La Reina Máxima de los Países Bajos ha sido nombrada Defensora Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Salud Financiera, en complemento de su continuo esfuerzo para incrementar/aumentar la inclusión financiera a nivel global. La Reina Máxima, economista y con una sólida formación en finanzas internacionales y mercados emergentes, asume este nuevo cometido después de 15 años trabajando en la Financiación Inclusiva para el Desarrollo. A partir de ahora, trabajará para garantizar que los hogares de todo el mundo cuenten con las herramientas financieras necesarias para gestionar sus gastos diarios, invertir en su futuro y estar protegidos ante crisis económicas.
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Con motivo de este nuevo desafío y de su presencia en la 79ª Asamblea General de las Naciones Unidas, la esposa del Rey Guillermo de los Países Bajos nos ha concedido una entrevista, en Nueva York, y nos ha hablado de su labor en la ONU, de sus próximos retos y de su familia.
"Creo que me he ganado mis galones"
—Majestad, lleva 20 años trabajando para la ONU y actualmente celebra 15 ejerciendo como Asesora Especial del Secretario General para la Financiación Inclusiva para el Desarrollo. No hay nadie más en el mundo con un historial equivalente. El secretario general es su "jefe", su cliente. ¿Con qué frecuencia habla con él?
—Siempre está bien informado. Hablo con él al menos dos veces al año. Y también mantengo contactos regulares con su oficina y su gabinete, así como con otros departamentos de las Naciones Unidas. Hablamos de la situación actual y de las cuestiones clave. La presentación de mi informe anual es más bien una formalidad, ya que él está continuamente al día.
—¿Le da completa libertad?
—Sí, en cierto sentido. Dentro de mi mandato, por supuesto. Eso define lo que debe abarcar mi trabajo. No quisiera hablar de más, pero creo que se puede decir que me he ganado mis galones. Juntos hemos logrado mucho.
"Queremos alentar a la gente"
—Hace 15 años, poca gente había oído hablar de la financiación inclusiva. Gracias a ustedes, este tema ahora está bien arraigado. La generación más joven aspira ahora a contribuir en este campo, con usted como fuente de inspiración.
—Es la guinda del pastel. Significa que mi trabajo ha tenido éxito. No es la primera vez que escucho que las jóvenes generaciones muestran interés por el impacto de la inclusión financiera. Me recuerda a mi infancia. Cuando tenía 14 años, y vivía en Argentina con una inflación muy alta, pensaba: "¿Cómo puede ser que, económicamente hablando, la gente se vea obligada a vivir al margen de la sociedad? ¿Cómo se pueden proteger contra un revés financiero?". Me incitó a estudiar Economía. Incluso he oído historias así hoy en día en los Países Bajos. Hace poco hablé con una mujer que acababa de divorciarse y ya no podía pagar las facturas, los problemas económicos se le iban acumulando. Ya no se atrevía ni a salir de casa. "Me siento increíblemente pequeña, como si yo no mereciera la pena", me decía. El divorcio tiene un impacto enorme en la familia y los hijos, pero las consecuencias económicas pueden ser igual de devastadoras. ¡Cielos! Su sensación de desesperanza, de sentirse atrapada en un túnel sin luz al final, es exactamente por lo que quiero ayudar. Con el laboratorio sobre deudas queremos alentar a la gente a pedir ayuda cuando se enfrenten a problemas financieros para evitar deudas problemáticas. Y si esto ocurre, a resolver sus deudas de una forma sostenible y creando un cambio positivo.
"¿Adicta al trabajo? No sabría decir —entre risas—. Me comprometo con el trabajo en general. La ONU es solo una parte"
—¿Qué percibió en su juventud en Argentina?
—La misma desesperanza. La gente se encontraba con cada vez menos oportunidades y posibilidades. Cuando una puerta se cerraba para ellos, era como si se cerraran muros. Eso me inspiró para implicarme. Quería cambiar las cosas para ellos. Después de mis estudios en Economía, mi experiencia en la banca y, más tarde, en las Naciones Unidas, la financiación inclusiva resultó ser una herramienta increíble y eficaz para hacer posible ese cambio. La inclusión financiera es un herramienta hacia la meta, no la meta en sí. Dar acceso a servicios financieros formales, como operaciones bancarias, una cuenta de ahorros, créditos asequibles y seguros, les da herramientas para aprovechar sus talentos y crearse un futuro mejor. Es maravilloso que muchas personas compartan ahora esa visión. He oído historias fantásticas de hombres y mujeres que fueron capaces de aumentar sus ingresos, mandar a sus hijos a la escuela y mujeres que se hicieron económicamente independientes. Y de muchos jóvenes que han hecho de esto el trabajo de su vida. Ven la diferencia y les mueve la pasión. Pero, una vez más, no es el único camino. La educación es igual de importante y la sanidad aún más. Necesitamos a todos a bordo para alcanzar estos objetivos.
—Personas con graves problemas financieros comparten sus historias... con una Reina, en los Países Bajos.
—Y empatizo profundamente con ellos. Aunque nunca me he divorciado ni me he visto envuelta en enormes deudas, sí que he pasado por momentos financieros difíciles en mi vida. Lo siento por estas personas y realmente empatizo con ellos.
Quince años de inclusión financiera: un gran éxito
—Usted está celebrando 15 años como defensora de la financiación inclusiva, ¿en qué estatus se encuentra este asunto?
—Las cifras exactas aún están por llegar. Pero cuando empezamos, en 2009, no había ninguna cifra disponible. En 2011 empezamos a recopilar datos, lo que supuso uno de nuestros primeros hitos. En aquel momento, menos del 50 por ciento de la población mundial tenía acceso a servicios financieros. Y ahora deberíamos estar en torno al 80 por ciento. Así que sí, ha sido un gran éxito. Pero no fue algo que lograra yo sola. Convencí a mucha gente para que se implicara. En aquel momento, el Banco Mundial y la ONU no daban prioridad a la financiación inclusiva. Con el tiempo, la incluyeron en siete de los quince Objetivos de Desarrollo Sostenible, y ahora también es una prioridad en el Banco Mundial, IMF y otras organizaciones internacionales de desarrollo; más de 60 países tienen una Estrategia Nacional de Inclusión Financiera y los bancos centrales han incorporado la inclusión financiera en su agenda.
"Seguiré haciendo este trabajo mientras tenga libertad para ello y me queden energías. Además, puedo marcar una gran diferencia cuando se trata de cortar cintas"
—¿Podría, sin falsa modestia, decir: "Yo logré todo eso"?
—(La Reina Máxima titubea). Creo que eso formaba parte de mi función como defensora. Concienciar sobre el problema, esa es la esencia de mi trabajo. Así que quizá sí. Esto requirió modificar las normativas y la estructura financiera. Inicialmente, los organismos reguladores pensaban que la inclusión financiera significaría más crédito y menos estabilidad. Pero al final se dieron cuenta de que la inaccesibilidad del sistema planteaba grandes riesgos. Por eso lo adoptaron y todo el sistema legislativo y reglamentario empezó a moverse. Eso me ayudó muchísimo.
—¿Diría que 15 años como asesora especial de la ONU son un punto de inflexión?
—Bueno, mi trabajo como defensora de las finanzas inclusivas ha terminado. Es hora de que me dedique a otra cosa. No significa que el trabajo por las finanzas inclusivas en general haya terminado. Todavía hay que llegar a mucha gente: 1.500 millones de personas, pero otras organizaciones continuarán con esta labor. Mi valor añadido reside en otra parte.
—¿Qué viene ahora para usted?
—El secretario general me ha dado un nuevo mandato: a partir de ahora me centraré en la salud financiera. Esto difiere de la financiación inclusiva, que se refería al acceso de las personas a los servicios financieros y el uso de los mismos. Sabemos que, ahora, muchas más personas pueden obtener créditos. Lo cual es asombroso, porque les brinda oportunidades para generar más ingresos. Por otro lado, vemos que el ahorro solo ha crecido un uno por ciento en este tiempo. Tenemos que examinar con gran atención cómo se pueden desarrollar los servicios financieros de tal manera que beneficien directamente a la salud financiera de las personas, de modo que creen un colchón para resistir los choques financieros, seguros para protegerse de los riesgos y préstamos asequibles para invertir en sus objetivos futuros. Los responsables políticos y los proveedores de servicios financieros deberían anteponer las necesidades de los clientes.
"A veces he tenido que tomar decisiones difíciles. Mi familia ha sido un gran apoyo para mí"
—¿Qué cambios introducirá en su trabajo? Hasta ahora, hemos visto visitas in situ a los países, tras las cuales usted acude a los reguladores, ministros y presidentes con esas experiencias. ¿Cree que seguirá siendo así?
—Es una buena pregunta. Estamos trabajando en la estrategia exacta. Al igual que con el trabajo sobre financiación inclusiva, tenemos que empezar por recopilar datos y estadísticas. Si no sabemos cuál es la situación exacta en un país concreto, tampoco podemos hablar de los objetivos que hay que alcanzar. ¿Qué grupos de población tienen más dificultades y cuáles son las causas fundamentales de que sufran tensiones financieras? En Kenia, uno de los mayores obstáculos son las matrículas escolares. Es una gran fuente de estrés para los padres que no pueden pagar la escuela de sus hijos. En otros países, el mayor reto financiero es la sanidad. Para mí también es un proceso de aprendizaje, también para el trabajo que hago en los Países Bajos. Aprender los unos de los otros es fundamental; nos fijamos en lo que ya han hecho, por ejemplo, Australia, África o América, para no perder el tiempo. También hay mucho trabajo por hacer en el sector privado.
"Mejorar la vida de la gente"
—Parece que va a ampliar el número de países con los que trabajar.
—Aún no lo sé, veo muchas posibilidades. Un gran número de países que quieren trabajar conmigo serán visitados de otra manera. Habrá nuevas colaboraciones con distintos sectores que deberán formarse. La sanidad, por ejemplo, es uno de los temas principales. ¿Voy a desempeñar un papel importante en eso? Yo también me hago esa pregunta. Los detalles aún están en desarrollo. La principal preocupación es diseñar productos financieros que conduzcan a mejorar la vida cotidiana de la gente.
—Hay quienes la describen como adicta al trabajo, ¿diría que es cierto?
—(Ríe). No sabría decirle.
—¿Diría que trabaja duro para la ONU?
—Creo que me comprometo con el trabajo en general. La ONU es solo una parte del trabajo que hago. En los Países Bajos también soy miembro del Comité Holandés para la Empresa, donde mucho de lo que he hecho para la accesibilidad a las finanzas como Defensora Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Salud Financiera se aplica también a las PYME (pequeñas y medianas empresas) en los Países Bajos. Fundé MIND Us, que se centra en la prevención de problemas de salud mental entre los jóvenes. Me comprometo con la educación cultural, he trabajado con More Music in the Classroom (Más Música en el Aula). The Oranje Fonds (el Fondo Orange: un regalo de boda de los holandeses a los Reyes para aumentar las oportunidades de desarrollo y la cohesión social), que ahora funciona fantásticamente, también tuvo que despegar al principio. Con un millón de voluntarios, es el corazón de nuestra sociedad, que coopera con otros fondos. Estoy muy orgullosa de todos ellos.
—Ya ha mencionado la salud mental. ¿Qué importancia tiene para su propia salud mental poder hacer este trabajo? No todo el mundo tiene esas oportunidades, ni siquiera en su mundo.
—¿Qué quiere decir con eso?
"Como mujer trabajadora, a menudo tenía que dejar a las niñas y a mi marido atrás. Pero, al hacerlo, ellas también han tenido una madre como ejemplo. Una madre que siempre trabajó y siempre fue a por todas"
—Su suegro, el príncipe Claus, no tuvo oportunidades similares (su libertad se vio restringida después de que su propio suegro, el príncipe Bernhard, se permitiera demasiado espacio), pero también pienso en colegas suyos que se enfocan en desempeñar tareas más ceremoniales.
—Estoy muy agradecida de que se haya hecho posible, de que se me haya dado el espacio para hacer estas cosas. Al mismo tiempo, eso conlleva una enorme responsabilidad, una coordinación adecuada con los ministros y sus ministerios (los miembros de la Casa Real están sujetos a responsabilidad ministerial). Afortunadamente, la gente ha reconocido que esto también es muy importante para los Países Bajos. Que mi trabajo para la ONU, que concierne a las personas que no tienen futuro en su propio país, es también un tema importante y actual para los Países Bajos y para nuestro propio desarrollo. Eso ha sido muy eficaz. Al fin y al cabo, siempre ha estado en consonancia con la visión del Gobierno neerlandés. Igual que ha ocurrido con la salud mental. No es solo mi responsabilidad, es la de todos nosotros. Si puedo desempeñar un papel en ello de manera constructiva, entonces estoy absolutamente dispuesta a hacerlo. Pero nunca podría hacer todo esto yo sola.
—¿Significa eso que también ha estado en contacto con el primer ministro o el ministro para su nuevo cargo en la ONU?
—Sí, por supuesto. Absolutamente. Me alegro mucho de que en todas mis reuniones y visitas de trabajo a los Países Bajos a menudo asistan ministros, secretarios de Estado o personas de los ministerios. Porque realmente hacemos esto juntos.
—Uno de los líderes de un partido gubernamental indicó recientemente, en una entrevista, que la Familia Real debería limitarse a las tareas ceremoniales: cortar cintas, realizar inauguraciones... ¿Qué importancia tiene para usted poder realizar el trabajo que desempeña actualmente?
—Seguiré haciéndolo mientras tenga libertad para ello y me queden energías. Además, puedo también marcar una gran diferencia cortando cintas.
—¿Cómo se mantiene al día de la situación económica? Ha trabajado en el mundo de la banca, aquí, en Nueva York, pero de eso hace ya más de 20 años.
—La verdad es que aprendo todos los días. Todos los días. Y leo y leo y hago preguntas. También visito a la gente que realiza el trabajo de verdad, hablo con ellos y les pregunto cómo lo hacen. Además de eso, también tengo una oficina increíble en Nueva York que me apoya. Sobre todo, mis socios en los Países Bajos me mantienen informada en todo momento.
"Aprender de mi hija"
—Su hija, la princesa heredera Amalia, estudia PPLE (Política, Psicología, Derecho y Economía). El plan de estudios incluye muchas asignaturas relacionadas con su trabajo. ¿Aprenden la una de la otra?
—¿Si podemos aprender la una de la otra? Bueno, ella me hace muchas preguntas. Y cuando tiene que escribir trabajos, sí, a menudo me pide opiniones. Entonces le doy mi consejo o le cuento ejemplos de mi trabajo.
—¿No al revés todavía?
—¿Si aprendo de ella? Sí, siempre es útil aprender de los más jóvenes, porque tienen una perspectiva completamente distinta. Así que absolutamente, aprendo de todos los que conozco, incluidas mis hijas.
—Hablando de su familia, en los últimos 15 años ha visitado 48 países... ¿Qué papel ha desempeñado su familia?
—Todos ellos han sido un gran apoyo para mí. Mi marido y mis tres hijas. Como madre, a veces he tenido que tomar decisiones difíciles. Como mujer trabajadora, a menudo tenía que dejar a las niñas y a mi marido atrás. Mi corazón como madre siempre se ha roto un poco. Pero, al hacerlo, ellos también han tenido una madre como ejemplo. Una madre que siempre trabajó y siempre fue a por todas. Espero que ellos hagan lo mismo.