenía como hija del heredero al trono del crisantemo. Tras su boda, que en realidad consistió en inscribirse como matrimonio en el registro civil y no tuvo ninguno de los elementos milenarios de los enlaces imperiales, se instalaron en Nueva York, donde Kei se graduó en Derecho y logró un trabajo en un despacho de abogados después de presentarse varias veces al examen de acceso a la abogacía. Por su parte, Mako se centró en un primer momento en hacer de su primer alojamiento un hogar. Se la vio por Manhattan comprando toallas y otros artículos para su casa de un dormitorio del lujoso barrio neoyorkino de Hell’s Kitchen o coger el autobús. Ya no tenía a su equipo de seguridad ni a sus escoltas disponiblesy era una Princesa frente al mundo.
A los dos meses de su marcha de Japón, la pareja ya parecía prácticamente neoyorquina y empezaban a disfrutar de una vida anónima y libre que en su país natal nunca hubieran conseguido. Sin dinero (renunció al millón de euros que le correspondía en concepto de indemnización) rápidamente se puso a buscar trabajo y lo consiguió en la primavera de 2022. Sus conocimientos en arte asiático la sirvieron para encontrar un empleo como voluntaria en el prestigioso Museo Metropolitano de Arte (MET). Estuvo muy involucrada en la preparación de una exposición de pinturas inspiradas en la vida de un monje del siglo XIII que viajó por todo Japón para introducir el budismo. Mako es toda una experta, pues se graduó en la Universidad Cristiana Internacional, donde conoció a su marido, en arte y herencia cultural. También estudió historia del arte en la Universidad de Edimburgo, antes de hacer un master en estudios de museos y galerías de arte en 2016 en la Universidad de Leicester (Reino Unido). Mientras era Princesa, también hizo algunos trabajos como investigadora especial en el Museo de la Universidad de Tokio.
Las reglas de la Corte nipona
Las princesas de la Familia Imperial que se casan con una persona sin sangre azul quedan apartadas automáticamente de la Corona, un requisito que no se aplica a los varones. Mako no ha sido la única mujer que se se ha casado con un hombre que no pertenecía a la realeza, pero la polémica vino al verse envuelta en un escándalo financiero que afectaba a su futura suegra y que la convirtió en el centro de todas las dianas.
Tras su compromiso en 2017, la boda se anunció para noviembre de 2018, pero el problema económico de la madre de Kei lo trastocó todo. Su expareja le reclamaba 31.000 euros que según ella fueron un regalo y, según él, fueron un préstamo para poder hacer frente a los estudios universitarios de su hijo en los Estados Unidos. La polémica se convirtió en una bola de nieve que causó una grave crisis en Palacio y puso en riesgo la celebración del enlace. En 2020, el príncipe heredero Akishino, padre de Mako, dio su aprobación a la unión matrimonial, aunque poniendo como requisito que se resolviese el conflicto financiero, lo que también fue muy cuestionado.
En un intento de rebajar los ánimos, Mako rechazó la ayuda económica de un millón de euros que el Gobierno japonés otorga a las mujeres que dejan la Casa Real como compensación al casarse con un plebeyo. Además, renunció a su tiara de diamantes y sus joyas que le fueron entregadas cuando cumplió 20 años para poder ser ‘presentada’ ante su abuelo y empezar con sus tareas oficiales.
Finalmente, se casó en la boda más atípica que ha tenido la Corte nipona, pues fue un enlace civil. Los recién casados dieron una conferencia de prensa, la última vez que se han manifestado públicamente, donde Mako dijo: “Siento los inconvenientes que he causado y estoy agradecida por el apoyo que he recibido. Para mí, Kei es irremplazable, el matrimonio era una opción necesaria para nosotros”. Por su parte, Kei añadió que quería pasar toda la vida junto a ella. “Amo a Mako. Solo tenemos una vida y quiero pasarla con la persona que amo. Me siento muy triste porque Mako haya estado en malas condiciones mentales y físicas, debido a ciertas acusaciones falsas”.