La infanta Cristina ha tenido un verano imparable e inolvidable. El primero de 'soltera' en el que ha ido conciliando trabajo y vacaciones para poder disfrutar de sus hijos, pasar algún tiempo con sus padres, ver a su familia materna a la que está muy unida y quedar con sus amigos. Y, además sin disponer de un mes seguido porque le gusta dejar algún día para sumar a las Navidades o a los planes que vayan surgiendo.
En junio, pudo celebrar su 59º cumpleaños con sus cuatro hijos en Creta. Tras esta escapada, continuó trabajando todo julio, y el último fin de semana del mes hizo una visita relámpago a la reina Sofía en Marivent. Estuvo con su madre dos días y, después, empezando ya vacaciones, se reunió con su hermana, la infanta Elena, para poner rumbo a Abu Dabi. Junto a algunos de sus hijos pasaron unos días con el Rey Juan Carlos, que optó por quedarse casi todo el verano en Emiratos, y Felipe de Marichalar, que tiene un nuevo trabajo en Abu Dabi y casi no tuvo días libres este año.
Rumbos diferentes
Las dos hermanas regresaron a Madrid el primer fin de semana de agosto para tomar rumbos distintos. Doña Cristina se fue de nuevo a Grecia con sus hijos pequeños, Miguel e Irene. Allí la esperaba su tía, la reina Ana María, viuda del rey Constantino, y algunos de sus primos para disfrutar juntos unos días de verano en Porto Heli.
Y, después, alternando de nuevo trabajo y días libres, doña Cristina viajó a Bidart (País Vasco francés) para apurar los últimos días de vacaciones junto a Juan, Miguel e Irene y algunos miembros de la familia Urdangarin. Entre ellos, la abuela paterna de sus hijos, Claire Liebaert, a la que quiere mucho y sigue igual de unida.
Como había avanzado ¡HOLA!, el verano terminó en Madrid con una última gran cita en Soto de Mozanaque, donde el 31 de agosto se celebró la boda de Victoria López-Quesada y Enrique Moreno de la Cova.
Un mensaje claro
Fue celebración privada y llena de sorpresas durante la que se confirmó también una muy buena noticia: que la relación del Rey y su hermana ha mejorado muchísimo. Como había avanzado ¡HOLA!, a base de encontrarse en citas familiares –alegres y tristes- almuerzos, celebraciones, y con doña Sofía de mediadora, el Rey y doña Cristina fueron limando su enfado y sus diferencias hasta volver a la normalidad. Hay heridas que no están cerradas, pero el mensaje está claro. Todos son de paz y quieren armonía en la familia.
Doña Cristina empezó una nueva vida, tras el dolor y las lágrimas de ver romperse su matrimonio por el que tanto luchó para salvarlo, y parece que todo le sonríe. Es libre, una mujer muy respetada en sus trabajos, y lo mejor: Sus hijos, de los que no puede estar más orgullosa, la adoran… Y, también la familia, ahora mucho más unida, que se lo demuestra cada vez que vuelve a Madrid, a casa.