Cuando el 8 de septiembre de 2022 fallecía Isabel II a los noventa y seis años, con ella se iba una parte importante de la historia contemporánea, una manera única de conciliar los tiempos modernos con la institución Monárquica y un sentido de la responsabilidad inquebrantable. Dos años después de su muerte, quien fuera su secretaria personal desde los albores del siglo XXI hasta 2016 la recuerda en una entrevista que ha concedido al The Sunday Times, y aporta detalles hasta ahora desconocidos de la personalidad de la Reina, y de sus gustos sencillos, en la intimidad de Palacio. De su pasión por la velocidad al carácter detallista y tímido de la Soberana, Samantha Cohen hace un retrato cálido y sincero de un personaje histórico que crece con el tiempo.
Cabe señalar que Samantha Cohen, en 2016, fue nombrada por Isabel II comandante de la Real Orden Victoriana, en el Palacio de Buckingham. Era la manera de la Reina de agradecer todos los años de lealtad a prueba de bomba de su mano derecha. La fama de Samantha Cohen de persona seria y comprometida era tal que la Reina, como premio a su labor, la nombró en 2017 secretaria privada del príncipe Harry y de su esposa, Meghan Markle. Sin embargo, después dieciocho meses tratando de cumplir con su cometido lo mejor que podía, renunció al puesto. Sencillamente, no pudo más.
En aquellos días, con elegancia, insinuó en un diario australiano lo difícil que había sido trabajar junto a los duques de Sussex, pero no dio más detalles al respecto. Ahora, en el contexto de la próxima gira de Carlos III y Camila a Australia, ofrece un retrato muy personal e íntimo de Isabel II.
"Una jefa increíble"
La historia se remonta a 1977, durante el viaje de Isabel II a Australia para festejar su Jubileo de Plata. A su paso por Brisbane, Samantha Cohen, una niña entonces, aguardaba el paso de la Reina y, una vez que la vio, ondeó la bandera que ella misma había realizado con profunda emoción. Ese instante, en cierto sentido, marcó su vida. Por eso, cuando un cuarto de siglo después vio que había una vacante libre en la oficina de prensa de la Reina, en el Palacio de Buckingham, postuló para el puesto y lo consiguió. Su carrera en Palacio fue en ascenso. Primero, trabajó como secretaria de comunicaciones de la Monarca y, finalmente, pasó a ser su secretaria privada, un puesto de absoluta confianza y al que nunca falló. El vínculo entre ambas fue “único y respetuoso”.
“La Reina fue una jefa increíble”, confesó Samantha Cohen al rotativo británico, a la par que explicaba el cometido de su trabajo durante todos esos años: “Sentí que mi trabajo era hacerle la vida lo más fácil posible”. Y así lo hizo, tanto en Palacio como en las giras; especialmente, las que llevaron a Isabel II a Australia en 2002, 2006 y 2011. “Para ella era bastante relajante estar en Australia, porque había menos protocolo”.
Especialmente emotiva fue la gira que emprendieron en 2011, cuando la Reina tenía ochenta y cinco años y muchos australianos pensaron que, tal vez, esta sería la última oportunidad de verla en persona. “Se sintió abrumada por la cantidad de gente que acudió”.
Uno de los rasgos que más recuerda Samantha (Sam, según la conocen los más cercanos a ella) era la preocupación de la Reina por el bienestar de su familia. Samantha y su esposo, Richard Halle, tienen tres hijos, ahora unos adolescentes de trece, dieciséis y diecinueve años, pero, mientras cumplía con sus obligaciones junto a Su Majestad, sus hijos aún eran niños. Cuando Isabel II se trasladaba a pasar la Navidad en Sandringham, o la Pascua en Windsor, o los veranos en las tierras altas de Balmoral, Samantha Cohen y su familia se trasladaban con ella. La Reina siempre estuvo al pendiente de que la estancia de la familia Halle fuera cómoda allá dónde fueran: “Sandringham –recordó llena de agradecimiento– era un lugar encantador, porque nos dieron una cabaña, así que podíamos llevar al perro. Nos hicieron sentir muy bienvenidos, como si fuéramos parte de su vida”.
Entre las anécdotas que ha relatado esta australiana, de cincuenta y seis años, que conquistó el corazón de la Reina, y que ayudan a crear este retrato íntimo y único, es la delicadeza con la que les hacía entrega de los regalos de Navidad “escribiendo a mano las etiquetas”. Esas notas manuscritas son la prueba de el trato personal y cercano que dispensaba la Reina a quienes estaban a su lado.
El 'superpoder' de la Reina
Una de las facetas de Isabel II que más le sorprendieron era la facilidad de la Soberana para adaptarse a la conversación de sus interlocutores. Podía mantener una conversación de alto nivel con mandatarios del mundo entero o intelectuales de trayectoria intachable, pero también debatía con soltura con agricultores y ganaderos y lo hacía con conocimiento de causa: “Era una mujer de campo. Podría hablar con la gente sobre ganado, caballos y perros, pero se sentía igualmente cómoda en el Parlamento. Conectaba con todos los ámbitos de la vida y escuchaba, realmente escuchaba. Ese era su superpoder”.
A pesar de la rigidez de la Corte, la Reina, en la intimidad, no ocultaba su lado más desenfadado e infantil. Como Samantha Cohen almorzaba y cenaba a diario con ella y el príncipe Felipe, recuerda lo que les divertía, especialmente al duque de Edimburgo, su acento australiano. Otra de las anécdotas más entrañables que ha desgranado a lo largo de esta sorprendente entrevista sucedió en Balmoral. La Reina, antes de revisar su agenda, quiso ver la cesta que había llegado esa misma mañana de los jardines de palacio. Curiosamente, una mariposa salió de ella y se posó en su libro. La Reina y su secretaria pasaron un rato tratando de atrapar la mariposa: “Fue muy divertido. Ella se reía, yo me reía. Finalmente la atrapó, abrimos la ventana, liberamos la mariposa y ella dijo: ‘Bien, ¿dónde estábamos?’ Era muy juguetona”.
No solo eso. Isabel II es descrita como una persona “que no tenía ego. Siempre me llamó la atención –ahonda Samantha– que en un mundo como aquel, donde había todo tipo de personajes que entraban al palacio, la Reina era la antítesis de la celebridad […] Ella era la maestra. Entendía que este era su papel. Se lo tomó muy en serio y lo interpretó a la perfección. Pero sabía que era algo independiente de ella como persona. Nunca se emborrachó con el encanto, nunca se exhibió, nunca tuvo la tentación de pavonearse. Eso me encantó mucho de ella, porque no tenía ego”.
Una mujer tímida que amaba la velocidad
Para completar aún más este retrato honesto y sentimental, Samantha Cohen habla de la timidez de la Monarca, una mujer que ansiaba refugiarse en sus palacios acompañada por su familia: “Quería ser una mujer de familia. Era importante para ella […]. Le encantaba recibir a todo el mundo durante el verano, asignar las habitaciones y revisarlas ella misma”.
Curiosamente, uno de los rasgos que más han llamado la atención de todo cuanto revela Samantha Cohen es la pasión por la velocidad de la Reina: “Era valiente. Conducía a toda velocidad por Balmoral. Dejaba a sus pasajeros de los nervios y completamente blancos”. Como dato curioso, el carné de conducir de Isabel II databa de 1945 y su primer coche fue un Daimler DB18, con matrícula JGY 280, que le regaló su padre, el Rey Jorge VI, cuando la entonces princesa cumplió dieciocho años. Otra curiosidad de esta pasión de Isabel II por el mundo del motor fue el revuelo que se formó cuando a los ochenta y cuatro años, y al volante de su Jaguar XJ, olvidó abrocharse el cinturón de seguridad y fue captada cometiendo esta infracción.
Su pasión por la velocidad no se manifestó únicamente a bordo de los autos de Palacio. La Reina era una avezada amazona y siempre adoró cabalgar. Uno de los recuerdos que ha sacado a la luz Samantha tiene que ver con este afán de la Reina por desplazarse… y rápidamente. Cuando preparaba el desayuno a sus hijos, estos solían mirar por la ventana y exclamaban con sorpresa: “¡Mamá! La Reina acaba de pasar a caballo. Otras veces, se la cruzaban en bicicleta” y siempre lo más rápido posible.
Cuando Samantha Cohen dejó Palacio, tras su frustrante experiencia con los duques de Sussex, trabajó una temporada para Boris Johnson, pero también dejó este trabajo en 2024, porque decidió centrarse en su familia. Ahora, con más tiempo, afloran los recuerdos de sus diecisiete años junto a Isabel II, un personaje histórico, pero también una mujer sencilla que disfrutaba de los pequeños placeres de la vida.