"No puedo esperar para casarme con este hombre maravilloso. Te quiero, Matt", dijo la princesa al anunciar su compromiso, en 2018, sin saber que tendrían que pasar años para cumplir su sueño. En total seis, con tres intentos fallidos de contraer matrimonio, hasta que lo consiguieron, el 28 de septiembre. Teodora y el abogado americano Matthew Kumar pusieron un final feliz a su gran historia de amor.La hija de la Reina Ana María vive en California, pero quiso celebrar su boda en el antiguo reino de su dinastía, para "reflejar su amor por Grecia", compartir "la cultura, la hospitalidad y la identidad griegas con sus invitados", como señaló la Casa Real, y por la ilusión que le hubiera hecho a su padre. El Rey Constantino de Grecia murió el 10 de enero de 2023, y Teodora "lo extraña todos los días".
Faltaban unos minutos para las 17:00 horas (las 18:00 en Atenas), cuando la princesa protagonizaba el momento más esperado a las puertas de la catedral, donde la recibieron cientos de personas. Empuñando su ramo de peonías y con una sonrisa radiante, se bajó de un Land Rover gris adornado con flores blancas… El coche del último Rey heleno, con la placa que él le puso: 'K13 GRE'. La 'K' de su nombre y el número 13, que puede representar su reinado (decimotercer rey) o la medalla olímpica que ganó en Roma con Odysseus Eskitzoglou y George Zaimi. El 'Nereus' llevaba el número 13 en su clase, en la botavara del yate y en las taquillas de los marineros, y la tripulación había partido hacia Roma el 13 de julio de 1960.
La novia llegó al altar del brazo de su hermano y jefe de la casa helena, el príncipe Pablo, quien le ayudó a colocar la cola de su vestido y se ocupó de su ramo nupcial
Un "padrino" muy especial
En un espectacular día de otoño, con unas temperaturas que rozaban los 30 grados, la novia dio su brazo a su hermano mayor, el príncipe Pablo, para avanzar juntos hacia el templo, engalanado con una alfombra azul, en un guiño a la bandera nacional, y un espectacular arreglo floral en verde y blanco con rosas, minimargaritas y agapantos. Aunque, antes de llevarla al altar, vimos al jefe de la Casa Real helena ocupándose de colocar la cola del vestido de la novia y de sujetar su ramo, para que pudiera subir sin tropiezos la escalera. Momento en el que su hija salió al rescate. La princesa Olympia estaba emocionada y se notó. Ya había descrito la noticia del compromiso de su tía como "la mejor del mundo" y, llegado el día, le hizo una enorme ilusión ejercer como su dama de honor junto a Arrietta Morales, primogénita de Alexia de Grecia. Una imagen, las dos vestidas de azul, que nos recordó a las de aquel día del verano de 2010, cuando, siendo unas niñas, formaron parte del cortejo nupcial en la boda de su tío el príncipe Nicolás y Tatiana Blatnik. Segundos después, la princesa entraba en la catedral metropolitana.
La Reina Ana María llegó a la catedral con su hijo Nicolás, de nuevo soltero, vistiendo de azul y con las mismas joyas que llevó en su boda y en el funeral de su marido, el Rey Constantino
Un templo que tiene un significado muy especial para su familia. Allí se casaron sus padres, hace 60 años, el 18 de septiembre de 1964, y dos años antes, sus tíos los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía. Más recientemente, en 2021, su hermano Philippos también eligió esta iglesia para contraer matrimonio con Nina Flohr. Asimismo, allí la esperaba su prometido, Matthew Kumar, que había llegado a la catedral con más de media hora de antelación; su familia; sus invitados, y el arzobispo de Syros, Tinos, Andros, Kea y Milos, Dorotheos II, quien ofició la ceremonia en ausencia del arzobispo Jerónimo II, primado de la Iglesia Ortodoxa, que, en la antesala de las celebraciones, les había dado sus bendiciones en la archidiócesis de Atenas.
De organza y con cristales de Swarovski
La novia vestía un diseño de organza, con encaje francés, diseñado por Celia Kritharioti, de cuerpo ceñido, con escote bardot, falda de gran volumen, motivos florales artesanales de diferentes tamaños inspirados en patrones reales centenarios y más de 500.000 pequeños cristales y flores, realizados cuidadosamente, uno a uno, a mano. Como dijo la diseñadora, "la idea era crear algo majestuoso, pero lleno de vida; un vestido que encarnara tanto la tradición como la modernidad", y se ocupó de lograrlo junto a un equipo de artesanos que tardó casi 1.200 horas en completar el vestido.
Siguiendo la tradición, Teodora eligió el velo de su bisabuela la princesa Margarita de Connaught, nieta de la Reina Victoria de Inglaterra, esposa de Gustavo Adolfo VI de Suecia y madre de la Reina Ingrid de Dinamarca. De encaje de Carrickmacross, lleva bordados lirios, reina de los prados y tréboles. Es una pieza histórica con más de un siglo, que antes usaron en sus bodas cuatro reinas: su abuela Ingrid; su madre, la Reina Ana María, sus tías la Reina Margarita y la princesa Benedicta y las dos hijas de esta; su hermana, Alexia, y por último, su prima la Reina Mary de Dinamarca, cuando se casó con Federico, entonces heredero al trono, en 2004. Una excepción histórica, al no ser descendiente de sangre.
Cumpliendo un deseo
Como todas las novias de la familia desde hace un siglo, la novia se coronó también con la tiara 'Khedive', de Cartier (1904), de diamantes engastados en platino. La pieza pertenece, desde la muerte de la Reina Ingrid, en el año 2000, a la Reina Ana María, quien, cumpliendo el deseo de su madre, solo la ha sacado del cofre para las bodas de sus hijas y de sus sobrinas, las princesas danesas, pero no para las de sus nueras, Marie-Chantal Miller, Tatiana Blatnik y Nina Flohr.
Ana María y Amelia Morales acudieron con vestidos vintage de su madre, la princesa Alexia, recordando fechas tan especiales como la de la recepción previa a su boda, hace 25 años
La diadema fue un regalo del Khedive egipcio Abbas Helmi II a la princesa Margarita de Connaught. Las llevaron en sus bodas su hija Ingrid; sus nietas Ana María (1964), Benedicta (1968) y Margarita (1967); sus bisnietas la princesa Alexandra (1998) y Nathalie de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, que se casó por la Iglesia en 2011, y la princesa Alexia (1999)… Y ahora, Teodora, que estaba fascinada con usar la diadema de su bisabuela con toda su historia, además de otras joyas preciadas. Entre ellas, unos pendientes de diamantes y un brazalete realizado con un sautoir de la Reina Alejandrina. Ambas piezas, propiedad de Ana María, quien recibió a la novia en el altar, visiblemente emocionada, después de que el príncipe Pablo se despidiera besándole la mano.
Ilusión y orgullo
La Reina viuda no pudo ocultar su ilusión y su orgullo al ver a su hija dar este importante paso. Durante meses, se implicó personalmente en los preparativos para que todo saliera perfecto, y, en el gran día de los novios, llegó a la catedral de las primeras, encabezando la lista de invitados y acompañada por su hijo el príncipe Nicolás, de nuevo soltero, tras anunciar su separación, en abril, tras catorce años de matrimonio. Tatiana Blatnik conserva su título de princesa y sigue teniendo una magnífica relación con la familia de su ex, pero no estuvo en la boda. Tenía otros planes: "Todos tenemos nuestras propias montañas que queremos escalar en nuestras vidas. Finalmente, escalaré una que he estado esperando escalar durante años, el Olimpo", escribió en su cuenta de Instagram junto a las fotos de su aventura.
Al llegar al altar, donde los esperaban el prometido de Teodora y la Reina Ana María, el príncipe Pablo despidió a su hermana con un beso en la mano
Minutos después de su querida suegra, que vestía de azul y llevaba la misma cruz que usó en su boda y en el funeral de su marido, así como un bolso con las iniciales 'A' y 'C' bordadas, llegaba Marie-Chantal acompañada de sus hijos varones: Constantino Alexios, Achileas, Odysseas y Arístides. Tan elegante como siempre, la princesa llevó, para la ocasión, un vestido largo de seda plisada y cuello alto, en tono melocotón. Lo firma Louis Vuitton y lo combinó con un original bolso de mano transparente y con cristales.
Siguiendo los pasos de Marie-Chantal, vimos entonces a su cuñado Philippos de Grecia con su esposa, Nina Flohr, y su suegro, Thomas Flohr, fundador de VistaJet, la flota de jets privados más importante del mundo. Nina, también muy estilosa, luciendo un traje azul con detalle fruncido, de la marca Adam Lippes, espectacular collar de diamantes, perlas y rubí central y zapatos de salón con broche joya a juego. Una elección (la de su traje) que contrastó con la de su cuñada la princesa Alexia, quien eligió un vestido rojo y el collar de diamantes 'V' de su madre, Ana María de Grecia. Joya que había llevado también, en 2004, para la boda de Federico y Mary de Dinamarca.
La princesa Alexia llegó al templo junto a toda su familia. Del brazo de su marido, el arquitecto canario Carlos Morales, y con tres de sus cuatro hijos: Ana María, de 21 años; Carlos, de 19, y Amelia, que cumplirá 17 el próximo 28 de octubre. Arrietta, de 22 años, como hemos señalado en líneas anteriores, tenía otro cometido como dama de honor. "Alexia, Alexia", se escuchó gritar al público, mientras la princesa avanzaba hacia la catedral, llamando también la atención las elecciones vintage que hicieron sus hijas para la boda de su prima. La de Ana María, que rescató el diseño que su madre estrenó en la boda de Haakon y Mette-Marit de Noruega, en 2001. Y la de Amelia, que llevó el traje que Alexia había estrenado, hace 25 años, en la recepción previa a su boda.
La hija de la Reina Ana María es actriz y vive en California, pero quiso celebrar su boda en Atenas para "reflejar su amor por Grecia" y compartir "la cultura, la hospitalidad y la identidad griegas con sus invitados"
Doña Sofía, aclamada
Continuando con el desfile familiar, tenemos que destacar el que protagonizó la Reina doña Sofía, que llegó al templo acompañada por sus dos hijas, las infantas Elena y Cristina, y tres de sus nietos, Irene. La madre del Rey Felipe VI hizo el paseo "nupcial" entre aplausos y vítores, saludando y sin dejar de sonreír y, al llegar a la escalera de la catedral, buscó el brazo de Juan y Miguel, que se habían colocado a su lado para ayudarle a subir.
La Reina Sofía estaba espectacular con un traje rojo fresa de dos piezas —top con fruncido lateral y una falda plisada—, de Alejandro de Miguel, y su aderezo de joyas: los pendientes y la gargantilla de diamantes que le regalaron, junto con la tiara prusiana, sus padres, los Reyes Pablo y Federica, con motivo de su boda; el broche-lazo de platino con diamantes, que perteneció a la Reina regente María Cristina de Austria, y la pulsera con rubí de la Reina Victoria Eugenia.
Juan Urdangarin celebró su 25 cumpleaños un día después de la boda, coincidiendo su aniversario con el brunch nupcial que ofrecieron los novios como despedida de las celebraciones
La infanta Cristina, con el color estrella
Apostando por el color estrella de la boda, la infanta Cristina llevó un vestido azul, con el que se posicionó como una de las mejor vestidas. Lo combinó con sandalias de cuña y clutch bañado de purpurina plateada, y resaltando el conjunto y el peinado con moño, llamaron la atención sus pendientes con "flecos" de rubíes y diamantes, préstamo de su hermana, doña Elena. Una infanta que también arrancó aplausos con su elección española: un vestido de lunares en azul marino y blanco, que combinó con una espectacular gargantilla de perlas y diamantes, que hacía tiempo que no veíamos. Y para joyas, también los llamativos pendientes de Irene, que pertenecen a su abuela doña Sofía e iban a juego con su vestido de azul terciopelo con estampado de hojas. Un modelo que la infanta Cristina estrenó hace catorce años, cuando entregó la medalla Sorolla a ¡HOLA!, en Nueva York, y que combinó con una capa de seda en azul marino.
La familia danesa
La Casa Real helena entronca con muchas dinastías, y no podía faltar en la boda de Teodora una alta representación de la Familia Real danesa. Así, y estando la Reina Margarita convaleciente y los Reyes Federico y Mary con agenda, viajaron a Atenas la princesa Benedicta, tía de la novia, y sus hijos. El príncipe Gustav Sayn-Wittgenstein y su esposa, Carina Axelsson, quienes acaban de bautizar a su segunda hija, una niña nacida por gestación subrogada, al igual que su hermano mayor. Y Alexandra Sayn-Wittgenstein-Berleburg con su marido, el conde Egeskov, Michael Ahlefeldt-Laurvig-Bille, y su hijo, el conde Friedrich Richard Oscar Jefferson von Pfeil und Klein-Ellguth.
Victoria de Borbón-Dos Sicilias y su marido, el armador griego Markos Nomikos, no faltaron a la boda
Más invitados reales
Completando la lista de invitados reales, vimos también a Victoria de Borbón-Dos Sicilias, hija del duque de Calabria y la princesa Ana de Francia, que acudió con su esposo, el armador griego Markos Nomikos, y al padrino de la novia, Alejandro de Serbia, y Katherine Batis. En cuanto a la Casa Hannover, estuvo representada por el príncipe Christian; su esposa, Alessandra de Osma, y su cuñada, Ekaterina. Las dos princesas presumieron de buena sintonía con su suegra, Chantal Hochuli, y fueron de las invitadas más elegantes. Alessandra, con un diseño de encaje floral, en diferentes tonos azulados, con cierre de botones frontal y cuello baby, que firma Luisa Beccaria. Y la esposa de Ernst de Hannover, con un traje azul clarito de manga larga, en la que destaca el detalle de las plumas cosidas a mano.
Mirando al mar Egeo
Tras la ceremonia nupcial ortodoxa y los besos de los novios, los recién casados y sus 250 invitados se trasladaron al hotel One & Only Aesthesis, en la playa de Glyfada, un espectacular resort situado en una reserva forestal, a menos de 20 kilómetros de Atenas y al borde del mar Egeo. El complejo, que evoca los días dorados de la Riviera ateniense, con su paseo marítimo y un club de estilo retro chic, estaba decorado de manera sencilla, con cientos de velas por todas partes y rosas blancas adornando las mesas.
Los novios posaron para las fotos familiares en diferentes escenarios y, después, la novia se cambió de ropa, eligiendo otro vestido blanco corto, de hombros descubiertos, de la misma diseñadora.
Junto a sus familiares y amigos, los recién casados disfrutaron de un menú elaborado por el reconocido chef Hector Botrini, en el que uno de los platos estrellas fue la tarta de Corfú con cebolla y trufa. Posteriormente, al ritmo de This will be (an everlasting love), de Natalie Cole, y entre risas y gestos de complicidad, Teodora y Matthew cortaron su tarta nupcial de cuatro pisos, una tradición que simboliza el primer "trabajo" juntos de los recién casados.
La elección de la canción, cuyo título se traduce al español como "Esto será un amor eterno", fue la banda sonora perfecta para fundirse en un cariñoso beso y dar paso a la fiesta. Una noche espectacular, animada por el DJ Antonis Dimitriadis, mientras que Duo Violins, Giorgos Gaitanos y Dimitris Isaris encantaron a los invitados con su música y sus violines.
Al día siguiente, todos volverían a reunirse en el mismo escenario, para asistir al brunch nupcial que ofrecieron los novios como despedida. Una tercera celebración que coincidió con el 25 cumpleaños de Juan Urdangarin.