Este domingo se cumplen dos años de la muerte de Isabel II, la Reina de todas las Reinas. Una monarca respetada, admirada, todo un referente para otras monarquías y una figura clave durante el siglo XX y XXI que tuvo un reinado extraordinario, el más longevo de su país con más de 70 años de servicio a la Corona. Una Reina de leyenda que dejó un gran legado y una huella profunda en muchas generaciones de británicos que no habían conocido a otra jefa de Estado. Tras su desaparición, el relevo en el trono estaba asegurado con su hijo Carlos, el príncipe de Gales que más tiempo ha ostentado el cargo, pero se abría un periodo de transición e incertidumbre ante cómo sería la nueva era y el nuevo monarca. Lejano queda ya aquel 8 de septiembre de 2022 en el que, tras la muerte de la Reina, Carlos III se convertía en Rey. Todo estaba por hacer y la expectación era máxima. Dos años después, uno de ellos, marcado por el cáncer del propio Rey y de Kate Middleton, puede decirse que es un monarca consolidado, que cuenta el respaldo de la Familia Real y que la monarquía sigue funcionando cómo en las mejores épocas de Isabel II.
Todo cambia para que todo permanezca
La monarquía británica es un claro ejemplo de la célebre frase del Gatopardo de Lampedusa: 'Todo cambia para que todo permanezca'. Efectivamente, Reino Unido experimentó la muerte de una Reina que había estado siete décadas en el trono y se abría la amenaza de un abismo institucional. La cabeza visible de la monarquía ya no estaba, pero automáticamente su hijo mayor, trantas veces cuestionado como heredero, subió al trono. Con la Corona sobre su cabeza, Carlos de Inglaterra consiguió toda la legitimación convirtiéndose en Carlos III.
Obviamente, la institución monárquica británica, con tantos siglos a sus espaldas, tiene experiencia en cambios de trono y el engranaje funciona a la perfección para que nunca haya la sensación de trono vacío. Parecía impensable poder sustituir a Isabel II, pero a día de hoy la maquinaria sigue funcionando como antes y nada se ha desmoronado con la desaparición de la carismática Reina. Carlos III ha conseguido que las cosas funcionen como en la era de su madre y que cada uno dentro de la Corona sepa el papel que tiene. Los Windsor son una familia al servicio de un Rey y con Carlos todos reman a una.
Uaño de transición y otro para olvidar
Carlos III accedió al trono en circunstancias totalmente diferentes a las de su madre. El eterno heredero se convirtió en Rey con 73 años, a la edad en que la mayoría de las personas ya están jubiladas y en una situación política muy diferente para el Reino Unido. Siguiendo la tradición británica, se convirtió en monarca de forma inmediata y sin ceremonia, haciendo gala de la frase ‘El Rey ha muerto. Viva el Rey’. Dos días después del fallecimiento de su madre, el Consejo de Adhesión del Reino Unido lo proclamó oficialmente como Rey, aunque quedaba saber cuándo tendría lugar la coronación, una ceremonia medieval en la que la Reina Camilla también sería ungida.
Los primeros meses de Reinado de Carlos estuvieron marcados por los homenajes y recuerdos a su madre, por una primera toma de contacto con su nuevo cargo y los preparativos de la gran coronación. Tras la ceremonia religiosa, el 6 de mayo de 2023 en la Abadía de Westminster, la era carolina arrancó.
Sin embargo, todo pareció derrumbarse cuando nada más comenzar 2024 se conoció el ingreso hospitalario de Kate Middleton para someterse a una misteriosa operación abdominal. Muchas semanas después y tras muchas polémicas, la princesa de Gales relató que padecía cáncer, la misma enfermedad que el Rey. El de este año ha sido un invierno muy difícil para la institución. El soberano y la princesa de Gales cancelaron sus agendas para centrarse en su recuperación y el príncipe de Guillermo se apartó de la vida pública para poder cuidar a su esposa y hacerse cargo de sus tres hijos. Durante un tiempo las tres figuras principales de la monarquía británica estuvieron retiradas
El protagonismo de la reina Camilla
El cáncer del Rey y de Kate Middleton, más la cancelación de la agenda del heredero al trono, obligó a la reina Camilla a dar un paso al frente institucional. En los primeros meses del año tuvo una agenda frenética de actos, cuando la incertidumbre, la preocupación y el desconcierto reinaban en Reino Unido. No solo asumió los compromisos de su propia agenda, sino también los del Rey y los príncipes de Gales. Fue la cabeza visible de la Corona, transmitió tranquilidad, mientras lidiaba con la lógica preocupación por el diagnóstico de su marido. Tan intenso fue su trabajo que a primeros de marzo y con 76 años comenzó a acusar el cansancio y se tomó una semana de vacaciones para poder coger fuerzas.
Lo peor ya ha pasado
A estas alturas del año puede decirse que lo peor ya ha pasado para la monarquía británica. La primavera trajo la mejor de las noticias: el regreso a la vida pública de Carlos III tras tres meses alejado de sus obligaciones para estar volcado en su salud por recomendación médica. Como no podía ser de otra manera, en su reaparición visitó un centro oncológico donde charló de tú a tú con otros pacientes que estaban pasando por lo mismo él y se le vio de lo más risueño y con buen aspecto. También fue el anfitrión de los emperadores de Japón en su visita de Estado y celebró el primer aniversario de su coronación. Fue, sin duda, el inicio de una nueva etapa en la que casi empezó de cero.
La tranquilidad total no llegó hasta un poco más tarde, el 15 de junio, en el desfile del Trooping the Colour que conmemora el cumpleaños oficial del Rey y donde se vio a Kate Middleton en un acto público por primera vez desde que se supo que tenía cáncer. Elegantísima, de blanco, rodeada por sus tres hijos y en buena forma, la princesa de Gales fue la protagonista de una parada militar pasada por agua. La multitud enloqueció al verla de nuevo sobre el balcón del Palacio de Buckingham, junto a Carlos III, es una imagen que dio la vuelta al mundo. Los británicos veían por fin a su Princesa, la joya de la Corona, ejerciendo a la perfección su papel royal. Junto con el príncipe Guillermo describió la jornada como “un día memorable”.
Un mes después y acompañada por su hija Charlotte, Kate reapareció radiante en Wimbledon, donde fue recibida en el Royal Box (el palco real) con una emocionante ovación y el público puesto en pie. Vestida de morado, la Princesa disfrutó del encuentro que enfrentó a Carlos Alcaraz y a Novak Djokovic y entregó el trofeo de campeón al tenista español. Junto a ella estuvieron su hija Charlotte y su hermana, Pippa Middleton. Los Middleton se han volcado con la familia Gales durante la convalecencia de Kate y han demostrado lo cercanos que son a ellos y que son una verdadera piña y un sustento para ellos. Carole Middleton, la madre de la Princesa, es la que ha estado al pie del cañón no solo atendiendo a su hija, sino también a sus nietos para que su rutina diaria y escolar se viera mínimamente alterada.
Hace unas semanas, el príncipe Guillermo y Kate reaparecieron en un vídeo para felicitar a los deportistas olímpicos británicos que compitieron en los Juegos de París. Desde el jardín de su casa de campo de Anmer Hall y muy sonrientes, los príncipes de Gales resaltaron el esfuerzo de los atletas.
Guillermo de Inglaterra ya ha vuelto al trabajo, estrenando look con barba, y sus tres hijos han vuelto al colegio tras el verano, el mejor indicador de que la normalidad ya está instalada y de que la recuperación de la Princesa va por buen camino.
Un Rey humanizado y querido
El drama que ha supuesto el cáncer del monarca y de Kate Middleton también ha servido para humanizar la monarquía. No había precedentes en Reino Unido de que un Rey diera tantos detalles sobre lo que le pasaba y contara abiertamente su enfermedad. Su sinceridad ha sido muy bien valorada y es algo que le ha humanizado. Además, el hecho de que Carlos III se preocupara de cómo se encontraba Kate, que dejara que el príncipe Guillermo se ausentara de sus deberes reales para atender a su esposa y que hablase de la ‘valentía” de su nuera también le han acercado mucho a la gente. También fue visto como una deferencia y todo un detalle que en la reparación de Kate, durante el desfile del Trooping the Colour, se situará al lado del monarca en el balcón de Palacio.
Los Windsor, todos a una con su Rey
Parecía que la piña que Isabel II había formado con la Familia Real podría desmoronarse, pero no ha sido así. Los Windsor están a una con Carlos III como lo hicieron con su madre y han demostrado que siempre están al servicio de la monarquía. El Rey ha tenido siempre el apoyo de sus hermanos, especialmente de la princesa Ana, una figura clave a la que ha reconocido públicamente por tantos años de lealtad. También los duques de Edimburgo se han convertido en actores principales en esta era, muy especialmente tras el hueco que han djaron durante un tiempo los príncipes de Gales y la marcha de los duques de Sussex.
Los que han demostrado una gran fidelidad a la institución han sido sus sobrinos. Las princesas Eugenia y Beatriz de York, Mike y Zara Tindall, Peter Phillips y hasta los más jóvenes, el conde de Wessex y Lady Louise Windsor, hijos del príncipe Eduardo, están cuando se les necesita. La buena relación entre ellos se vio en las carreras de Ascot, donde el cariño quedó patente. Todos han tenido una gran visibilidad este verano a pesar de ser miembros de segundo nivel de la monarquía y no trabajar de forma exclusiva para la Casa Real.
Especialmente implicadas están las princesas Beatriz y Eugenia, princesas al rescate en esta monarquía reducida en la que ya no tiene cabida su padre, el príncipe Andrés, a raíz de verse salpicado por el Caso Epstein. Aunque abandonó sus deberes oficiales y ha habido ciertas tensiones con el Rey, el duque de York no ha sido vetado en los acontecimientos familiares, al igual que su exmujer, Sarah Ferguson, que sin estatus oficial dentro de la realeza inglesa, es muy querida por el monarca y ha recuperado su sitio en algunos eventos.
El nuevo príncipe de Gales
En la coronación de Carlos III, el príncipe Guillermo se mostró como el mejor vasallo de su padre. Arrodillado y colocando sus manos entre las del Rey, dijo: “Yo Guillermo, príncipe de Gales, te prometo mi lealtad y te daré fe y verdad, como tu señor de la vida y el cuerpo. Así que ayúdame Dios”, a lo que el monarca, con la corona de San Eduardo sobre su cabeza, le dijo: “Gracias, Guillermo”.
Guillermo de Inglaterra representa el futuro de la institución y va por la misma dirección que el Rey. Sin embargo, el heredero al trono, ha dejado claro que por encima de sus deberes está su familia y que eso es lo más importante. El príncipe de Gales ha sido también innovador en eso y en los peores momentos de su mujer lo dejó todo para estar junto a ella, algo que hubiera parecido impensable en la época de su abuela. Además, el príncipe Guillermo tiene su propia hoja de ruta. Ha dejado claro que la familia Middleton es para él como su propia familia y por eso no ha escatimado en muestra de cariño para su suegra. Está dando un papel cada vez más destacado a su primogénito, el príncipe George, que está llamado algún día a ser Rey, y que ya acude con él algunos actos oficiales como futuro heredero. Marca su propia agenda centrada en el medio ambiente, en las personas sin hogar, en la promoción de la salud mental y en la Fundación Real. Todo lo hace a su manera y con su propia forma de comunicar con imágenes espontáneas para conmemorar su cumpleaños, el Día del Padre o bailando los éxitos de Taylor Swift junto a sus hijos mayores.
Además, ahora que es príncipe de Gales, el príncipe Guillermo gestiona el lucrativo ducado de Cornualles lo que le ha permitidoponer en marcha muchas de las causas que su madre le enseñó y que habían quedado en un segundo plano. “Me preocupan muchísimas cosas y, previamente, la familia ha estado poniendo el foco de forma brillante en muchas de ellas y poniéndolas de relieve. Yo quiero ir un paso más allá”, explicó en un viaje oficial en Singapur en el otoño de 2023. Le gusta elegir personalmente sus compromisos y no quiere que las nuevas generaciones de la realeza británica sirvan como comodín para aquellas tareas que los miembros más longevos ya no pueden ir haciendo.
El príncipe Harry, cada vez más lejos
El príncipe Harry y Meghan Markle se fueron de la Familia Real y de Reino Unido dos años antes de que Isabel II muriera. Sin embargo, siempre la tuvieron un gran respeto y la visitaron tras su ‘huida’. Sin la protección de la antigua monarca, los Sussex están más lejos que nunca de la Familia Real británica y el ascenso al trono del Rey de Carlos no ha sido aprovechado por ninguna de las dos partes para acercar posturas. Tras buscar un hogar al otro lado del Atlántico y asentarse en California, los Sussex se dedicaron a contar su verdad a través de entrevistas bombas, un documental y un impactante libro autobiográfico, donde se criticó con dureza a la reina Camilla. Después, estuvieron diseñando sus estrategias y este año ha sido el año de su despegue como líderes globales que ya son invitados por algunos países como Nigeria y Colombia, donde pueden hablar de los temas que les interesan como es el racismo o el empoderamiento femenino en unas giras que parecen reales.
El duque de Sussex acudió a la coronación de su padre, pero lo hizo como un invitado más, en la tercera fila, mientras los hijos de la reina Camilla ocupaban la primera. Estuvo solo unas horas y tan pronto acabó la ceremonia religiosa en la Abadía de Westminster, se fue corriendo al aeropuerto para volver a casa. Ese día, el 6 de mayo de 2023, su hijo Archie cumplió cinco años y quería estar de regreso a casa para participar de su fiesta.
Tan pronto como Harry se enteró de la enfermedad de su padre hizo un viaje relámpago a Londres, donde los dos se reunieron durante 45 minutos. Parecía el fin del distanciamiento, pero no pudo ser. Después, el Duque ha viajado a su país natal en otras ocasiones y ya no ha podido ser recibido por su padre, quien siempre tenía problemas de agenda para recibirle. Tampoco fueron invitados al desfile del Trooping the Colour y el príncipe Harry rechazó acudir a la boda de su gran amigo, el duque de Westminster, para evitar tensiones, ya que el príncipe Guillermo tendría un destacado papel en el enlace como acomodador.
Para Harry siempre es complicado volver a Reino Unido, especialmente por la desprotección que siente en materia de seguridad y por no tener ya una casa propia, el único lugar en el que se encontraba a salvo en suelo británico. Así las cosas y aunque de vez en cuando surgen informaciones de que los puentes pueden volver a levantarse, lo cierto es que el Rey tiene a su hijo menor más lejos que nunca. Además, la relación entre Harry y su hermano es inexistente, como se pudo apreciar en el reciente funeral de su tío, Lord Fellowes (cuñado de la princesa Diana) donde vivieron un tirante encuentro tras un año sin verse. Se sentaron en la parte de atrás de la iglesia, pero separados y no intercambiaron ningún gesto ni palabra.