La discreta vida del príncipe Miguel de Grecia llegó a su fin el pasado domingo a los 85 años en un hospital de Atenas, rodeado de su familia y después de haber pasado un mes difícil, según informó el periódico griego Kahtimerini. Conocido también bajo el seudónimo de Michel de Gres, bajo el que obtuvo un reconocimiento literario internacional, él era el único que quedaba de los nietos del rey Jorge I, fundador de la dinastía que reinó en Grecia hasta 1967. Miguel de Grecia era primo hermano de Felipe de Edimburgo y tío abuelo de la reina Sofía, por tanto, también del fallecido rey Constantino y de la princesa Irene de Grecia. Su vida fue más de escritor y que de príncipe, empezando porque renunció a sus derechos dinásticos al conocer a su gran amor, Marina Karella, tampoco se marchó de Grecia cuando cayó la monarquía y su intensa vida ha sido narrada de forma muy bonita por él mismo, a través de libros y también de sus redes sociales.
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Miguel de Grecia era el último de una generación: el único hijo que tuvo el príncipe Cristóbal de Grecia (hermano pequeño del rey Constantino I) con Francisca de Orleans. Nació 1939, siendo un año más pequeño que su sobrina nieta la reina Sofía y un año mayor que el rey Constantino. "Mi primera foto en los brazos de mis padres. Nací en Roma, donde mis padres vivían en ese momento. Se habían instalado allí durante uno de los muchos exiliados de la familia real griega. A pesar de la restauración de la monarquía decidieron quedarse. Arruinados por un accidente financiero, afortunadamente encontraron la solución, que era común para la nobleza y la realeza. Alquilaron una suite en el Hotel Excelsior, en su momento la mejor de Europa. Me gusta imaginar que nací en un hotel, sin embargo, como la mayoría de la gente, nací en una clínica", escribió en su Instagram, una cuenta asombrosamente generosa para los amantes de la historia y la realeza.
Cuando solo tenía una año su padre murió, también en Atenas, y entonces comenzó con su madre un tiempo de exilio, ruina económica y peregrinaje al tiempo en el que en Europa estallaba la Segunda Guerra Mundial. Madre e hijo se fueron moviendo de Marruecos (protectorado español), a Málaga y de allí a París, mientras Grecia seguía en guerra y el Reino Unido les denegaba la residencia, un relato que se conoce gracias a los libros que escribió el propio príncipe Miguel.
Instalados en París con la ayuda de su tía materna, Isabel de Orleans, comenzó una etapa que no sería mejor, ya que su madre, Francisca de Orleans, se sumió en una depresión hasta que le llegó la muerte en 1953, por lo que el príncipe Miguel se quedó también huérfano de madre con 14 años y pasó a vivir bajo la tutela de su tío Enrique de Orleans, conde de París. Fue allí en la capital francesa donde estudió Ciencias Políticas y, con 20 años, tomó la decisión de volver a Grecia, donde el rey Pablo le abrió las puertas de su casa (el Palacio Real) y de su familia, hasta que se marchó a hacer los cuatro años de servicio militar en el Cuerpo de Caballería Blindada y la guardia costera helénica entre Atenas y Macedonia. “No descubrí mi país hasta los 20 años y cuando llegué dije: '¿Qué pasa si no me gusta Grecia? ¿Qué pasa si no les agrado a los griegos? Pero fue amor a primera vista”, recordó.
Aunque su posición dentro de la línea sucesoria griega era lejana al trono, era un príncipe de la Casa Real y para él también se barajaban matrimonios con otros miembros de la realeza europea pero eso fue hasta que conoció a la escultora Marina Karella, hija de un industrial ateniense y de la que se enamoró hasta el punto de renunciar a sus derechos dinásticos. Una decisión que para él significó la libertad de poder dedicarse a lo que quisiera. “Me casé en 1965 a los 26 años y Marina tenía 24, ella ya había iniciado una carrera como artista. Pronto empecé a escribir, así que ella exponía y yo publicaba”, contaba el príncipe en su propia biografía. Hay que señalar que en el momento de su boda, el padre de la reina Sofía, Pablo I, ya había muerto, así que el permiso lo obtuvo de su sobrino, el rey Constantino II, que en las fotos de boda posa junto a los novios y a su mujer, la reina Ana María de Grecia.
Poco después, en la primavera de 1967, comenzaría el golpe de Estado que terminaría con el derrocamiento de la monarquía, sin embargo, el príncipe Miguel fue el único miembro de la Familia Real que no abandonó el país y que conservó siempre su ciudadanía. Aunque es cierto que con el tiempo, el matrimonio y sus dos hijas, Alexandra, nacida en 1968, y Olga, nacida en 1971, se mudaron a París y luego vivieron durante 13 años en Nueva York. Lugar donde se desarrollaron sus carreras profesionales, aunque finalmente, igual que hizo el rey Constantino, regresaron a Grecia para vivir entre Atenas y Patmos.
Como escritor e historiador, a veces bajo el nombre de Michel de Gres, escribió numerosas biografías reales, también ha compartido muchas fotos y relatos sobre la Familia Real griega, ha estudiado a fondo a los zares rusos (su abuela la reina Olga de Grecia, nacida Gran Duquesa de Rusia) y ha dedicado libros incluso a sus joyas. También se hizo muy conocido por las novelas históricas, algunas inspiradas en su propia familia. En total escribió 31 libros, uno de ellos su biografía titulada “Con o sin corona”.
Sus últimos años los dedicó a viajar, tanto por trabajo como por placer; a sus cuatro nietos y una nieta; y a la fundación que creó para la protección de la infancia a raíz de la conmoción creada por el asesinato de la niña Elisa Izquierdo en Nueva York, un proyecto que busca instruir a médicos, enfermeras, profesores, policías o trabajadores sociales para reconocer un caso de maltrato infantil y saber cómo actuar en consecuencia.
La prensa griega le define como un intelectual laborioso, un hombre de trato afable, un entrevistado con enorme sentido del humor y un familiar muy querido. Su funeral ha sido anunciado por Kathimerini para este jueves a las 12.00 horas en el Primer Cementerio de Atenas, según el citado medio griego, en presencia de Sofía de España y otros miembros de la familia real griega, y el entierro en Tatoi, donde reposan los restos mortales de los padres de la reina Sofía y también de su hermano, el rey Constantino, en un círculo familiar cercano.